Mi querido almirante

Los de los soldados de plomo son más como los que van a echarles migas de pan a las palomas

Un fascista es básicamente alguien que colecciona soldaditos de plomo y sellos. Un coleccionista, un filatelista, un fascista. También están incluidos los que compran revistas de historia militar, los que tienen un primo militar y los que un día vieron un militar. Los niños del futuro, como en el futuro ya no habrá fascistas, no podrán comprar revistas como Desperta ferro, cara, por cierto, buena, por cierto. Pero que en el futuro habrá que eliminar porque salen fascistas. Sí, el famoso almirante Cervera. Gracias a Ada (prefiero llamarla Ada, es más utópico) ya sabemos quién era el almirante Cervera. En realidad lo que quería era que todos los medios hablaran de ella (como Trump, la semana pasada los temas estaban de su gabinete de hay que poner a parir a Ada estaban flojos y le propusieron lo del almirante). Di que es facha. Así cubrimos la cuota de tu denostación semanal y además todo el mundo aprende historia. Todos los medios dirán que eres una ignorante ya que el fascismo se inventó años después de que se muriera este señor y que en Cuba (donde no hay fascistas) se le venera. Luego dices que lo que se elimina no es el señor sino el crucero, que sí era fascista. Pero la calle era del buque o del señor. Eso da igual, Ada. En las mesas de camilla donde pasan las tardes los fascistas recortando figuras de romanos (esos sí que eran fascistas, por lo de las fasces) mientras beben café con leche y no té hay un halo de extinción y retrato en películas de época. Los que pintan soldados de plomo son otra especie a extinguir, porque para qué pintarlos si ya vienen pintados. Pero no se fabrican ya siguiendo las estrictas normas del gran hermano antifascista. Los fascistas los compran en tiendas de segunda mano ya pintados pero para repintarlos, por puro entretenimiento. No están demasiado cotizados, por pocos euros te llevas siete u ocho y así tienes para pasar la semana. Los maquetistas de dioramas son otros que tal bailan, con la diferencia de que necesitan amplios espacios y son bastante coñazo aparte de ser fascistas. Los de los soldados de plomo son más como los que van a echarles migas de pan a las palomas. Qué mal hacen aparte de no seguir las normas del camino recto a la futura utopía. Escondidos, en esa esquina donde no llega el ángulo de visión de la cámara orwelliana, pintan sus soldaditos con remordimiento. El pecado solitario, los restos del naufragio.

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