La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

El terrorismo y la basura

El delito de enaltecimiento del terrorismo debe seguir vigente, aunque sea sin cárcel para los malnacidos que hacen chistes

Aun año de cárcel y siete de inhabilitación absoluta (no podrá tener beca, por ejemplo) ha sido condenada Cassandra Vera, estudiante murciana de Historia de 21 años, por sus trece tuits de burla sobre el asesinato del almirante Carrero Blanco, perpetrado por ETA en 1973. No es la única. Cuarenta españoles fueron condenados en dos años por delitos de enaltecimiento del terrorismo en las redes sociales.

Internet ha hecho posible la universalización del derecho a la comunicación. Cualquier persona en cualquier lugar del planeta puede informar de algo al resto de la humanidad conectada. Pero también puede opinar. De modo que, junto a sus muchos efectos benéficos, Internet ha abierto todas las alcantarillas y permitido la difusión de toda la basura del mundo.

Alegrarse del asesinato de una persona e inventar chistes sobre ello -no para contarlos en la barra de un bar, sino para propagarlos ad infinitum- dice mucho de la calidad humana de quien lo hace. Es horrible, soez y canalla. Lo primero de lo que dan ganas es de replicarle al autor de estos comentarios jocosos ¿por qué no te ríes de tu mamá? (ya saben ustedes que en realidad estoy pensando en otra expresión más rotunda). Lo que no tengo claro es que haya que castigarlo con la cárcel.

Entendámonos. La libertad de expresión, como todas, tiene límites. La Constitución los establece. No ampara la calumnia ni la injuria, ha de respetar el derecho al honor y a la intimidad, y otros que se fijen por ley. Una reforma del Código Penal en 2015 persigue el delito de enaltecimiento del terrorismo y protege a las víctimas del terrorismo de la humillación o o el menosprecio.

Podemos pretende eliminar ese delito para preservar la libertad de expresión. Creo que no es una buena idea. Si se hiciera no se podrían impedir, por ejemplo, los homenajes a etarras no arrepentidos o la propaganda yihadista que encomienda a los musulmanes matarnos a todos los que vivimos en naciones "cristianas". Ni un acto de homenaje a los que pusieron las bombas el 11-M sería susceptible de prohibición.

Lo que sí hace falta es delimitar con más detalle y cuidado ese tipo penal del enaltecimiento. Quizás debería reservarse la cárcel para los que jaleen el terrorismo o llamen a la violencia, imponiendo otro tipo de sanciones -como el trabajo en favor de la sociedad- a los malnacidos que hacen bromas sobre las víctimas del terror.

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