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Serio aviso para el mes de enero

  • La ineficacia ante el gol, que la hubo, no debe esconder las carencias ante un rival que jugó 55 minutos con uno menos · Sin Zokora ni Kanoute, el 4-4-2 no sirvió ante la nítida lección táctica de Mendilíbar

El Sevilla puede terminar la jornada fuera de los puestos de Champions. Cuando el calendario deparó dos partidos seguidos en el Sánchez-Pizjuán ante el Málaga y el Valladolid pocos podrían pensar que un equipo que es tildado, desde fuera y desde dentro, como una alternativa a los grandes iba a regalar cuatro puntos. Sin embargo, así ha sido. Ante los costasoleños, los análisis coincidieron en culpar a la falta de acierto ante el gol. Frente a los pucelanos hay que buscar otras razones. Tampoco hubo eficacia, pero en esta ocasión el Valladolid obtuvo parte del botín al resquebrajar el sistema de 4-4-2, que, sin Zokora ni Kanoute, careció de posesión y profundidad. Y eso que jugó 55 minutos con un jugador más, algo que sólo supo aprovechar al final. Un serio aviso para enero.

Había mucho interés en ver cómo funcionaría el equipo sin Zokora, que era baja por sanción. Y el ensayo con Lolo y Renato, la misma pareja que triunfó a lo grande en San Mamés, fue nefasto. José Luis Mendilíbar, un entrenador con magníficos conceptos futbolísticos, creó una maraña en la medular imposible para un equipo que, con el 4-4-2 puro, necesita más compromiso de todos sus jugadores para no verse engullido en el centro. El Valladolid adelantó las líneas, todos metieron el hombro para presionar arriba y en la primera mitad, antes de la expulsión rigurosa de Borja, llegó a jugar con nueve futbolistas en el campo del Sevilla. Lógicamente, eso cambió con el paso del tiempo y el cansancio, pero entonces siguió sin haber la suficiente claridad y, cuando la hubo, apareció la falta de eficacia, sobre todo en la figura de Kone, que marró dos jugadas de mano a mano clarísimas. No es delantero.

No es la primera vez que sufre el Sevilla cuando Negredo y Luis Fabiano juegan juntos. A diferencia de Kanoute, ninguno de los dos tiene la suficiente presencia en la línea de tres cuartos como para ofrecerse y ayudar a Renato en la circulación del balón. El franco-malí partía con el cartel de titular antes de que unas molestias en el codo lo sacasen de la convocatoria. Y una de las razones principales para esa titularidad era precisamente su mayor compromiso con los hombres de la medular, que iban a echar en falta el desahogo que siempre ofrece Zokora. Pero Jiménez se vio obligado a ubicar de nuevo a Negredo junto a Luis Fabiano, como ante el Villarreal, cuando entre Kanoute y Adriano deshicieron el entuerto, o ante el Málaga, día en el que la salida del lyonés codayuvó al empate final.

Pero Luis Fabiano y Negredo son idénticos en un vicio peligroso: su descarado instinto de matador del área. Corría el crono y los dos jugadores veían desde la frontal cómo sus compañeros se las veían tiesas para intentar acarrearles balones, mientras ellos se acomodaban al remate de centros imposibles. Luis Fabiano es mejor rematador y además sí participa, pero su compañero olvidó que el delantero también es futbolista, es decir, que también ha de participar en el juego.

Con el baño táctico del Valladolid, se comprobó que el Sevilla tiende a partirse en dos cuando actúa su pareja de killers más definidos, esa que forman Negredo y Luis Fabiano. Éste, al menos, participó, marcó de penalti y falló un cabezazo nítido a centro de Jesús Navas. Negredo no se puso ni una vez de gol y nunca ayudó, ni siquiera eso.

Luego salieron Romaric y Kone, otros dos que pueden irse a la Copa de África. El primero intentó dar más verticalidad con pases interiores, pero entre un par de fueras de juego inexistentes y su falta de ritmo se diluyó. Y el segundo demostró que no es un rematador. Lo cierto es que la advertencia no pudo ser más seria respecto a ese periodo en que la Copa de África privará al Sevilla de dos piezas clave: Zokora y Kanoute, que el curso pasado hizo un hat-trick, el primero en la Liga del lyonés, ante un Valladolid que también dio problemas. Ayer hubo falta de eficacia, sí, pero frente a 10 hombres durante 55 minutos un aspirante, una alternartiva, debe mostrar más. Ganó Mendilíbar.

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