El acuerdo contra la pobreza energética entre el Gobierno y el PSOE es una buena noticia por dos razones: la primera y más importante, porque aliviará la situación de las personas y las familias a las que la crisis ha golpeado con más dureza; la segunda, porque es una señal más de unos nuevos tiempos políticos en los que el diálogo entre el Ejecutivo y el principal partido de la oposición va a ser constante y fructífero. La aprobación del techo de gasto, la suspensión de las reválidas, la subida del salario mínimo, el anuncio de un pacto por la educación y, ahora, la prohibición de que se le corte la luz a familias vulnerables que no puedan pagar la factura son ejemplos claros de que los dos grandes partidos han comprendido el dictamen de las urnas.

Sin caer en la demagogia de los populistas, que han querido culpar a las compañías eléctricas de situaciones de las que no tenían ninguna culpa, el pacto contra la pobreza energética era de suma importancia para la credibilidad de nuestro Estado de bienestar. En la mente de todos está el trágico accidente del pasado mes de noviembre, cuando una anciana de Reus (Tarragona) murió al incendiarse su casa por culpa de una vela que estaba encendida al tener cortada la luz. Es sólo un caso concreto que no debe sacarse de su contexto, pero ejemplifica muy bien que la energía eléctrica ya es imprescindible para vivir con los estándares de bienestar mínimos a los que está acostumbrado el hombre occidental contemporáneo, como también lo es el agua corriente.

El acuerdo entre el Gobierno y el PSOE todavía tiene algunos flecos por resolver. Se sabe que la medida se aplicará según la renta, pero aún no se ha concretado la cantidad. En este sentido, tanto el Gobierno como la oposición deben de ser sumamente responsables en la aplicación de la media para no causar perjuicios innecesarios a las eléctricas.

El acuerdo contempla algo que es especialmente importante para Andalucía: no se reducirá a los meses de invierno. No hace falta explicar que, en muchos pisos y casas de baja calidad constructiva, el verano puede ser más agresivo que el más duro de los inviernos. Por desgracia, mantener mínimamente refrigerada una casa puede ser fundamental para la supervivencia de sus miembros, especialmente si son vulnerables, como ancianos, enfermos y bebés. En este sentido, el acuerdo contra la pobreza energética es un paso importante y, por tanto, sólo puede verse como algo positivo.

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