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La espada de Montecristo HH 17.00 13 TV G.I.Joe H 22.10 La 1 Gladiator HHHH 23.50 neox

Esta fue la adaptación de un bestsellerde Nelson Deville que tiene a Travolta y a Stowe, dos actores bastante maltratados por el sistema, investigando, con límite 36 horas, la violación y asesinato de una joven. A West se le agotó bastante el crédito tras firmar Con Air. Aun así, con esta película le fue bastante bien en taquilla y con críticas aceptables. Los escándalos institucionales y el conflicto civil-militar, con muchos sospechosos, casi siempre rinden muy bien en Hollywood.

Aunque ya en Abyss Cameron había comenzado a experimentar con los pioneros efectos especiales digitales, será en esta segunda entrega de su asesino cibernético venido del futuro donde decida apostar por una tecnología que marcaría indefectiblemente los límites de su carrera como creador de imágenes. Si Terminator era una interminable pesadilla nocturna sobre la posibilidad de cambiar el futuro antes de que hubiera comenzado a escribirse, en esta segunda entrega prefiere sobredimensionar su criatura hasta hacerla prácticamente irreconocible frente a un malvado que adopta la forma y aspecto de cualquier material. En su momento todo lo vertido aquí causó una honda impresión palomitera.

Adaptación de desarrollo irregular, y con actores por debajo de su nivel, en coproducción con México y Cuba. Valle-Inclán se diluye en una cinta de tintes proféticos. El dictador Santos Banderas es un hombre solitario que vive rodeado de intrigantes y aduladores. Las fuerzas rebeldes están cada vez mejor organizadas y el hecho de que Santos sea el responsable de la muerte del hijo de un pobre indígena hace estallar las iras del pueblo, que lo convierte en un símbolo.

Después del 11-S el terrorismo dejó por algún tiempo ser contexto argumental para la tecnología de Hollywood y sus lugares comunes de ficción. Tony Scott en 2006 ya consideraba las heridas cicatrizadas y se ponía manos a la obra para hermanar un thriller de terrorismo con

una película de ciencia ficción en la que se pretende

manipular la sustancia temporal de manera no muy original. Washington

encarna a un policía talentoso e intuitivo al que el FBI confía su último artilugio tecnológico, una máquina que ve el pasado.

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