Almería

El Ayuntamiento de Almería vuelve a implantar la obligación de fichar a sus empleados

  • Desde la pandemia, los funcionarios han estado exentos de registrar sus horas de entrada y salida. No será con la intransferible huella digital, sino que se recuperarán las tarjetas de antaño al objeto de evitar riesgos de contagio

Una funcionaria registra su hora de salida mediante huella digital

Una funcionaria registra su hora de salida mediante huella digital

La presumible relajación de los empleados públicos del Ayuntamiento de Almería en el cumplimiento de los horarios de su jornada laboral se acaba. El Consistorio ha decidido volver a instaurar los sistemas de control, los conocidos entre los funcionarios como ‘relojes’, con la pretendida idea de poner coto a los casos de escaqueo que se hayan podido detectar desde que la pandemia permitiera, meses atrás, la recuperación del trabajo presencial, sin la obligación de fichar. No será, no obstante, mediante la intransferible huella digital. El equipo de gobierno recupera las tarjetas y lectores, sistema que empezó a desterrarse hace ya unos 17 años, con el fin de evitar riesgos de contagio.

La seguridad sanitaria fue precisamente la causa por la que, con el retorno progresivo del trabajo presencial, el Ayuntamiento dejó desactivados los relojes de huella digital y, con ellos, el férreo control sobre el absentismo laboral, que ha ido suavizando en los últimos tiempos los prejuicios sociales de trabajadores poco dados al trabajo, que siempre han arrastrado los funcionarios de cualquier administración y, en general, de forma desmerecida.

¿A qué hora entran? ¿A qué hora abandonan sus puestos? ¿Cuánto tiempo dedican a desayunar? ¿Cuándo acuden al médico? Son cuestiones que antes podían caer en engañifa pero, que desde 2004, no resulta tan sencillo. Una de las medidas implantadas por el Partido Popular a la entrada de Luis Rogelio Rodríguez-Comendador a la Alcaldía fue la destitución del viejo e ingenuo sistema de fichaje de las tarjetas personales. Porque, como en cualquier cesto, alguna manzana se cuela podrida.

Las tarjetas, que sustituyeron a las firmas de los trabajadores a la entrada y salida de las dependencias municipales, podían no servir para nada entre aquellos dados a la picaresca. Uno fichaba por los demás a las ocho de la mañana y otro podía hacerlo a las tres de la tarde. Todo dependía pues de la honradez de cada trabajador, así que, en 2004, el Consistorio comenzó un proceso de renovación del sistema de control de entradas y salidas mediante la huella digital, que concluiría diez años después con la instalación de estos detectores en dependencias externas como el Auditorio o el Mercado.

A la confianza sobre su personal tiene que volver el Ayuntamiento ya que, al objeto de evitar el contacto físico con los dispositivos de huella digital por COVID-19, ha licitado la compra de 1.500 tarjetas de proximidad y las correspondientes unidades de lectores de control de presencia (19 en total), que requieren de una inversión próxima a los 10.000 euros.

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