Sevilla-espanyol · la crónica

Otra goleada para creer (4-1)

  • Como sucedió antes de la remontada ante el Betis, el Sevilla logra un 4-1 que impulsa su convicción cara al Oporto. Los tantos de M'Bia, Gameiro (2) y Rakitic dejan Europa a punto.

Para qué cambiar un guión que funciona. Por qué no repetirlo a ver si vuelve a sonar la flauta. Y como sucedió en vísperas de visitar al Betis en la vuelta del euroderbi, despachó a su rival liguero con un 4-1 que obra como inmejorable estímulo. La goleada al Espanyol da un giro de tuerca en la convicción del sevillismo de que el Oporto puede hincar la rodilla el próximo jueves en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Y de nuevo el coliseo de Nervión escenificó ese momento mágico, de comunión entre grada y equipo, para empezar a gestar esa nueva remontada. 

¿Tendrá su reflejo la cómoda victoria de ayer en la durísima batalla por entrar en las semifinales de la Liga Europa? Sólo el tiempo tiene la respuesta. Las crónicas versan sobre hechos, no suposiciones. Y un hecho impepinable es que este Sevilla de Unai Emery solventó la papeleta de ayer sin molestos efectos secundarios en forma de lesiones o de tropiezos inesperados que minaran la moral cara al Oporto. 

Todo salió a pedir de boca. Bacca jugó su horita para soltar piernas y tener fresco en la retina el escenario donde librará ese cerrado pulso con Mangala; M'Bia jugó un partido entero porque le hace falta adquirir fondo para dos partidos de aúpa, el de los portugueses y el derbi el mediodía del Domingo de Ramos; Rakitic, por su parte, descansó porque así lo aconsejaba el frenesí en el que lleva enrolado toda la temporada, y salió media horita a trotar, como en aquella tarde en Almería. Entonces, el croata dio un gol a Gameiro y ayer, prefirió hacerlo él. 

El francés, por cierto, se resarció de su fallo en Do Dragao y firmó dos golazos que deben servirle también para afrontar con más confianza ese asalto a la semifinal. Todo sumó a la causa para armar un Sevilla más seguro de sí mismo cuando asome el jueves por la bocana de vestuarios todo un ilustre del continente. Falta hará. 

El Oporto no es el Espanyol. Ni la presión por lo que hay en juego es la misma que la que ayer soportaron los sevillistas. Flota en el ambiente que el equipo de Emery, ya por pura inercia, va a renovar su pasaporte continental con vistas a la próxima temporada. Y el mensaje es claro: no marcarse como objetivo cazar al Athletic, sino ir ganando partidos hasta que se vean las caras en San Mamés dentro de tres jornadas. 

El fuerte calor, la acumulación de esfuerzos y la necesidad de dosificar por los dos envites que aguardan en la semana que hoy arranca restaron brío al fútbol de los blancos, que además se vieron sorprendidos por la salida de los periquitos, más audaces de lo que acostumbran con Javier Aguirre. Simao sí tenía ganas de jugar ayer y se animó entre líneas, como Sergio García, a quien Nervión siempre le dio muy buena onda. 

Pero este Sevilla tiene dinamita pura cuando el balón está parado junto al banderín o cerca del área contraria. Y esta vez fue en un saque de esquina bien botado por Trochowski desde la derecha. Corría el minuto 18 y M'Bia atacó la pelota con fiereza. Su violento cabezazo fue apenas indetectable para el inexperto Germán. 

No se desanimó el Espanyol y siguió a lo suyo, tejiendo juego en el mediocampo de los sevillistas, que se pertrecharon con ese 4-4-2 que ayer eligió Unai: Trochowski como falso extremo derecho, Iborra más anclado, M'Bia tratando de cambiar de ritmo y Vitolo partiendo desde la izquierda, pero con libertad para aparecer por todo lo ancho. Así, el canario irrumpió por la derecha en un saque de banda de Figueiras para servir un buen centro al segundo palo. Gameiro controló con el pecho y tal como bajaba el cuero, conectó una seca volea junto al palo derecho. Era el último minuto de la primera parte y parecía que ese 2-0 sofocaba ya al animoso Espanyol, que un cuarto de hora antes pudo empatar con una falta directa que Simao envió a la cepa del palo izquierdo de Beto. 

Pero la segunda parte empezó con un doble error defensivo, de Figueiras en un mal control y de Fazio al arriesgar ante Stuani en el área. Un penalti que Sergio García aprovechó para burlar a Beto. 

Al menos, ese gol sirvió para que los sevillistas mantuvieran la guardia alta atrás. Sólo Córdoba inquietó con un fuerte tiro tras pérdida de M'Bia. Entonces, acababa de saltar a la hierba Rakitic. Y con él, el dinamismo. El equipo es otro con su líder y se animó. Hasta Marin se sumó a la fiesta con su primorosa pared con Gameiro, la sentencia en el minuto 84. Acabó el partido y la grada vibró, como tras ese 4-1 al Valladolid. Se ven en Europa otra vez. Y se ven capaces de otra remontada para acercar el sueño de la final. "¡Échale h...!".

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