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La ocra ya echa raíces en tierras de Cabo de Gata

  • El agricultor Juan Garrido ha iniciado este año la producción de este cultivo, que comercializa en España y Francia

  • Su planificación para esta campaña se basa en dos cosechas en invernadero y una al aire libre

Juan Garrido y Mari Carmen en las instalaciones agrícolas

Juan Garrido y Mari Carmen en las instalaciones agrícolas / Javier Alonso (Almería)

Ocra en el invernadero de Juan Garrido Ocra en el invernadero de Juan Garrido

Ocra en el invernadero de Juan Garrido / Javier Alonso (Almería)

Podría apodarse ‘Juan sin miedo’ pero más le viene al pelo el adjetivo de innovador. A Juan Garrido, agricultor de Cabo de Gata, no le tiembla el pulso a la hora de probar nuevos cultivos o variedades de otros con los que ya ha trabajado, como es el caso del raf chocolate, un tipo de raf en que predomina el dulzor y con el que comenzaba en 2018. Ahora, sin desligarse de sus producciones tradicionales, ha introducido un nuevo cultivo en su finca. Se trata de ocra, una planta que recibe también otros nombres como quingombó y que la Real Academia Española define como: “Planta herbácea originaria de África y cultivada en América, de la familia de las malváceas, de tallo recto y velludo, hojas grandes y flores amarillas, parecidas a las del algodonero, y fruto alargado, casi cilíndrico y lleno de semillas que al madurar toman un color oscuro. El fruto tierno se emplea en algunos guisos, dando una especie de gelatina que los espesa, y también en medicina. La planta, que es filamentosa, se emplea como textil”.

Actualmente cuenta con 4 hectáreas dedicadas a este cultivo bajo invernadero, si bien, la próxima temporada, si todo marcha, pretende sumar algunas más e incluso, en los meses estivales, producirlo al aire libre por su buena adaptación al clima local ya que cuando comienza el frío mejor en interior ya que es muy sensible. Comenzaba con la primera siembra a últimos de mayo, “plantándola en tierra tarda unos 60 ó 70 días en dar los frutos”, dice Garrido que comenzó a recoger sus primeros ocras en julio.

Una de las ventajas de esta planta es que está ausente de plagas, por lo que no hay que aplicar tratamientos y la fauna auxiliar autóctona se multiplica. En este sentido, el agricultor expone que abunda la crisopa, un insecto depredador, que acaba con todo lo que pudiera aparecer. “Hace unos días, para su comercialización, me pidieron un análisis multirresiduos que busca, si mal no recuerdo, en torno a un centenar de materias, dio como resultado cero”.

Garrido comenzó a recoger sus primeros ocras en julio, cuyos principales destinos son Francia y Mercamadrid

El ciclo de vida de las plantaciones ronda los dos meses, así Juan Garrido señala que las plantas que lleva recolectando ese periodo ya están casi agotadas, mientras las que tiene más tardías comenzará ahora. Su planteamiento es llegar a Navidad con los cultivos que tiene en invernadero para, a continuación, arrancar, dejar en descanso la tierra y a finales de enero o en febrero volver a plantar y en abril volver a recoger. Aunque aún no ha hecho cálculos exhaustivos, la producción la estima sobre dos kilos por metro cuadrado y cosecha, “y se pueden sacar dos cosechas por año, ya que mi idea es plantar en enero-febrero y estar hasta junio en invernadero, para seguir con el cultivo al aire libre, mientras que bajo plástico volvería a plantar en julio para iniciar ahí la recolecta sobre septiembre u octubre, por lo que en invernadero se pueden sacar dos cosechas.

En cuanto a la venta, su producción se destina en estos momentos a Francia y en España a Mercamadrid. Los primeros kilos han tenido gran aceptación en el mercado, quizás también debido a como apunta Garrido, a que mucha población de terceros países que consume el ocra, a causa de la pandemia, no ha retornado a sus lugares de origen aumentando la demanda y, en esta línea, la importación del cultivo desde Latinoamérica, gran zona productora, también se ha visto dificultada. “Una de las ventajas de producir aquí es que el producto llega a países europeos en 24 horas. El ocra se consume tierno por lo que la proximidad hace que llegue en mejores condiciones que el procedente de países lejanos”.

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