Bajo Palio

'Juga de Bandera' por La Cardoncha

  • Abla celebra el Domingo de Resurrección este acto, único en la provincia cuyos orígenes son del siglo XVI

La hermandad del Resucitado de Abla reúne tres peculiaridades distintivas de la Semana Santa almeriense: sus orígenes (s. XVI), su formación de milicia-hermandad y su carácter como cofradía de pasión y gloria. Sus orígenes se remontan a la milicia concejil de 1572, integrada por vecinos armados para la defensa y seguridad de la población. Esta formación cívica armada se constituyó en el siglo XVII en hermandad religiosa, como era usual en la época, bajo la advocación del Resucitado, de modo que el Domingo de Resurrección, festividad de esta milicia, tenía lugar el ceremonial religioso-miliciano que ha sido transmitido de generación en generación, aunque la reforma parroquial de 1947 modificase la tradición antigua.

Con la supresión de las milicias en el siglo XIX siguió subsistiendo como hermandad religiosa y conservando internamente su esencia miliciana. Del pasado miliciano persiste actualmente en la Hermandad el carácter militar de los empleos, la enseña miliciana, las armas enastadas de época, el uso de peculiares prendas de uniformidad como el capotillo, su función de escolta en las procesiones, etcétera.

La Hermandad está compuesta por cinco Hermanos Mayores con sus insignias correspondientes: El Capitán ostenta el bastón de mando, el Reformao carece de atributos, el Abanderado porta la bandera, el Sargento lleva la alabarda y el Cabo-escuadra la partesana; el resto de los miembros integran la tropa o comunidad.

Los miembros visten con la uniformidad de milicia de la época: casaca, calzonas, calcetas y capotillo negros, cubiertos con sombrero de igual color. También llevan como distintivo una banda que cae del hombro derecho al costado izquierdo de color negro, en un lado para el luto y en el otro encarnado que lucen de gala.

Una peculiaridad es el privilegio inmemorial de no descubrirse en la Iglesia, excepto en la Consagración. Merece especial atención su particular bandera dividida en cuatro franjas horizontales: roja, amarilla, blanca y azul, centrada con una cruz verde de brazos iguales y rematada en pica con lazos de igual color. Esta modalidad de cruz resulta inusual en vexilología española.

Cada año en Viernes Santo, la Hermandad de riguroso luto asiste al Desenclavamiento con la bajada de la cruz al Cristo yacente para ser introducido en la Urna Sepulcral, concurriendo a continuación a la procesión del Santo Entierro con escolta y de luto. En la Misa de Resurrección, se cambia el luto por la gala con la entronización del Resucitado en la Iglesia a hombros de miembros de la Hermandad.

El Domingo de Resurrección, durante la celebración de la Santa Misa, se procede a la ofrenda de uvas y chumbos y a la rendición de armas en la Consagración. Durante la procesión la imagen del Resucitado es escoltada por la alabarda y partesana, celebrándose en la plaza de San Antón el tradicional encuentro donde el abanderado juga la bandera a redoble de tambor.

Finalmente, al encerrarse la comitiva religiosa, tiene lugar en la placeta de la Iglesia la ceremonia de La Cardoncha, donde se procede a la Juga de Bandera con habilidad y destreza por los cofrades, que conlleva la imposición de las tradicionales sanciones, el ritual del Cambio de Insignias, en el que tiene lugar la escapá del abanderado, la inscripción formal en el Libro de Hermandad por los Hermanos Mayores entrantes y finaliza el acto con el obsequio de un manojo de cardonchas al Capitán saliente, que procede entre vítores a la exaltación de esta tradición ancestral.

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