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Sufrimiento innecesario

  • Vitales: El Sevilla da otro paso hacia su objetivo tras imponerse al Almería en un partido que controló hasta la recta final · Ocasiones: Aunque Negredo perdonó, los sevillistas tuvieron las opciones más claras

Agónico triunfo de un Sevilla que da un nuevo paso hacia su objetivo de meterse en la próxima edición de la Liga de Campeones. Ya le queda una victoria menos para conseguirlo con el campeonato liguero metido de lleno en el último tercio del mismo a pesar de que el conjunto de Jiménez, con un buen fútbol en muchas fases del encuentro, sufrió en el último tramo frente al Almería. Pero supo conservar al final la ventaja para mandar al limbo del olvido el malhumor por la reciente eliminación copera.

La vida sigue, pues, y el Sevilla continúa con esa racha abierta de victorias en la Liga, donde acumula cuatro consecutivas, a pesar de todos los pesares. Porque el conjunto nervionense se tuvo que topar ayer con múltiples factores, tanto endógenos como exógenos, para concluir ese choque contra un batallador Almería con tres puntos más que merecidos en su casillero. La pregunta surge con prontitud: ¿Cuáles fueron los factores que manaban desde el interior del propio Sevilla y cuáles eran los que provenían del exterior?

De fuera, como es lógico, podían acusar los nervionenses la fatiga, sobre todo psíquica, por el partido del miércoles frente al Athletic, ya que una derrota de semejante calado es lo que carga más las piernas de los futbolistas. Pero eso, de cualquier manera, pertenece al reino de lo incontrolable y todos los equipos pueden apelar a factores de semejante índole en este o aquel partido. Menos explicación tiene, sin embargo, las decisiones propias que juegan en contra del desarrollo de un partido de fútbol. Está claro que lo anterior tiene relación con la medida que ordenó Manolo Jiménez en el minuto 64 del choque.

Restaba media hora para la finalización del duelo, el Sevilla se había puesto con un tranquilizador, en teoría, dos a cero gracias al tanto de Renato y el técnico sevillista cree conveniente darle minutos de juego a Luis Fabiano. Hasta ahí todo puede ser catalogado de lógico, ya que el conjunto sevillista necesita recuperar a un goleador así y éste, por supuesto, debe recuperar el ritmo de juego. Lo que resulta increíble es que la permuta sea por Romaric para que Renato pase al centro del campo para acompañar a Duscher y Kanoute se mueva en la posición de segundo delantero. Una de dos, o se tenía que ir el propio Kanoute o tenía que salir otro medio centro por Romaric para hacer más fuerte al equipo.

Pero no, fue Luis Fabiano por Romaric, todo muy correcto de cara a la galería, pero, conociendo los pensamientos futbolísticos de Jiménez, ¿cómo se puede explicar semejante destrozo a un equipo? Aunque las mejores ocasiones fueron locales, el desarrollo del encuentro se encargó de demostrarle al propio entrenador sevillista que el riesgo que había corrido era exagerado, que no había razón para ese trueque tan ofensivo en las piezas. Apenas seis minutos después, Negredo recortó las distancias por la sencilla razón de que Renato ya no llegaba a tiempo en el medio centro, como tampoco lo hacía Duscher, y el Sevilla se vio condenado a un sufrimiento innecesario tras el dos a cero.

Cierto que se podrá alegar que Luis Fabiano tuvo oportunidades de sobras para haber liquidado aquello tras el 2-1, que las tres opciones de gol más claras pertenecieron al delantero paulista y fueron abortadas por Diego Alves en los minutos 80, 86 y 89, pero el Sevilla vivió a partir de ese momento al filo de la navaja y, afortunadamente para los suyos, no llegó a cortarse. El agujero en el centro del campo, mermado ya por la falta de físico originada por el esfuerzo del pasado miércoles, exigía un refuerzo en esa zona, pero, claro, Fazio estaría en la grada viendo el partido como espectador y tampoco existía un pivote específico para fortalecer esa parcela del terreno de juego tan importante. Cosas del fútbol.

Todo eso sucedió, sin embargo, después de un buen partido del Sevilla. Jiménez optó por una táctica similar a la que apostó frente al Atlético antes de la brecha de Romaric y su equipo, con el marfileño por la izquierda en el arranque, desarrolló un fútbol bastante moderno. Con un control absoluto del balón en el primer periodo; con una gran movilidad de las piezas arriba, pues las posiciones jamás eran fijas; con un Perotti que desequilibraba al rival por todos lados; con una gran tranquilidad atrás; con el aporte de Konko en ataque para equilibrar el juego defensa-ataque, con muchas facetas interesantes en definitiva. Sólo se echó en falta algo de hambre ante el gol, pero el Sevilla se puso ganando muy pronto.

Pero restaba una segunda parte vibrante. El Sevilla se mereció el segundo en el arranque antes de hallar cumplida respuesta en un Almería que tuvo sus dos grandes ocasiones en un minuto a través de Uche y Negredo. Renato falló después a puerta vacía antes de sentenciar. O, al menos, eso parecía antes de que entrara un delantero por un medio centro con dos a cero en el marcador. Ahí se inició el sufrimiento por la sencilla razón de que, a veces, es mejor tomar decisiones impopulares de cara al espectador y mejores para el equipo, que es lo que se trata. Aunque el triunfo final es realmente lo único que cuenta y el Sevilla ya tiene un partido más cerca su objetivo de volver a meterse en la próxima Liga de Campeones.

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