Tribuna

José María Martínez de haro

Escritor y Periodista

La pesadilla continua en mayo

La pesadilla continua en mayo La pesadilla continua en mayo

La pesadilla continua en mayo

El viejo aforismo que todo lo malo puede ir a peor se cumple con escrupulosa puntualidad en Cataluña. Cuando la aplicación del artº. 155 parecía haber trasmitido cierta sensación de normalización administrativa, la larva del supremacismo secesionista ha seguido incubando guarnecida en la indolencia gubernamental y ha surgido una realidad palpable en los medios de comunicación públicos, en los centros educativos , en la actitud de los insurgentes y singularmente en las chulescas declaraciones del fugado Puigdemont y su amplia comparsa. Tristemente el ciclo del 155 ha resultado un fracaso desde la perspectiva institucional. El desbordado activismo secesionista se ha venido manifestando en calles, plazas e incluso edificios y empresas públicas sin la activa determinación de quienes prometían el fin de la pesadilla. La reciente designación de Joaquin Torra como Presidente de la Generalitat sitúa a los partidos constitucionalistas y a millones de españoles en el peor de los supuestos y es desde ahora una catástrofe de consecuencias inimaginables. Nada de la pesadilla vivida hasta ahora en las diferentes etapas del plan sedicioso; Jorge Pujol, Arturo Mas y Carlos Puigdemont , será comparable a lo que anuncia capaz de impulsar el tal Torra. A la postre Pujol ha resultado un vulgar ladrón, Mas un arrogante cuajado de vanidad y cautivo del "Padrone" y Puigdemont un astuto provinciano encumbrado en su necedad. Joaquin Torra es mucho más alarmante; tiene una amplia base intelectual y académica, es un católico a ultranza y sobre todo es un peligroso supremacista y racista imbuido de una idea redentora para Cataluña. Le falta un bigotito, pero supera al bigotito en capacidad intelectual aunque se asemeja en la perversidad de sus planes hacia una Patria excluyente. Odia profundamente a todo lo español y es capaz de reconocerlo públicamente. Resulta difícil tratar de racionalizar semejantes aberraciones en pleno siglo XXI. Pero como estamos viendo, Cataluña ha sido un criadero perfecto para el odio. Un odio incubado desde la escuela al instituto y finalmente la universidad. Un odio alimentado diariamente en TV3, en la radio, en periódicos y revistas. Un odio antiguo que los antropólogos identifican en criaturas primarias que desconocen los limites sociales incluso humanitarios y se refugian en un concepto falseado del mensaje de Jesús, amparados por el fariseísmo de la Iglesia en Cataluña , aliada sin rubor de esta horda rugiente. Un día habrá que investigar a los trece obispos y sus pastores descarriados.

La biografía y activismo de Torra daría para una tratado del nacionalismo racista en la Europa sin fronteras. Desvelaría los niveles que ha alcanzado erróneo tratamiento al nacionalismo en estos cuarenta años de democracia y pondrá de manifiesto la escasa altura política de UCD, PSOE, AP y PP para entender el peligro que se estaba alimentando con los Presupuestos Generales del Estado español. Pactos con Pujol, con Mas, con Puigdemont para sostener gobiernos a cambio de dinero público, competencias en educación y todos los instrumentos capaces de avanzar sin pausa hacia el golpe contra el Estado español. ¿lo reconocerán así los políticos implicados en este fraude?.

Las primeras declaraciones de Torra no ofrecen duda; amenazas, arrogancia y sobrada suficiencia para directamente desafiar las sucesivas sentencias del Tribunal Constitucional. Más aún, anuncia crear un órgano paralelo de "electos" ajeno al Parlamento catalán al estilo totalitario que ha puesto en práctica Nicolás Maduro. Y nombrar un Gobierno entre los que habrá encausados, fugados de la Justicia y delincuentes políticos varios. Y en pleno rapto de soberbia reta al Presidente del Gobierno español, el pasmado Rajoy, a que diga día y hora para levantar la aplicación del artº 155. En sus conocidos tuits durante años se llenó la boca de espumarajos para insultar y degradar a los españoles y en un artículo que publicó en 2012 en El Món, describía a los que no hablaban catalán como " carroñeros, víboras, hienas, bestias con forma humana". No es un político al uso, es un fanático puro, insobornable y feroz y por ello letal para la convivencia. Las reacciones a sus declaraciones y su discurso de investidura las resume mejor que nadie Inés Arrimadas en su magnífica réplica parlamentaria.

La historia reciente de Europa es la desatención a las amenazas del nacionalismo rampante. La intelectualidad europea creyó haber enterrado al monstruo que devoró el continente en el siglo XX. Los políticos incapaces de vislumbrar más allá del oportunismo cortoplacista han escondido la cabeza bajo las alas extendidas del nuevo ave fénix que resurge de sus cenizas. Primero en la antigua Yugoslavia con cientos de miles de víctimas mortales. Ocurrió en la Europa adormecida que no imaginó aquel horror ultranacionalista de raíz étnica y religiosa. No es mi propósito asustar a nadie, pero a la vista de los acontecimientos, algunos analistas de prestigio auguran que Torra sería capaz de llegar al enfrentamiento civil en Cataluña. Lo avisó Miterrand," el nacionalismo es la guerra". Y llegará hasta donde el Estado español le deje porque el único freno a este desvarío está en la fortaleza del Estado. Y no solo en el cumplimiento de las leyes, esto quedó ya muy atrasado, sino en frenar sin demora la renovada agenda de amenazas y desafíos.

Tienen una tarea histórica el Gobierno de la nación, el Parlamento y el Senado. De sus actuaciones en favor del orden constitucional dependerá lo que pueda avanzar la amenaza directa de Torra. Urge un pacto sin dilación ni complejos entre los partidos llamados constitucionalistas que abarcan amplia mayoría parlamentaria. Un pacto que permita sin demora la aplicación de nuevo del artº 155 si los hechos que anuncia Torra se llevan a efecto. Esta vez habrá que imaginar sin las condiciones que impuso el PSOE y que por la falta de energía política del PP y del Gobierno no se extendió a otros ámbitos de propaganda e influencia lo que ha permitido que siga creciendo el desafío.

Ningún Estado del mundo habría permitido semejantes retos que amenazan la integridad territorial y la igualdad. Ninguna nación del mundo habría soportado tales humillaciones, y ninguna sociedad de este siglo habría de sentirse tan despreciada, tan insultada y amenazada como lo están haciendo los golpistas catalanes y sus diferentes terminales de agitación. Esto ha de acabar de algún modo porque sencillamente será inimaginable que dejemos a las nuevas generaciones un semillero de odio como el que se manifiesta en Cataluña.

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