Editorial

Por un proyecto constitucionalista

EL Partido Socialista vuelve a tener una oportunidad histórica, la misma que desaprovechó en las elecciones vascas de 1986, cuando dejó gobernar a José Antonio Ardanza a pesar que el PNVno fue la fuerza mayoritaria. La oportunidad que no debe desaprovechar ahora es la de que el País Vasco deje de estar gobernado por quienes creen que esta comunidad es de su patrimonio: los nacionalistas. Las elecciones de ayer cambian el mapa vasco: los partidos constitucionalistas - PSOE, PP y la fuerza de Rosa Díez- superan por primera vez a los nacionalistas en la Cámara de Vitoria, por lo que un posible Gobierno de coalición o un Ejecutivo en minoría, aunque con apoyos de los populares, podría gobernar en el País Vasco. Es posible, y sería bueno tanto para esta comunidad como para el resto del España. El candidato socialista, Patxi López, debe aprovechar los apoyos que el PP ya le ha ofrecido. Anoche ya dijo que quería liderar el cambio y anunció que presentaría su candidatura a lehendakari para su investidura. Pero para ello es fundamental que Rodríguez Zapatero le deje ser lehendakari, y no lo sacrifique para seguir contando con los apoyos del PNVen el Congreso de los Diputados. El cambio es tan importante que merece la pena explorar nuevos apoyos en Madrid, pero el PP de Mariano Rajoy también debe ser consciente de que un proyecto constitucional y autonómico para el País Vasco adquiere la categoría de asunto de Estado. La salida de las elecciones de los partidos tutelados por ETA sólo añade legitimidad a estas elecciones, y prueba de ello es la subida de los independentistas no alineados de Aralar. Si el PSOE se echa en manos del PNV para gobernar en coalición, dejando a Ibarretxe de lehendakari, correrá el mismo riesgo que le ha llevado a Emilio Pérez Touriño a perder el Gobierno de Galicia. La alianza de los socialistas gallegos con los nacionalistas del BNG no ha funcionado. Emilio Pérez Touriño no ha podido gobernar más que una legislatura, y Alberto Núñez Feijóo recupera Galicia para un PP francamente renovado respecto al que en su día tuvo Manuel Fraga, un PP que también es de Mariano Rajoy, otro vencedor.

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