Bajo Palio

Almería arropa con fervor a su Señor

  • Este año lo extraño ha sido ver al Cristo de Medinaceli sin las potencias, robadas en la casa de la Hermandad En la salida, miles de seguidores

LA plaza de la Catedral se volvió a convertir en el punto neurálgico de la jornada de Miércoles Santo, en un soleado día. Eran las 18:15 de la tarde como cada año puntuales las puertas del templo de la Catedral de la Encarnación se abrían y daba comienzo el tan ansiado miércoles santo. Los miles de devotos esperaban con anhelo la salida de los sagrados titulares de la Hermandad del Prendimiento.

El primero en abrir la estación de penitencia en la tarde primaveral fue el misterio de Nuestro Padre Jesús en su prendimiento, que lo hacía más grande con esos sones linarenses interpretados por los componentes de la agrupación Nuestro Padre Jesús de la Pasión de Linares (Jaén).

El siguiente paso en salir por la puerta de la Catedral de la Encarnación ante la mirada de los almerienses fue Nuestro Padre Jesús Cautivo de Medinaceli. Sin duda la imagen más seguida venerada y devota de Almería. Se trata de una obra de Antonio Joaquín Dubé de Luque que vino a sustituir a la anterior (1.986) que se perdió en un incendio sucedido en 1996.

Este año lo más extraño ha sido el ver a los dos primeros pasos de la hermandad del Prendimiento sin potencias, ya que cabe recordar que fueron sustraídas en un robo que sufrió este año la casa hermandad.

Para cerrar el cortejo hacía salida el trono bajo palio de la imagen de Nuestra Señora de la Merced -talla de Antonio Joaquín Dubé de Luque- a los sones de la banda de música Santa Cecilia de Sorbas.

Uno de los momentos más destacados del desfile procesional -y llamativo- fue llegando a la calle Real cuando empezó a caer un lluvia de flores, un acto que ha sido organizado por el grupo joven de la hermandad.

El caminar de la hermandad discurrió por las calles de la ciudad arropado por sus fieles que los llenaron de oraciones, promesas y agradecimiento por peticiones escuchadas. También se escucharon oraciones hechas canción la voz de diferentes saeteros. Entre ellos, María Canet que cantó minutos después de que a la hermandad le fuese concedida la venia y bendición para comenzar el desfile procesional.

No era hasta pasada la media noche cuando por la plaza de la catedral volvían a resonar los sones de las bandas de la hermandad del prendimiento que anunciaba un encierro apoteósico, y con un andar lento y reposado la hermandad hacia un año más su entrada en la capilla del prendimiento.

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