Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

La cinta estática como metáfora

Correr como un líder perdido en una máquina es el mejor ejemplo de su estado; avanzar sin llegar a ningún sitio

No encuentro mi trabajo del máster. En serio se lo digo. Bueno, de ninguno de los dos. El primero fue sobre la entonces incipiente Unión Europea y el segundo sobre Periodismo. Pero tengo excusa. Han pasado más de veinte años y si contamos con que no me acuerdo de lo que cené ayer y que por entonces el correo electrónico sonaba a enchufar una carta, la verdad es que espero que el trabajo final de ambos haya corrido la noble suerte del vertedero. Soy un Cifuentes en toda regla.

Lo peor del caso del máster no es que la susodicha mienta con una facilidad pasmosa, que lo ha hecho, ni que comparta esa obsesión de la clase política, no ya por tomarnos por tontos, sino por llamárnoslo a la cara, lo más grave es que en un partido con innumerables cargos no haya habido nadie con la suficiente claridad mental para decirle: "hasta aquí hemos llegado; esto se ha terminado; presenta tu dimisión de manera inmediata". Bueno sí, sí la había. La secretaria general, en una convención montada para el risorgimento de un partido que se viene abajo, no tuvo mayor ocurrencia que pedir a los convencidos que asistían al mismo que defendieran "a los nuestros". Viniendo de la ministra de Defensa, de la principal responsable de que el fango en el que se mueven de un tiempo a esta parte no se extienda, es todavía más lamentable. Lo que todavía no entienden es que los suyos, somos nosotros; que ellos están para defendernos a todos de ese tipo de comportamientos; que no aguantamos ni un minuto más a ningún dirigente, sea del partido que sea y haya hecho lo que haya hecho, que nos mienta con semejante descaro. Los suyos, no son aquellos que les votan, somos también todos los demás.

El PP corre el riesgo de ucedizarse. No ve venir, no ya la marea naranja, sino un desapego social que tienen, no sé si imposible, pero sí muy complicado superar. Adolfo Suárez, empeñado únicamente en su continuidad, despreció las tormentas internas de un partido que se hundía. Rajoy, adalid del no hacer nada y dejar que las cosas se resuelvan por sí mismas, va por la senda marcada por el cursi al que se le ocurrió poner en Sevilla unas cintas estáticas para correr igual que su líder. No hay mejor metáfora; no pararse para no llegar a ninguna parte y encima ser aplaudido por ello y recibido como un líder que conseguirá, empeñado como está, hundirse sin remedio.

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