La crítica · Sala Compañía

Actualización del clasicismo

Estamos inmersos en una etapa flamenca en la que sus representantes, concretamente los del baile ya que nuestro protagonista destaca en esta faceta, no lo tienen nada fácil para que su mensaje artístico cale en la historia y perdure su nombre en los anales. Más que nada porque se exigen una serie de conceptos, idiomas y lenguajes dancísticos en los que, a veces, nos olvidamos de lo verdaderamente importante: expresar. Y claro, en una muestra como el Festival de Jerez donde todo se mira con lupa, señal de prestigio y calidad por otra parte, el artista debe tener bastante claro lo que quiere hacer, para que no divague por discursos banales. Este bailaor lo tuvo claro y no se desorientó.

Pedro Córdoba, encargado de cerrar el ciclo 'Solos en Compañía' de esta vigésimo edición, decidió mostrar su lado más flamenco, al que imprime toda la fuerza y la visceralidad de su escuela, y consigue atraer a un público que disfruta a partir de un espectáculo clásico y racial. Este catalán de intachable currículo, deja a un lado su mirada a la escuela bolera, a la danza española y al ballet clásico para derrochar el compás y la técnica de una noche de tablao.

Para la ocasión vino bien acompañado de un grupo fuerte y consistente que lo encaminó a través del dinamismo de las escenas. El baile fue el protagonista, pero el cante también se dejó ver, o escuchar, de una manera evidente. Cante del bueno. Pedro trajo a Jerez su espectáculo "Del 2mil y pico", en el que, como anunciaba previamente, "el espectáculo es puro pero sin fajín", en una definición perfecta visto lo visto.

La gala se abrió a ritmo de bulerías con todo el elenco en el escenario. En vez de las típicas sillas, tomaron como asiento cajas de percusión, que más tarde sonaron mientras el bailaor tomaba aire. Pronto comprobamos que Juañares, cantaor jerezano poco visto por su tierra desgraciadamente, iba a regalarnos los oídos de tonalidades dulces y agradables. Porque éste posee un registro bastante amplio y lo demostró, verbigracia, en una tanda por martinetes y deblas. Magnífico. También estuvo a la altura el otro cantaor de la noche, Ismael de la Rosa 'El Bola', destacando su intervención en la soleá de Triana. La guitarra estuvo a cargo de Manuel Castilla, en su sitio, y la percusión, José de Mode.

Pedro Córdoba estuvo además acompañado de un bailaor, Daniel Navarro, y de una bailaora, Belén de la Quintana, que también tuvieron sus momentos brillantes en la actuación, sobre todo en los tangos. Sin tiempo para asimilar tanta información, pudimos apreciar el altísimo nivel de pies del bailaor de Badalona, que destacó por farrucas. El público interactuaba constantemente con los artistas jaleando y aplaudiendo, se respiró un ambiente familiar fuera de hermetismos escénicos. Todos mostraron profesionalidad y categoría, y supieron llegar a un mensaje, como decíamos al principio, que no pretendía más que poner en relieve el baile, el toque y el cante flamenco, desde el punto de vista de unos ojos jóvenes que intenta buscar un sitio desde la personalidad y el trabajo, porque no todo el mundo tiene la capacidad y la velocidad que Pedro posee en sus pies. Hay flamenco para rato.

Baile

‘Del 2mil y pico’

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