Morante de la Puebla. Matador de toros de lidia

'Cuando uno torea mejor es cuando está con la emoción a flor de piel'

  • El espada sevillano torea esta tarde en la remozada plaza de toros de El Puerto con Alejandro Talavante y Borja Jiménez la corrida de toros de Santiago Domecq Bohórquez.

Esta tarde torea en El Puerto el matador irrepetible. Llega a la Plaza Real puntual a nuestra cita, como un rey del toreo con un panamá por corona y un bastón como cetro. En la arena entrenan profesionales y aficionados. Morante responde y los mira, admirado de la nueva Plaza Real.

-En esta semana nos ha dejado a quien fue su apoderado, Miguel Flores.

-Fue quie me dio a conocer en las plazas importantes. Yo salía de una relación con Leonardo Muñoz, que se podría decir que me hizo torero, aunque no del todo porque nunca terminamos de aprender. Me puso a torear de novillero y toreé muchísimas novilladas, pero la mayoría eran en pueblosn . Era el momento de dar el salto. Fue de la mano de Miguel Flores. Yo era un chiquillo de 15 años. Fue a verme al campo, porque le hablaron a ver si se hacía cargo de mi carrera. No recuerdo si ese día estuve bien o no, me acuerdo que me pegó una voltereta muy grande un toro, pero a raíz de ahí se hizo cargo de mí y me dio a conocer. En Madrid, donde toreé muchas tardes, tenía muchas relaciones con taurinos como Manolo Cano. Era un taurino muy respetado y cultivó mucho esa afición suya y esos ademanes que tenía de torero retirado de arte, aunque nunca fue torero profesional pero sentía el toreo como cualquier otro torero.

-¿Qué evoca hoy de aquellos primeros años .

-Eran otras las inquietudes. Lo que quería era triunfar y, como se dice vulgarmente, cortar las orejas y seguir toreando; seguir creciendo. Sin salirme de mi estilo, porque creo que he tenido siempre un estilo bastante acusado, pero mis inquietudes y miedos eran seguir triunfando y no acabar de triunfar.

-¿Qué le gustaría volver a vivir de toda su trayectoria?

-Me gusta mucho la niñez, tuve una niñez muy feliz, con muchos sueños e ilusiones. Es la época que más me gusta recordar. La edad de ese chiquillo que está toreando de salón ahí en el ruedo. Ya después vienen los problemas y uno, que empieza, no se da cuenta de lo difícil que es ser torero. Pero esa época de sueños es la que más añoro.

-Este año su temporada es distinta, se la ha planteado toreando menos que el año pasado, o lo distinto fue el año pasado.

-Los toreros, las figuras, siempre han toreado mucho. Ahora es cuando menos se torea debido a la crisis y a todo este tipo de cosas que hacen muy difícil que se den corridas de toros en los pueblos como antes. Decidí torear menos por centralizar mis esfuerzos e ilusiones y por darle un mayor enfoque a mi toreo en las pocas tardes que voy a torear.

-Veo que le gusta como ha quedado la Plaza Real reformada.

-Me ha encantado. Ahora mismo está preciosa. Con un colorido y una luminosidad que el que haya venido otras tardes y venga de nuevo se va a sorprender sin duda. Ha sido una labor muy buena la que han hecho. No sé de qué parte viene pero la verdad es que ha sido una idea maravillosa y todo un esfuerzo mantener esta plaza en su versión original. Es una maravilla.

-No habrá olvidado su primera tarde en este ruedo. Ese día nos dio un susto grande.

-Sí. Esa tarde vine con Leonardo Muñoz.

-Y mucha gente de La Puebla.

-Un montón de autobuses, mucha gente de mi pueblo. Me acuerdo yo de un novillo bueno, de Joaquín Barral, el segundo, me pegó una voltereta tremenda, no: el primer novillo mío. Y me dejó inconsciente. Tengo el recuerdo de estar en la enfermería y querer salir y no poder, y los mareos… Recuerdo la ilusión con la que vine y aquella fue la primera vez que tuve la suerte de pisar este ruedo.

-Aquí ha vivido grandes acontecimientos, los mano a mano con José Tomás o Manzanares o la tarde de la silla...

-La mayoría de los recuerdos en El Puerto son todos buenos, quitando alguno como una cornada que me dio aquí un toro. Pero siempre ha sido para una plaza talismán, donde el público ha sabido apreciarme mejor que en ningún otro sitio, incluso mejor que en Sevilla, o que en Jerez. No sé. Esta plaza tiene un imán conmigo y yo con ella especial y solo hacer el paseíllo y ver ese tendido, y esos entendidos, me llena de emoción. Y está claro que cuando uno mejor torea es cuando uno está con esa emoción a flor de piel y esa ilusión.

-E.n eso está usted de acuerdo con Joselito, un día de toros en El Puerto.

-Joselito como decía, no era solo en la plaza. Era el día. Y es así porque aquí se vive la corrida desde por la mañana: se ven los aficionados, se habla de toros, se habla del arte. Joselito se refería a todo en conjunto. Venir a El Puerto a los toros es como venir a disfrutar del arte y entrar en esta joya monumental, en este museo. Después las cosas saldrán mejor o peor pero solo venir y ver el paseíllo merece la entrada.

-Ha prologado este año 'El arte de birlibirloque' de Bergamín, libro joselitista por cierto.

-El libro tiene muchas vertientes. Ese doble estilo, el clásico de Joselito y el más barroco o castizo, como le llamaba Bergamín, de Belmonte. El libro mezcla filosofía, poesía, y el verdadero arte de torear, por lo menos el que a mí me emociona, que es el arte del movimiento. Es un libro que se conocía muy poco. Tuve la suerte de leerlo y quise apostar por él. Creo que tiene una verdad y una categoría que no tiene ningún otro libro de toros que conozca. Su autor es un personaje muy interesante: un poeta de la generación de Lorca, del 27, comunista, que estuvo exiliado, con mucha controversia y a la vez naturalidad. Decía que era comunista y católico algo que hoy en día está casi extinguido pero que se puede perfectamente ser comunista, ser católico y ser aficionado a los toros. Me gustaba el personaje, su libro y su obra y aposté por ella esperando que los aficionados puedan encontrar un camino donde seguir aquel toreo que fue, que es y que será.

-Hoy la fiesta está en peligro. Anoche tal vez fue la última corrida de toros en Baleares.

-Vivimos en unos tiempos raros y esta vertiente nueva, sobre todo del partido Podemos, se ha apoyado mucho en los animalistas y todo eso. El toreo es intrínseco en el alma de lo español y al quererse romper con aquello, se le pone en el punto de mira. Lo tenemos que defender con hechos y verdades pero sabiéndolas contar, como las sabía contar Bergamín.

-Usted ha sido acosado por los antitaurinos, ¿Cómo aborda estos ataques?

-En el tema político el pueblo se ha cansado un poco de todo lo anterior y esto viene como una novedad, pero hay que tener cuidado con las novedades porque se puede llevar por delante a una tradición tan antigua como nuestro orgullo de sentir el toreo como algo genuino español. Ante esas cosas se queda uno sin poder explicar nada porque ellos no quieren escuchar a nadie. Simplemente atacan y cuando tienen el poder hacen lo que pueden.

-Tenemos que explicar muy bien lo que pueden encontrar en el toreo.

-No quieren escuchar. Les da igual lo que sea y lo que no sea. Ven esto como algo muy español, muy castizo donde un animal muere. Ante eso no les sirve ninguna otra valoración. Les da igual. No permiten el debate o el diálogo. Son tajantes e insultantes. Continuamente insultan y dicen barbaridades que no se pueden consentir, pero uno a veces tiene que hacerse el loco. Porque si no te tienes que pegar con todo el mundo.

-Volviendo a su momento actual, están rodando las cosas

-Sí. La apuesta por Sevilla, difícil y de mucha responsabilidad, se vio recompensada con esa última tarde, aunque me queda una en septiembre. Pude realizar una faena muy a mi gusto y de mucha carga emocional. Por lo demás, unas mejores otras peores. Ha habido tardes importantes y mis seguidores creo que no se sienten defraudados con mi temporada.

-Ser partidario, implicarse con un torero, es darle fuerza al toreo y además vivir el toreo.

-El secreto de mantener el toreo vivo es que todos se sientan dentro del espectáculo. Nunca podrán acabar con Pamplona porque todos se hacen partícipes allí. Lo que el mundo del toro tiene que conseguir es que todos disfruten de la corrida, no solo los profesionales. Veo ese hombre ahí pegando esos lances...

-¿El que está dándole lances al carretón? Es Paco el Pajarito. Torea muy bien de salón.

-Esa es la locura bonita del toreo. Eso es el toreo. Belmonte decía que el toreo es una enfermedad que no tiene cura y a ese hombre no se le ha podido curar todavía. Ni se le curará. Como ese hombre somos muchísimos los que estamos enamorados de este arte.

-¿Qué le dice del corazón el día antes de la corrida?

-Uno intenta buscar la ilusión, que es la que te lleva a hacer cosas bonitas y con ganas. No me gusta la tensión del dramatismo sino ir alegre. No es fácil porque el toreo es un juego donde no siempre gana el torero, pero hay que ir alegre al juego. Nuestro misterio, lo que no tienen los demás, es ir con esa alegría enfrentarte a un toro con el público de testigo. Quiero invitar al público a este museo histórico y decirle que voy a venir con toda la ilusión del mundo, el toro me la quitará o no, pero solo con venir y ver esta maravilla, merece la pena y como decía Joselito el Gallo, que vivan todo el día, desde la mañana, lo que es un día de toros.

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