La Voz Invitada de Andrés García Lorca

Vivir en armonía con la naturaleza, un compromiso de supervivencia global

  • El catedrático invita a comenzar el año con un proceso de reflexión personal

Jóvenes limpiando el bosque.

Jóvenes limpiando el bosque.

CON el inicio del año volvemos a plantearnos nuestros deseos y aspiraciones que, en la mayoría de los casos, son referencias a logros personales, pero que pueden trascender a logros colectivos.

Es en esta línea la propuesta que subyace en este artículo, que sigue estando en la línea de lo que vengo exponiendo, pero de una forma más explícita y manifiesta; no es pedir un regalo a los Reyes Magos para esta noche mágica, es asumir un compromiso vital para la supervivencia de la sociedad a escala global, aunque lo practiquemos desde la realidad personal; pero es así como podemos ir transformando la realidad del mundo, proyectando la realidad personal en el acontecer diario.

Tradicionalmente la actividad agraria se nos mostraba como la que mantenía una mayor armonía con el medio natural, pero conforme se avanzó en el sentido prioritario de la producción, esa realidad se fue rompiendo e incluso llegando a convertirse en un sistema destructor de la naturaleza.

Agricultura biodinámica

Hoy se vuelve a retomar ese concepto de integración a través de distintos modelos de producir, se habla de agricultura integrada, ecológica y recientemente de agricultura biodinámica. Pero es necesario atender de una forma más global a la vez que personal a esta necesidad de integración armónica.

La propuesta de vivir en armonía con la naturaleza debe trascender, no solo la actividad agraria, debe de asumirse al conjunto de nuestro vivir diario ya que es un sentimiento, una forma de pensar y una forma de actuar. Esta trilogía de pensar, sentir y actuar, tiene que basarse en el conocimiento, que en algunos casos proviene fundamentalmente de la intuición y de la experiencia, mientras que en la mayoría procede del conocimiento explícito que se adquiere por el estudio, la lectura o cualesquiera medios de formación.

Es por ello que las personas que conocen la naturaleza y su funcionamiento, tienen una mejor disposición para sensibilizarse con ella y para actuar en ella. De otra parte, es necesario advertir que, para ello, hay que tener una mínima disposición en valores morales objetivos del ser humano; solo así es posible desarrollar ese sentimiento positivo que nos impele a buscar nuestra integración armónica con la naturaleza

. Lógicamente, del conocimiento nace la sensibilidad que nos motiva a la acción, pero no como un sentimiento o deseo, sino como un compromiso que comporta un proceso continuo y progresivo, que se expresa en acciones positivas de hacer, de rechazar y de denunciar personalmente, ante los que ostentan la responsabilidad del interés general para la preservación del medio natural.

Los pasos

Este recorrido tiene unos pasos muy sencillos:

Respetar a la naturaleza es un primer y fundamental paso, cuya expresión más simple es no ensuciar el medio natural. Mantener limpia la naturaleza, es evitar cualquier forma de contaminación directa o indirecta; desde arrojar una pequeña bolsa de plástico a verter un desecho de nuestra actividad sin la mínima precaución, o utilizar un producto sin valorar su capacidad de agresión a uno o varios elementos del sistema natural, abandonar objetos o materiales usados en cualquier sitio, incluso permitir que, las actividades humanas, no introduzcan en sus procesos de producción, siempre que éstas sean necesarias para el desarrollo de la vida humana , las “mejoras técnicas disponibles” para evitar unos efectos directos o indirectos sobre los ecosistemas naturales.

Un segundo paso para vivir en armonía con la naturaleza, es el uso racional de los recursos, agua, suelo y aire. Consumir lo necesario y usar los procesos de producción más eficientes; ello implica atenuar la presión sobre los recursos, evitar residuos y posibilitar la renovación de los mismos.

“Consumir lo necesario atenúa la presión sobre los recursos y evita residuos”

Dentro de este contexto es necesario atender al concepto de durabilidad en los materiales y en las tecnologías, que eviten la generación de productos de consumo con obsolescencia programada, pues suponen un consumo de materias primas y energía desproporcionados para el uso diseñado. Evaluar siempre antes de actuar, incluso en las acciones más usuales, como abrir un grifo o utilizar cualquier forma de energía.

El tercer paso, en nuestro compromiso personal, viene determinado por la restauración del medio natural dañado y de los elementos que lo constituyen. Es fácil entender lo que supone el agua para el abastecimiento humano y para los procesos de transformación de los recursos producidos por la industria humana, cuyo resultado final son las aguas residuales, lo que en algunos países de habla española identifican como las “aguas servidas” y con ello su necesaria reutilización, que muchas veces es muy difícil y costosa al no cuidar el vertido a la red, que depende, en muchos casos, de una acción personal concreta, como evitar un vertido contaminante de uso doméstico en nuestras casas.

En otros casos es necesario atender a la restauración de suelos que han perdido su capacidad agronómica, tal vez por una mala práctica agrícola efectuada, por acumulación sobre el mismo de deshechos o por abandono como espacio de cultivo. Pero como medida inmediata, toda acción de limpieza de elementos nocivos a la naturaleza, es ya de por sí un elemento de restauración ambiental.

Animo ahora, que comienza el año, a realizar un proceso de reflexión que nos permita abordar esa necesaria forma de vivir en armonía con la naturaleza, promoviendo el desarrollo de prácticas agrarias y de explotación de recursos, buscando el equilibrio entre la eficiencia productiva y la preservación del medio natural. Pero también, en los otros ámbitos del vivir cotidiano, evitando la tendencia depredadora de recursos naturales que la sociedad de consumo nos presenta como ideal de felicidad.

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