LA Justicia ha acudido en defensa del peatón, una especie en peligro de extinción ante el desarrollo desenfrenado del automovilista y la crecida del ciclista o, más que del ciclista, de la autoridad que por apoyar al ciclista deja al peatón a los pies de los caballos (mejor dicho, a los pies de las ruedas de las bicicletas).

Eso, la indefensión del peatón, es lo que viene produciéndose en Sevilla, donde las ordenanzas municipales en vigor desde mayo pasado autorizaron a las bicicletas a circular por determinadadas zonas peatonales, y eso es lo que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía acaba de anular por vulnerar la Ley de Tráfico. Pero la sentencia sirve de aviso para navegantes -navegantes municipales- de toda Andalucía. Que anden con cuidado.

La instauración del carril-bici en la capital de Andalucía, que ha sido uno de los más notorios aciertos del gobierno de coalición PSOE-IU y ha hecho a la ciudad más saludable y vividera, no se ha librado, sin embargo, de la ley del pendulazo tan típicamente hispana. De tener a los ciclistas reducidos en guetos y sometidos a la dictadura del coche hemos pasado a privilegiarlos por encima de todos los demás usuarios de la vía pública. Incluso por encima de los peatones, convertidos ahora, por mor de la ordenanza, en el eslabón más débil de la cadena infernal y caótica del tráfico ciudadano.

La subordinación del peatón la perpetró el Ayuntamiento al permitir la circulación en bicicletas en zonas peatonales, contradiós que desafía incluso a la gramática. Si son peatonales es que son para peatones. Igual que los carriles bici son para las bicis, no para los peatones. Las ordenanzas establecieron, en plan componedor, una serie de "itinerarios compartidos entre ciclistas y peatones", en los que los primeros han de cumplir unas condiciones prudentes, como circular a menos de diez kilómetros por hora y guardar una distancia de seguridad con respecto a los viandantes. ¿Hay guardias suficientes para controlar que nadie se desmadre? ¿Acaso se confía en el civismo universal para que no se produzcan incidentes? ¿No merece el peatón -lo somos todos alguna vez, incluso los más adictos al motor- disfrutar de algunas calles, plazas y aceras para su uso exclusivo?

Al parecer, el TSJA piensa que no, que no hay plantilla en la Policía Local para dedicarse a controlar a los ciclistas en zona peatonal, y que sí, que los peatones merecen una zona reservada para no extinguirse. Al mismo nivel que el lince ibérico o el quebrantahuesos. El lema más querido del actual alcalde sevillano proclama que la suya es la ciudad de las personas. Debe cambiar la ordenanza, como le manda el tribunal, para que lo sea también de las personas que van a pie, sin dejar de serlo de las que montan o conducen.

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