La tribuna

Ángeles Alonso Magadán

Yo quiero ser ciudadana del mundo

HOY me he levantado filosófica. En realidad todos los días pienso un rato, no demasiado. Si una piensa demasiado, la embarga la impotencia y la desesperación.

Pero a veces resulta imposible contener la mente. Dicen que la mente es libre y ese exceso de libertad, a veces, resulta pernicioso para uno mismo. Por ello, es conveniente atarla en corto, aun en contra de la propia humanidad que, en mayor o menor cantidad -depende del individuo en cuestión-, todavía habita en nosotros.

Hoy la válvula de esa olla a presión que es la vida de cada uno ha comenzado a girar a más de cuarenta y cinco revoluciones por minuto, que es la velocidad que le permito a mi mente, y, por ello, tengo que dejar salir el vapor en forma de palabras. ¡Ojalá alguien las escuchara!¡Yo quiero ser ciudadana del mundo!

Pero no de este mundo en el que muchos pasan hambre y unos pocos acumulan riquezas para cien vidas, haciéndose socios VIP de los paraísos fiscales. ¡Como si fuesen a llevarse el dinero a la tumba! Tampoco quiero vivir en el mundo donde quienes gobiernan son los banqueros y los magnates -y a veces también los mangantes-, y donde la gente se rebela contra los abusos y corrupción de los políticos día sí y día también. Donde robar queda bien y mentir es el pan de cada día. Quiero ser ciudadana de un mundo con una democracia real, igualitaria, que promulgue la participación ciudadana en los asuntos importantes para la ciudadanía. Que escuche a los contribuyentes y rinda cuentas ante los votantes por las cosas prometidas y no cumplidas. Yo quiero ser ciudadana del mundo. Pero de un mundo nuevo, bueno, que intente que todos los seres humanos puedan subsistir. Donde se ofrezca igualdad de oportunidades a todos aquellos que quieran esforzarse y luchar por conseguir sus sueños. Donde no se discrimine por razón de edad, sexo o ideología y la religión no nos separe por bloques. ¡Cuántas fechorías se cometen en el nombre de Dios! Hoy soñé que formaba parte de ese mundo nuevo. Soñé que no existían los prejuicios ni la cortedad de miras. Soñé con la felicidad. Y con esa ilusión salí a la calle.

De modo que hoy bailé en el paseo marítimo y canté en el parque del Andarax. Me explico: Hay un movimiento musical en Almería que converge en el Club Clasijazz. A él pertenecen muchos melómanos almerienses y foráneos: profesores del conservatorio, exalumnos, músicos en general, aficionados, etc. se dan cita allí.

A dicho lugar se puede ir a escuchar buena música en directo, de estilos tan variados como lírica, swing, flamenco, jazz, góspel, etc. Pues bien, en su afán de sacar la música a la calle, hoy domingo, la Big Band Clasijazz se instaló en la plaza de los Periodistas en pleno paseo marítimo almeriense y, para deleite de todos los que por allí pasábamos, varios "profesores" enseñaron a dar varios pasos de baile. Bailando con música en directo, ¡qué guay! Fue fantástico y me lo pasé genial.

Ya por la tarde, agarré mis partituras y marché para el parque del Andarax. En dicho parque hay un palco para que toque una orquesta o se realicen otras actividades musicales, y, ni corta ni perezosa, subí al palco, me situé justo en el centro y me puse a cantar las dos arias de ópera en las que estoy trabajando.

¡Fue realmente placentero! A la increíble acústica del palco había que unir el entorno, lleno de árboles y flores, y a la gente variopinta que paseaba por allí: hindúes, árabes, españoles, ingleses... y muchos niños. Resultó fascinante ver cómo los niños se acercaban a escuchar. ¡Qué bonito!

Me sentí libre. Y desde mi libertad, no pude por menos que recordar las restricciones que se han impuesto en Madrid con respecto a los músicos callejeros -dicho sin ánimo de ofender-, prohibiéndoles ejecutar su arte sin previa autorización del consistorio. ¿Qué prohibirán después? ¿Soñar?

Yo he cantado en las calles de Austria, Alemania, Francia, España... Porque la música forma parte intrínseca del alma humana. ¿Cómo se puede prohibir la ilusión y la belleza?

Una amiga me contó el otro día que en Bilbao la gente se reúne los domingos para cantar en la calle, para que no se pierda la música tradicional vasca; en Mallorca se reúnen para bailar la sardana; en Galicia no hay celebración donde no se cante...

Por lo visto no es suficiente con que nos recorten la oportunidad de encontrar un trabajo digno, la Sanidad, la Educación, la Libertad de reunión, los sueldos, la fe en el porvenir, etc. Ahora también quieren recortarnos el alma. ¡Yo quiero ser ciudadana de otro mundo!

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