Tribuna

coronel soriano trujillo

Subdelegado de Defensa en Almería

CUANDO VENCIMOS A LOS APACHES

El presidio de San Agustín de Tucson, fundado en 1775, era uno de los situados más al norte del Virreinato de Nueva España, en la margen derecha del río Santa Cruz

CUANDO VENCIMOS A LOS APACHES CUANDO VENCIMOS A LOS APACHES

CUANDO VENCIMOS A LOS APACHES / diario de almería

En diciembre de 1779, una fuerza de unos 300 apaches atacó el presidio (fuerte) de San Agustín del Tucson, guarnecido por 15 dragones de cuera al mando del Capitán Allande y Saavedra, dando lugar a la que se conoce como Primera Batalla de Tucson. Confiados en su superioridad numérica, los apaches nunca pudieron pensar que los 15 españoles salieran del presidio a caballo y cargaran contra ellos, dando muerte a uno de sus jefes y forzándoles a huir. En 1782 se produjo la conocida como Segunda Batalla de Tucson, en la que esta vez una fuerza de unos 600 apaches atacaron de nuevo este presidio y, frente a unos 60 dragones de cuera, volvieron a ser derrotados. Pero no siempre la victoria cayó de nuestro lado.

El presidio de San Agustín del Tucson, fundado en 1775, era uno de los situados más al norte del Virreinato de Nueva España, en la margen derecha del río Santa Cruz, en el actual Estado de Arizona (Estados Unidos). Formaba parte de la red de presidios que delimitaba la frontera norte del territorio sobre el que el Virrey tenía un control efectivo, siendo la principal característica de esta frontera su extensión geográfica, desde Florida hasta la Alta California con una longitud de unos seis mil kilómetros, lo que la hacía muy permeable, difícil de controlar y en guerra permanente, no sólo entre nosotros y las tribus indias, sino también entre ellas.

Contando cada presidio con una guarnición media de 40 a 50 dragones de cuera, las fuerzas desplegadas para cubrir la enorme extensión de esta frontera apenas alcanzó el millar de soldados. Y aun con tan escasos efectivos militares, aunque nunca se logró la total pacificación, esta red de presidios contribuyó a asegurar un amplio territorio sobre el que se asentaron las nuevas poblaciones que fueron la base de algunas de las actuales ciudades estadounidenses.

La política que aplicamos en América de inclusión del indio, con todos sus abusos y errores, con el objetivo de reducirlos a pueblo, es decir, congregarlos en localidades de nueva planta, dio lugar a serios problemas en las regiones habitadas por tribus nómadas que rechazaron nuestra formas de vida, generando una dinámica de continuos enfrentamientos. Y esto es lo que pasó en los territorios de la frontera norte del Virreinato de Nueva España, habitadas por tribus nómadas como los apaches, que eran cazadores a los que les resultó más fácil robar el ganado de los colonos que ir de caza.

Basada la defensa de esta frontera norte en la combinación de presidio y dragón de cuera, este era un soldado que combatía alternativamente a pie o a caballo y se distinguía por la "cuera", prenda con la que se protegía y cuyo origen se remontaba al tiempo en el que se utilizaba coraza de hierro (peto y espaldar). Para preservar el cuerpo del roce del metal, bajo la coraza se vestía una prenda, especie de camiseta, de lana gruesa o gamuza. El agobiante calor y la fatiga de las largas marchas obligó al soldado a adaptar el equipo desprendiéndose de esta coraza y dejando como prenda defensiva la gruesa camiseta ya que, cuando estaba confeccionada con pieles de gamuza (seis a ocho capas), constituía una buena protección contra las flechas de los indios. Al principio, la cuera era larga hasta las rodillas, pero fue cambiando de forma y hechura a lo largo de casi tres siglos de uso, reduciéndose a finales del siglo XVIII a sólo la forma de una coraza de peto y espaldar.

Como protección y complemento de la cuera, el soldado utilizaba la adarga (escudo de cuero, ovalado o de forma de corazón), y como armamento, la lanza, espada ancha, daga, pistola y mosquete. Con la superioridad que les proporcionaba este equipo y el caballo, los dragones de cuera pudieron derrotar a los apaches y a los más belicosos comanches, aun en manifiesta inferioridad numérica.

Desde la expedición de Francisco Vázquez de Coronado a Nuevo Méjico en 1540 hasta el final del dominio español en 1820 cuando arriamos la Bandera, es decir, durante casi tres siglos, los dragones de cuera, duros soldados, aislados de la civilización y en medio de un mundo hostil, defendieron y mantuvieron el control de la frontera norte de nuestro territorio en América. Décadas después vendrían los compañeros del 7º de Caballería del General Custer a exterminar a los indios y a ocupar las ruinas de nuestros antiguos presidios. Por desgracia, del 7º de Caballería algo hemos oído, pero de los dragones de cuera, que eran los nuestros, poco o nada sabemos.

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