Tribuna

Manuel Peñalver

Catedrático de Lengua Española de la Universidad

El veintiuno de diciembre

La concordia, la libertad y la paz son palabras abstractas, pero su significado, no

El veintiuno de diciembre El veintiuno de diciembre

El veintiuno de diciembre

Son las ocho en punto de la mañana de este sábado almeriense de diciembre; entre la luz de este mar divino y mirífico, surge límpido como el agua de un venero, un poema de Benedetti en las fecundas sílabas, que se hacen inolvidables entre un silencio cómplice: porque eres mía, / porque no eres mía / porque te miro y muero / y peor que muero / si no te miro / amor / si no te miro. El veintiuno de diciembre se aproxima como un verso, sin rima o con ella, que hay que leer e interpretar en sus claves semánticas y pragmático-comunicativas para entender y descifrar los mensajes de unos y de otros: independentistas, separatistas y soberanistas, por un lado, y los constitucionalistas, por el otro.

O sea, los que quieren una Cataluña fuera del marco constitucional y los que la quieren unida a España, con el respeto a sus características y razones históricas. Me gustaría para escribir este artículo tener la pluma de Larra o Azorín, Valera o Max Aub, Camba o González- Ruano y Josep Pla o Vicent o Umbral, Raúl del Pozo o Jorge Bustos. Pero bastante es para mí tratar de escribirlo entre el recuerdo de Tom Wolfe y del gran Talese, los maestros del nuevo periodismo, mirando al infinito y viendo, desde mi ventana, las olas que van y vienen en simétrica armonía, como si fueran rimas becquerianas en la metáfora de los recuerdos, que permanecen como una lágrima en su llanto.

Las preguntas son inefables y espléndidas, mas (esta partícula adversativa apenas se usa en el español actual, por lo que los «pero» son tan ripiosos como reiterativos) también inexplicables e indescriptibles como párrafos enteros de Franz Kafka o fragmentos de Jonathan Franzen en los puntos y aparte de un día que busca su espacio imposible en la espuma de las horas, que llegan a buen puerto sin haber naufragado mar adentro. Mientras tanto, cuarenta y cinco mil personas piden en Bruselas la independencia de Cataluña. Rajoy, su Gobierno y Albiol contestan. ¿Quiénes ganarán las elecciones? ¿Los independentistas con Carles Puigdemont, de nuevo al frente? ¿Los constitucionalistas, con Inés Arrimadas, a la cual el Atlántico la convirtió en diosa en la playa gaditana de la Caleta entre la letra de Antonio Burgos y la copla de Carlos Cano? No falta mucho para saberlo. «Si he hecho descubrimientos invaluables ha sido más por tener paciencia que cualquier otro talento», dijo Isaac Newton, en esos momentos en los que la realidad y el deseo parecen dos palabras que se funden en una sola. Encuestas las hay desde hace tiempo y de distinto color y signo.

Esuerra Republicana de Cataluña, Junts pel Sí, Ciudadanos y el Partido Socialista de Cataluña tienen una intención de voto en la cual las diferencias no son destacadas. Convergencia y el PP se quedan rezagados con relación a los mencionados partidos.

Albert Rivera, que, nuevamente, muestra su perfil kennedyano, de centro y tan próximo al Partido Demócrata americano, ha manifestado que no entiende la postura de Iceta en el sentido de que no apoyará a la señora Arrimadas, si necesitare los votos socialistas para gobernar, cuando Ciudadanos ha apoyado al PSOE en Andalucía y hará lo mismo en Cataluña si el PSC obtiene más votos. Sin embargo, estas posturas pueden cambiar cuando, llegado el momento de formar gobierno, se inicien las conversaciones y el diálogo haga posible todas sus posibilidades. Hoy, por hoy, y los debates así lo confirman, lo cierto es que las heridas no han suturado y siguen estando vivas. Las diferencias entre independentistas y constitucionalistas son abismales. De esta forma, Turull le replica a Iceta: «Te presentas como si esto no fuera contigo: pero, mientras tú estabas bailando, a otros nos estaban esposando»

La economía, principalmente, la creación de empleo y diversos aspecto de otras área vitales en el presente y en futuro de Cataluña, como el turismo, se siguen degradando. Esto unido a la huida de empresas ha hecho que los daños sean incalculables. «El canto a la esperanza sigue siendo posible en medio de tanta nube. Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes», decía Khalil Gibran. «Es necesario esperar, aunque la esperanza haya de verse siempre frustrada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción», señalaba Samuel Johnson. La concordia, la paz y la libertad son palabras abstractas, pero su significado, no. Sería conveniente, que, ante la proximidad del veintiuno de diciembre, unos y otros lo tuvieran en cuenta. La política tiene muchos recursos para hacerlo posible. Sobre todo, cuando se aplica en su dimensión más humana y generosa.

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