Los asuntos que el conflicto catalán no nos deja ver

El 'procés' ha hecho que olvidemos muchos de los graves problemas regionales, nacionales y mundiales que nos amenazan

Uno de los muchos múltiples efectos nocivos del conflicto catalán está siendo el de haberse convertido en una especie de agujero negro que reclama toda la atención de los medios de comunicación y la ciudadanía, impidiéndonos ver y analizar críticamente otros aspectos de la realidad que, como mínimo, podemos considerar como preocupantes. Problemas que afectan al medio ambiente a nivel regional y mundial, a las infraestructuras nacionales o a la preocupante deriva del Magreb que, aunque menos llamativo que la frustrada intentona separatista de los independentistas catalanes, nos afectan directamente como habitantes de Andalucía, España y el mundo.

Ayer, sin ir más lejos, al menos 15 personas (otras fuentes elevan la cifra a 17) murieron durante una avalancha humana en el sur de Marruecos, en la región de Esauira, que se produjo durante el reparto de comida organizado por una asociación local de solidaridad. En principio, parece ser una de "esas informaciones catastróficas" que afectan a países lejanos y exóticos y a la que no le damos mayor importancia. Sin embargo, dicha tragedia redunda en la creciente situación de inestabilidad que sufre el Reino de Marruecos, que, recordemos, está a sólo unos kilómetros de las costas andaluzas. Cuestiones como las revueltas de los bereberes del Rif, el desencanto con la gestión del país de Mohamed VI, que empezó bajo los buenos augurios de la modernización; el avance del islamismo radical, que es un proceso ya antiguo, o la evidente pobreza de amplios sectores del país (el suceso de ayer apunta claramente en esa dirección), mueven a la preocupación sobre el futuro de un país estratégico para la seguridad y la economía española.

Asimismo, durante estos últimos días, unos 15.000 científicos de todo el mundo han vuelto a avisar de la muy preocupante deriva medioambiental y del avance del cambio climático, que pone en riesgo, incluso, la supervivencia de la especie humana. Pese a las evidencias de que vamos hacia un colapso provocado por la sobreexplotación de los recursos naturales, la humanidad sigue en su deriva y, tras dos años de esperanza por el descenso de las emisiones de CO2, éstas han vuelto a subir en 2017. Mal dato.

Por dar una pincelada nacional, la manifestación del sábado de miles de extremeños en Madrid, denunciando la muy precaria situación de los ferrocarriles en esta región (ni un metro de vías electrificadas) nos ponen ante el espejo de una España que conserva aún importantes desequilibrios territoriales mientras tiene que dedicar su tiempo y recursos a sofocar la revuelta de los más privilegiados.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios