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Una abulense que llegó a Almería sin saber de agricultura, luchó y se despidió a lo grande

  • Ascensión Gómez se hizo con la finca con un propósito. Se dejó asesorar por la que llama su bendición: la ingeniera técnica Elia Algarra y se retiró hace 13 años con un "campañazo". Hoy la tierra la cultiva su hijo

Ascensión Gómez García, agricultura en Tierras de Almería

Ascensión Gómez García, agricultura en Tierras de Almería / Javier Alonso (Almería)

Sin temor, pero eso sí dejándose asesorar por una experta, y con un objetivo: alejar a su marido del camión. Ascensión Gómez García, de 73 años y natural de Ávila, cuenta como llegada a la provincia almeriense y con sus hijos ya criados, se lanzó a cultivar frutas y hortalizas en invernadero en Tierras de Almería. “Compré tierra para quitar a mi marido del camión y nunca se quitó”. Si bien no consiguió su propósito, el medio para conseguirlo fue fructífero.

Como narra, comenzó en el invernadero con un familiar, pero, finalmente, continuó sola al frente, “me quedé sin saber regar ni usar la abonadora”. Pero la virtud de Ascensión radica en su voluntad de aprender y dejarse asesorar y, ahí, entra Elia Algarra Gómez, ingeniera técnica agrícola y una de las primeras mujeres asesorando en campo, a la que ella llama “bendición”. Recuerda que al pisar un invernadero se decía a sí misma no saber si le gustaría o no, pero era persistente en su meta respecto a su cónyuge, algo que consiguió, pero solo por unos días, “vendió el camión y estuvo 15 días en el invernadero. Elia vino a visitarnos y él dijo que no estaba acostumbrado a ello, así que a los 15 días compró otro camión y ahí me quedé. He luchado mucho por tener la finca”.

Cultivaba pimiento y melón cantoloup, “empecé también con los bichos (insectos auxiliares para hacer frente a las plagas), criaba unos pimientos que iba la gente a verlos, decía que qué les hacía yo”, apunta orgullosa. Ascensión, quien contrató a otra mujer para que trabajara con ella en la tierra, señala que nunca había sido agricultora: “Yo decía: yo no soy agricultura, he venido de Ávila, pero me he guiado siempre por mi técnica” y es que lo que decía Elia, según Ascensión, lo llevaba a raya.

Aunque empezó sin serlo, logró ser una agricultura con mayúsculas. No solo pisaba campo también gestionaba la venta de su producción. “He llevado el género a varios sitios. Empecé en lo que era el Merco y luego fui a Mayba, pero me cogía lejos; así que después y hasta el final lo llevaba a Aldenor, muy buenos precios me sacaban”. Ella misma llevaba sus pimientos y melones a la comercializadora, lo hacía en furgoneta, y recuerda, en un sector con predominio de hombres, que solo iba otra mujer a vender sus cultivos, en su caso calabacines.

Se retiró hará unos 13 años y, según comenta, lo hizo por la puerta grande: “La última campaña que puse hice un campañazo. Me dijeron: Ascensión quitamos el pimiento y metes otra vez melón y me despedí a lo grande”.

Desde hace unos cinco años, los 13.000 metros para producir bajo plástico los cultiva su hijo David, que anteriormente se dedicaba al diseño y a los escaparates, si bien además de la genética también ha sacado de su madre el saber escuchar, como pudo comprobar este medio en una jornada sobre pimiento organizada por Rijk Zwaan, a la que le acompañaba Ascensión, quien se veía como en casa y supo responder a la pregunta inicial al comprarse su primer invernadero ¿me gustará? Hoy dice: “Me encanta”.

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