Tribuna

José María Martínez de Hado

Periodista y escritor

Vía crucis

España se despierta tiritando, desorientada, con la mirada puesta en las últimos autos, imputaciones y sentencias

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Vía crucis

España se despierta tiritando, desorientada, con la mirada puesta a las últimas imputaciones, declaraciones, autos y sentencias de los magistrados y jueces; Llarena, Lamela, de la Mata, García Castellón y tantos otros. De los juzgados y salas donde se juzgan casos de corrupción extrema en Andalucía, Valencia, Cataluña, Madrid y otras CC AA. La noticia, la gran interrogante y la respuesta viene de los juzgados y Audiencias, del Tribunal Supremo y del Constitucional. La maquinaria entera de la Justicia al servicio de la legalidad emanada del pueblo. ¿ esto es sostenible?. Más aún, ¿esto es soportable?. ¿España con el alma en vilo ante las decisiones judiciales? No tanto, pero es cierto que el presente y puede que el futuro, recae ahora sobre los magistrados, fiscales, Policía Nacional y Guardia Civil. Tranquiliza que esa pesada maquinaria funciona. Con sus tiempos y singularidades, pero funciona. Ahora como valladar único a la avalancha dispuesta a atropellar la Ley y el orden Constitucional. Al Estado mismo y al pueblo español en su conjunto. Y en esta palpitante realidad hay una pregunta inevitable que tantos se hacen, ¿qué pasa con el Gobierno de la nación?, ¿dónde está el Gobierno?. Hubo señales de vida y finalmente puso un huevo de pascua; el artículo 155 de la Constitución española. Tardíamente, apresuradamente y sin medir los tiempos de la agenda política tan estrechamente unida a la agenda judicial por las circunstancias excepcionales que vive España. Si el Gobierno imaginó que este sería el único muro de contención al desbordamiento constitucional en Cataluña de los sediciosos y tropa acompañante, se ha equivocado gravemente. Las decisiones del Presidente del Parlamento de Cataluña y políticos contumaces apuntan a la continuidad de los actos de ruptura desde las Instituciones catalanas. El Gobierno esgrime la normalidad en el discurrir diario de la Administración en Cataluña que funciona sin más esfuerzo que la rutina funcionarial. Pero no valora o así parece el devenir político de esa Comunidad Autónoma agitada por la soberbia irreductible de políticos sediciosos que quieren romper con el Estado español y así lo manifiestan dentro y fuera de España como único objetivo a corto plazo.

Este via crucis atraviesa el alma de millones de españoles un día tras otro ante la actitud funcionarial del Gobierno que parece decidido a no ejercer en la política española mas allá de su visión aferrada a los factores económicos obsesivamente señalados por D Mariano Rajoy. Y las cuestiones medulares que preocupan a la sociedad siguen ancladas ante la falta de acuerdos con la oposición, tan irresponsable como oportunista, o la pasividad del Gobierno para afrontar reformas necesarias y urgentes. Queda la sensación de parálisis parlamentaria y el calendario social apenas avanza. El Congreso y el Senado en estado de hibernación. Todo semeja un buque con los motores gripados a la deriva de las encuestas y sujeto a las presiones ultra nacionalistas de egoísmo sin límite del PNV o de Galicia , Valencia, Baleares incluso Asturias. Y en Cataluña en estado de emergencia política ante la pasividad o complicidad del PSC. El Gobierno se mueve por la inercia de aquellos acuerdos elementales de 1.978. Pero el impulso de aquellos acuerdos que dieron luz a la Constitución y a la democracia española están hoy pulverizados y desacreditados por la irresponsable actitud de la izquierda medrosa, el PSOE, y por el manejo experto de las redes sociales y la opinión pública de la izquierda extrema, separatista y anti sistema. Los sucesivos gobiernos del Sr. Rajoy no habían previsto el rumbo adecuado ante esta deriva que amenaza los fundamentos sociales de la convivencia. El Presidente del Gobierno ha mostrado durante todos estos años un claro y obsesivo propósito; el que todos conocemos. Y en ese propósito le acompaña la guardia pretoriana de Génova,13. Los inextinguibles Arenas, Villalobos, Vera, Arriola, y otros cuantos calificados por la opinión pública como lo que son. Poco importa que los votantes del PP se manifiesten en las encuestas agotados de depositar las papeletas para avalar que todo siga igual, en el Gobierno y en el partido. Y militantes hastiados de la situación anoréxica del partido y del Gobierno. Los cargos electos y nominados, enchufados y amigos, contienen la respiración ante cada encuesta. No importa nada de esto, las matemáticas de la ensoñación se imponen sobre la realidad política y el Sr. Rajoy, relajado y sonriente insiste que todo está bajo control y volverá a repetir en las próximas elecciones generales para ganarlas. Y no parece perturbarle que Albert Rivera muestre cierta distancia y le avise que la legislatura peligra. tampoco que, según las encuestas , los votos de Cs y del PSOE pudieran formar mayoría parlamentaria y de Gobierno. ¿Donde se fundamenta la seguridad de Rajoy? Los maliciosos dicen que en un acuerdo soterrado del IBEX ante el pánico de Cataluña, y lo que sigue de incertidumbre con elementos como Colau , Carmena, Iglesias, Gabriel,¿ incluso Pedro Sánchez?.También se rumorea de un pacto "forzado" entre los tres primeros partidos según las encuestas para la próxima legislatura que incluiría una agenda de reformas entre ellas la Constitución con las aportaciones de un comité de expertos apolíticos de reconocido prestigio. Pero todo esto son incógnitas que desesperan al conjunto de ciudadanos que claman el fin de este via crucis. La espiral a esta fecha es que los ciudadanos miran hacia el Presidente del Gobierno, que tiene todas las capacidades del poder, y el Presidente mira hacia el Constitucional, el Supremo, las Audiencias y los Juzgados, y no parece que mire hacia la Nación.

Estas imprevistas circunstancias se pueden dar cuando se encuentran en el mismo escenario; un partido que gobierna , otro partido que ha gobernado, y dos que quieren gobernar sin que se reconozca un liderazgo que empuje desde cualquier ideología y dentro del orden constitucional un proyecto para España. Claro, imaginativo, realizable y pactado en los grandes asuntos de Estado con los demás partidos parlamentarios.

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