El callejón del gato

De portavoza a miembra

Un hecho trivial como cambiar una letra por otra puede alcanzar niveles desproporcionados

Lo único que consiguió Irene Montero al usar la palabra portavoza fue borrar de un plumazo el contenido de su exposición sobre la cual, que yo sepa, nadie se ha molestado en hacer un análisis. Es más, no tengo ni la menor idea delo que dijo la diputada, entre otras cosas, porque cada vez que los medios audiovisuales han mostrado su intervención, han reducido la secuencia al momento en el que pronuncia la palabra distorsionada, y en los medios escritos se ha abierto un debate, no sobre lo que dijo, sino de cómo lo dijo. Defender la igualdad entre el hombre y la mujer manipulando el lenguaje de esa manera, me parece una simpleza que no da buenos resultados. Cuando digo esto lo hago a sabiendas de la que se me viene encima por parte de las feministas que se atribuyen el monopolio de la defensa de la mujer y no admiten otra manera de hacerlo que no sea la que ellas prescriben. Pero hay muchos caminos para llegar a Roma y uno es muy libre de escoger el que crea más idóneo, aunque sea el camino equivocado ya que si algo tengo claro es que mi opinión, como cualquier otra, no goza del don de la infalibilidad. En este caso, un hecho trivial como cambiar una letra por otra al final de una palabra, puede alcanzar niveles tan desproporcionados que resulta ser contraproducente. Cuando Irene Montero ha lanzado lo de portavoza, no han faltado comentarios refiriéndose a otras políticas que utilizaron el mismo procedimiento para defender la causa feminista y la palabra miembra ha salido a la palestra. Su autora fue la ministra de Igualdad Bibiana Aído que durante su mandato se desarrolló la ley contra la violencia de género, y se impulsó la que permitió el matrimonio entre personas del mismo sexo; Promovió la ley de igualdad de trato y llevó a cabo la reforma de la ley del aborto. Digamos que en el poco tiempo que duró su estancia en el gobierno de Zapatero realizó una labor nada despreciable, aguantando furibundos ataques en contra de una ley de plazos para interrumpir el embarazo. Pues bien, dudo mucho que, al día de hoy, alguien recuerde a Bibiana Aído por ser la principal defensora de una ley cuyo principal objetivo era evitar los abortos clandestinos. Dicha ley permanece vigente ya que sus principales detractores enfundaron las espadas cuando el PP llegó al poder. En cuanto a Bibiana Aido, si alguna vez sale a relucir su nombre, es para identificarla con la ministra que tuvo la ocurrencia de soltar aquello de miembra.

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