Tribuna

Manuel Peñalver

Catedrático de Lengua Española de la Universidad

La sucesión de Rajoy

Aquellas palabras del joven senador Jefferson Stmith siempre serán como el destino que encuentra su nombre en las páginas, que nunca olvidamos

La sucesión de Rajoy La sucesión de Rajoy

La sucesión de Rajoy

Nosé si el señor Rajoy habrá visto la memorable película, perteneciente al género del spaguetti western, El bueno, el feo y el malo, dirigida por Sergio Leone, que se estrenó en 1966. Fue interpretada por Clint Eastwood, Eli Wallach y Lee Van Cleef, con la música de Ennio Morricone. El bueno, Clint Eastwood, el Rubio, en la película (mal afeitado, con el sombrero, el cigarro, el poncho, las cartucheras, las botas y las espuelas), en aquellas inolvidables escenas, le dice a Tuco, el feo, en la película (Eli Wallach): «Dormiré tranquilo, porque sé que mi peor enemigo vela por mí». El enunciado, antes que otra cuestión, es una metáfora, que refleja interrogaciones de la existencia, que, mientras no se equivocan, llegan hasta donde se atreven. Cuando José María Aznar pensó en su sucesión, tenía tres candidatos: Rodrigo Rato, Mayor Oreja y Mariano Rajoy; mas, al final, el pontevedrés, con su silencio cómplice y su disimulo más allá de la ambición, se impuso. Ahora, cuando en los círculos periodísticos bien informados de la Villa y Corte se afirma que no será el candidato del Partido Popular en las elecciones de 2020 o de 2019, si se adelantan, aparecen las quinielas para señalar quiénes serán los posibles candidatos y, dentro de los mismos, quién, el bueno o la buena, quién, el feo o la fea, y quién, el malo o la mala. Los nombres que caligrafían las páginas de los instantes, que se perciben como eternos, por los famosos tiempos del presidente del Gobierno y del partido, son el de la intrigante vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, el de la ambiciosa, María Dolores de Cospedal, el de Alberto Núñez Feijoo, el de Pablo Casado, el de Cristina Cifuentes, el de Ana Pastor y el del ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, sin que se descarte la sorpresa.

Las dos mujeres, bien valoradas por Rajoy, cuentan con el obstáculo de que no despiertan simpatía entre los militantes. Estos prefieren un candidato o candidata, que cuente con su respaldo, que no tenga pasado y que presente un perfil, el cual ofrezca una imagen de renovación y de regeneración; la cual le permita recuperar el voto que, día a día, se va a Ciudadanos, como reconocen las últimas encuestas. A partir de ahora, la discreción será un aspecto esencial para llegar bien colocado a la carrera sucesoria. «Nunca apresurarse ni apasionarse. Sea uno primero señor de sí, y lo será después de los otros», escribía Gracián en su Oráculo manual y arte de prudencia, cuando la memoria de los días es el tiempo que pasa sin retorno hasta sumergirse, lentamente, en las páginas, que caligrafían los años. Algo debe ocurrir en el presente, para que comiencen los movimientos, los rumores y los comentarios. Destacados miembros del partido, desde su puesto privilegiado de observadores, reconocen que los datos de las encuestas son más verdaderos que falsos y que la corrupción, en sus diversos frentes, el fracaso de la todopoderosa vicepresidenta en la crisis de Cataluña y la incapacidad del Gobierno para hacer política están influyendo en la fuga del voto al partido de Rivera. Fiar el resultado de unas elecciones tan disputadas, a derecha e izquierda, como van a ser las próximas generales, solo a la economía es una apuesta, que puede dar muchas sorpresas; de ahí la importancia de acertar en la elección del candidato a la presidencia del Gobierno en el principal partido de la derecha.

Para cualquier candidato o político del PP, o de otro partido, la inolvidable película, Caballero sin espada (Mr. Smith goes to Washington, en inglés), dirigida por Frank Capra, debe ser un referente. Estrenada en Estados Unidos en mil novecientos treinta y nueve y en España en mil novecientos cuarenta y nueve e interpretada por la bella Jean Arthur (Clarissa Saunders) y por el genial James Stewart (Jefferson Smith), siempre será una memoranda antología de cine, de política y de periodismo. El joven senador Smith, que defiende con idealismo, pasión y amor a la verdad, los valores de la justicia, la igualdad y la libertad, se encuentra con obstáculos, que parecen insalvables, en su camino. Pero, con su fe en la democracia y los consejos de su secretaria, desafiará a los poderosos, para que el triunfo de la ética en la sociedad sea posible. Caballero sin espada ha sido una de las mejores películas de la historia del cine. Candidata a once categorías de los Óscar, logró el correspondiente al mejor guion. Entre el bien y el mal, entre la honradez y la corrupción deben prevalecer el bien y la honradez. Aquellas palabras del joven senador Jefferson Stmith siempre serán como el destino que encuentra su nombre en las páginas, que nunca olvidamos: «Las causas perdidas son las únicas por las que merece la pena luchar».

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