SIERRA DE CAZORLA

Viaje al nacimiento de los ríos

  • El Parque Natural ofrece al montañista varias rutas por parajes sobre los que pesan numerosas leyendas.

En el kilómetro 14 de la carretera de Vadillo a Pozo Alcón, en Jaén, dejando atrás el histórico puente de las Herrerías, nace el Guadalquivir a más de 1.330 metros de altitud, en la Sierra de Cazorla. Una enorme extensión repleta de poblaciones, restos históricos y lugares de interés natural muestran la belleza del parque natural, que destaca por la gran diversidad de especies en libertad y por sus rincones y rutas para practicar el montañismo, además de una amplia gama de deportes y actividades.

Distintas leyendas recorren esta zona, como la que protagoniza una princesa mora, cuyo padre cedió a un monstruo que habitaba en las entradas de la Cerrada de Utrera y que mataba el ganado. Así, durante el cautivo de la joven, un pinero consiguió verla y ambos se enamoraron. Tras un año, el mugido del monstruo volvió a oírse y la joven, asustada ante su posible muerte, corrió hacia la Cerrada de Utrera, de donde provenían los mugidos. El pinero, con su gancho para las piñas, corrió tras ella y, de repente, vio un monstruo con dos enorme cuernos que se le acercaba peligrosamente. El pinero ayudándose de su gancho, le atacó y consiguió tirarle al río, pero él también cayó. Desde entonces, dicen que todas las primaveras, en el aniversario de la desaparición del pinero, se tiñen de sangre las aguas del río y se ve inclinada sobre la hoz una muchacha.

No es la única ruta que se puede hacer por el parque. Otra transcurre por el nacimiento del río Mundo: cuatro kilómetros, ida y vuelta, que pueden recorrerse a pie en dos horas y media. El camino comienza en la explanada del nacimiento de este río, y, mirando al paredón de la cascada, hay que dirigirse a la izquierda y cruzar el río. Tras una subida, con un desnivel del 60 por ciento que salva la gran pared caliza que hay que ascender, y una caminata de una hora, se llega a la cornisa de este farallón calizo. Una vez aquí, la senda es llana pero es donde empieza el peligro, ya que es estrecha y bordea el precipicio que hay bajo los pies del senderista.

Más tarde se levanta la boca de la Cueva de los chorros. La naturaleza deja caer todo su peso aquí, pues, desde este punto, se divisa todo el paraje de la sierra de Alcaraz. Unos 150 metros de la cueva se pueden visitar sin riesgos. A partir de aquí, la pared de Cornelio Richard, espeleólogo valenciano, corta el paso y es recomendable volver.

En invierno, la cueva, que actúa como filtro de la lluvia, tiene una singular rareza por el fenómeno denominado reventón. Se trata de la salida de golpe de una gran cantidad de agua que provoca que en un día la cascada de los chorros multiplique por cien su caudal.

Misterios de la naturaleza.

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