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Yllana convierte al público en aprendiz con sus clases de ópera

  • El Auditorio de El Ejido acogió el estreno nacional de su obra 'The opera locos', donde se visibilizó, entre humor y grandes voces, temas como el amor, el suicidio y la homosexualidad

Cuando en cualquier representación se traspasa la cuarta pared, la del público, y éste se convierte en parte del espectáculo la conexión con la historia de la obra se incrementa. Yllana es perro viejo en esto del teatro y en sumar grandes éxitos como Paganini, y no dudaron en que los asistentes al Auditorio Municipal de El Ejido vivieran en sus propias carnes convertirse por unos segundos en cantantes líricos.

The Opera Locos fue el principal estreno nacional del Festival de Teatro de El Ejido. Producciones Yllana y Rami Eldar han producido un espectáculo donde no existen los diálogos, pero sí el lenguaje gestual, los toques cómicos y grandes voces para interpretar algunos de los clásicos más conocidos del repertorio operístico de todos los tiempos.

Prueba de voz. Paseándose por todo el Auditorio con un micrófono, interpretando algún tema de no mucha complejidad y esperando réplica de cualquier víctima a la que le tocara terminar la canción con tono operístico.

Vocalización. Así comenzaba uno de los personajes a adoctrinar a los asistentes. Con piezas más difíciles conforme avanzaba, rozando el trabalenguas, el público repetía sus estrofas. Lo que no sabía este tenor que los ejidenses estaban preparados para responder de forma magistral en cada momento.

Los cinco solistas que dieron voz y humor a The opera locos fueron: María Rey Joly, Mayca Ceba, Toni Comas, Enrique Sánchez Ramos y Jesús García Gallera.

El repertorio que interpretaron, junto a otros temas más pop, fueron Va pensiero..., Nabucco, de G. Verdi; Habanera, Carmen, de G. Bizet; Vivi Tiranno!, Rodelinda, de Händel; O mío babbino, caro..., Giani schicchi, de G. Puccini; Quando me'n vo, La Boheme, de G. Puccini; Vesti la giubba, l Pagliacci; de R. Leoncavallo; Sous le dôme épais, Lakmé, de L. Delibes; Toreador, Carmen, de G. Bizet; Barcarolla, Les contes d'Hoffmann, de J. Offenbach; Mon coeur, Samson et Dalila, de C. Saint-Saëns; Der Hölle Rache, Die zauberflöte, de W. A. Mozart; y Nessun dorma, Turandot, de G. Puccini.

Pero Yllana no solo vivió de interactuar con el público. Sus sketches estuvieron conectados por varias historias, donde el amor fue su principal nexo de unión.

Las historias se ramificaron en tres vertientes. Un tenor venido a menos, donde sus éxitos pasados lo atormentaban y la bebida era su refugio, estaba cortejado por una soprano estridente en su voz que lo admiraba y sentía amor por él. Por otra parte, los otros dos protagonistas, un maestro y su aprendiz (que se inclinaba por temas pop y con voz de contratenor. Se crearon varias situaciones de gran comicidad entre ambos. Yllana también quiso visibilizar con esta historia la homosexualidad en su espectáculo. Otra de las protagonistas, al quedarse compuesta y sin novio, escogió a un hombre del público y después de cantarle I will always love you, de Whitney Houston, lo subió al escenario para terminar acompañada. Todo el público en pie ante un verdadero ejercicio de talento en diferentes aspectos.

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