Derrotar al yihadismo sin caer en la xenofobia

Hay que librar una guerra sin cuartel al yihadismo y ganarla, pero nunca a costa de acabar con nuestro sistema de libertades

Apenas se supo la noticia del brutal atentado en Berlín, donde un camión embistió a un mercadillo navideño provocando 12 muertos y 48 heridos, un partido del llamado populismo de derechas, Alternativa para Alemania, se apresuró a intentar sacar rédito político de la situación culpando del mismo a la canciller alemana, Angela Merkel, por su política de generosidad con los refugiados, acusación que sólo basó en sus prejuicios y no en hechos concretos. Por su parte, el también populista de derechas y ex líder del Partido de la Independencia del Reino Unido -que impulsó el referéndum del Brexit y apoyó sin condiciones a Trump- Nigel Farage vinculó en Twitter la matanza con el "legado de Merkel". A estas alturas, ya no cabe duda de que la derecha xenófoba va a tratar de usar el terrorismo como una herramienta más de ir desgastando a los partidos que han convertido Europa en el gran espacio de libertad y prosperidad que sigue siendo en la actualidad: socialdemócratas, demócratas cristianos y liberales. Es evidente que los grupos yihadistas, especialmente el Estado Islámico, están intentando aprovechar las oleadas de refugiados para introducir en Europa a terroristas que cometan atentados como el del pasado martes en Berlín. En este asunto no caben actitudes adánicas y falsamente humanitarias, como las de muchas formaciones pertenecientes al llamado populismo de izquierda. Es obligación de nuestros servicios de Inteligencia y policiales controlar muy de cerca estos flujos migratorios y, en lo posible, detectar y neutralizar a los posibles terroristas. Eso sí, tampoco hay que olvidar que muchos de estos yihadistas no son refugiados, sino ciudadanos cuyas familias -la mayoría de ellas musulmanas- llevan en Europa dos o tres generaciones. Ahora bien, el que se controle de cerca a posibles terroristas -pertenezcan al colectivo que pertenezcan- no significa ni mucho menos que se acuse y hostigue a los refugiados, la gran mayoría gentes que han sufrido en sus carnes la violencia más injusta. Ayer mismo, la Policía alemana tuvo que poner en libertad a un refugiado paquistaní que había sido detenido como presunto conductor del camión que causó la matanza en Berlín, lo que el populismo había aprovechado inmediatamente para hacer la falsa analogía "refugiados igual a terrorismo". Todos tenemos que luchar contra estos prejuicios que hunden sus raíces en la xenofobia. Hay que librar una guerra sin cuartel al yihadismo y, por supuesto, ganarla; pero nunca a costa de destruir nuestro sistema de libertades, el gran logro del que puede presumir Europa.

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