fiñana

A tropel con Nuestro Padre Jesús

  • Esta procesión es una de las más singulares del municipio

  • Como estreno, la imagen iba sobre el que será su futuro trono, que se encuentra en su primera fase

Todos de blanco con sus esparteñas también blancas, medalla al cuello y fajín morado en la cintura. Así se identificaba al grupo de hombres y mujeres que la noche del Miércoles Santo portearían la imagen de Nuestro Padre Jesús, una talla antiquísima que data del año 1.725 y que fue restaurada en el año 2012 en los talleres de Restaurolid Ibérica de Valladolid. Un proyecto que cumplió el deseo de una Hermandad, que ya procesionaba en tiempos de guerra, pero que decayó un largo tiempo hasta que un grupo de fieles decidieron darle un impulso y reorganizarla. Fue entonces cuando Fiñana volvió a ver en la calle una de sus procesiones más antiguas, la del Tropel. Una peculiar procesión, seña de identidad de la Semana Santa fiñaní, que se recuperó en el año 2009 y desde entonces hasta ahora ha ido in crescendo.

Tanto es así que como estreno destacado este año, Nuestro Padre Jesús iba encima del que será su futuro trono, que aún se encuentra en su primera fase pues se ha adquirido el armazón. En años venideros vendrán nuevos trabajos para su revestimiento. También nueva era la Cruz de Guía y también las medallas de los costaleros son novedades este año.

Los braceros caminan a paso ligero y hacen en 50 minutos un recorrido de unas cuatro horas

Este miércoles, ante la atenta mirada de todo un pueblo agolpado en la plaza de la Constitución y otros rincones destacados, como la ermita de San Antón, la Hermandad Sacramental de los Misterios de la Pasión de Jesucristo sacaba la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno atado a la columna, que vestía túnica granate.

Traspasado el dintel del templo, los costaleros levantaban el trono y sonaban los aplausos del público. Hasta aquí todo hacía indicar que daba comienzo una procesión al uso, pero sepan que no es así y la razón, muy sencilla. El paso de los anderos no era lento y pausado como estamos acostumbrados, sino todo lo contrario. Como bien indica su nombre, Tropel, los porteadores avanzaban de forma rápida, siempre bajo la mirada de su capataz.

En tan solo unos 50 minutos, realizaban un itinerario, que en una procesión normal precisa de unas cuatro horas, según cuentan algunos de los presente, y que les llevaba desde la iglesia hasta la Ermita de Ánimas, para después desde este emblemático rincón visitar la de San Torcuato y desde ahí tomar el camino de su regreso al templo, donde se guardaba la imagen, que anoche volvía a procesionar.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios