Desde hace años el Ayuntamiento venía buscando la forma de arreglar el problema que suponía contar en el centro neurálgico del municipio con un muro de alrededor de cincuenta metros de longitud, que construido con el fin de impedir el acceso a las vías del tren que cruza la villa, se había convertido a día de hoy en un auténtico problema en el día a día de los gadorenses.
Según explica Juan Francisco Rodríguez, concejal de Obras Públicas, "ha sido necesaria una larga y dura negociación con ADIF, que es la propietaria del mismo y del suelo en el que estaba". Al final el acuerdo se fundamentó en que el Ayuntamiento pagara el coste del derribo y la construcción del nuevo unos metros más atrás, a cambio de que el municipio se quedara con ese espacio liberado y que va a permitir que a partir de la terminación de la obra "donde antes sólo podía pasar un vehículo y con dificultades, ahora vayamos a tener espacio para tres carriles, poner aceras para que la gente pasee, árboles… en fin, hemos ganado mucha vida para Gádor con esta obra".
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