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Bandera negra en calle Real (III)

  • Alguacil. Acusado del asesinato (1844) de su esposa, en las inmediaciones del cortijo El Mamí, Juan Guerrero fue ejecutado a garrote en octubre de 1845 y sepultado en el primitivo cementerio de Belén

Bandera negra en calle Real (III)

Bandera negra en calle Real (III)

Que nombre más triste tienes,

calle Real de la Cárcel.

La Gaceta de Madrid y el Boletín de la Provincia son fuentes impagables al investigador

Yo quisiera averiguar

las oscuras historias que encierran

tus paredes embrujás

(José Sorroche)

Tanto la Gaceta madrileña como el Boletín de la Provincia son generosos en noticias de todo tipo. A la emanada del Estado (decretos, leyes, normas); o de régimen jurídico, contencioso y administrativo, se suman otras de variada índole: estado de salud y veraneo de la Casa Real, aviso a comerciantes ante la llegada a puerto de una goleta con artículos de Ultramar o anuncios de despachos profesionales, llámense médicos o abogados. Y claro está, órdenes de búsqueda y captura de individuos reclamados por la Justicia, dictadas por secretarios judiciales y gobernador a los alcaldes en cada pueblo de la provincia. En una apresurada cata del lustro 1841/46 hallamos algunas de estas perlas. Vean:

-El juez de Olvera interesó de las autoridades almerienses el apresamiento de Francisco García (a) Cunero, natural de Felix, "sentenciado a la pena ordinaria de garrote vil" por la muerte violenta (en 1845) causada al joven Francisco Pérez, en la también localidad gaditana de Algodonales.

-En la relación de prófugos que facilita el Juzgado de 1ª Instancia de Gérgal (julio, 1846) ordenando a quienes los apresasen su remisión al Tribunal reclamante, se indican los siguientes: Gabriel Ibáñez (a) El Minero, de Alboloduy (ojos melados, fornido, moreno) por muerte violenta; a Cándido Montero, de Benizalón, encausado por la muerte de Juan José López, vecino de Tabernas; a Máximo Parra Barón, de Gérgal (ojos azules, color trigueño), por asesinato, sospechando que se había ocultado en Sierra de Almagrera; a Santiago Martínez (a) Tirajo, de 23 años y residente en Ohanes, también por asesinato e igualmente protegido por el pueblo. Y por último un menda en absoluto recomendable:

Francisco Rodríguez (a) Mierda Seca, de Tabernas: 45 años, 5 pies de altura, pelo rubio, ojos pardos, nariz regular, barba poblada, color esclarecido. Su delito consiste -prosigue la requisitoria- en haber tomado parte en robos en cuadrilla y despoblado, muertes, incendios y otras atrocidades de esta especie. Por los que está condenado a la pena de muerte en garrote vil.

PRISIÓN PÚBLICA

Regresamos al tramo inferior de la capitalina calle Real, domicilio de la Cárcel Pública. Citando actas catedralicias, Tapia Garrido afirma que procedente de la Plaza Vieja se trasladó hasta la proximidad de la Puerta del Mar el calabozo de dicho Cabildo, y que al ser reformado dio nombre a la totalidad de la céntrica vía: "Dado su estado ruinoso, habilitaron otro más arriba -obra en 1789 del acreditado arquitecto Juan Antonio Munar- cerrado en los años veinte (…). Mientras, en la antigua cárcel se instaló un picadero de caballos". Asimismo señala la existencia de una Hermandad de Caridad para acompañar en las últimas horas a los condenados a muerte, "el sacerdote que los asistía predicaba una plática después de la ejecución". Algo que no ocurrió, por ejemplo, en el ajusticiamiento de El Cuartelero.

Conviene matizar dichas aseveraciones a la vista de la documentación (AMAL) recopilada por Mariano José del Toro ("Memorial de las vicisitudes de Almería y pueblos de su río"), refrendadas por Gil Albarracín ("Ventura Rodríguez, Munar y Olula del Río. Neoclasicismo") y nosotros mismo. Su antigüedad data al menos de la segunda mitad del siglo XVII.

En noviembre de 1659 la administración de justicia requirió al Ayuntamiento la edificación de una cárcel; a tal efecto se libraron 200 ducados, producto de los impuestos sobre herbajes. Dos años después seguían las obras, habiéndose conseguido del rey el arbitrio de 2 maravedíes sobre el cuartillo del vino, "para la construcción y seguridad de la cárcel, porque los presos se fugan cuando quieren". En 1773 Francisco Iribarne (en funciones de arquitecto municipal) levantó de nueva planta una aledaña; concluida dos décadas después y supervisada por el ingeniero militar Ventura Buzetta. Su autor por tanto fue el citado Iribarne y no Juan Antº Munar (¿Madrid?-Almería, 1805), en esa fecha preso precisamente en ella por razones que no vienen al caso. Reseñada en el plano de Pérez de Rozas (1864), tenía (o tuvo) de vecinos a la Puerta del Mar, convento de Los Trinitarios, ermita de san Francisco Javier, pescadería y (a extramuros) el alfolí o almacén de la sal.

EL CUARTELERO

Culpable de parricidio, el conocido alguacil municipal Juan Guerrero García, apodado El Cuartelero, finiquitó su existencia en el patíbulo. En plena Feria de 1844, la noche del 21 al 22 de agosto dio muerte alevosa a su esposa, Manuela López del Águila, en las inmediaciones del cortijo del Mamí. Las causas debieron sustanciarse en el juicio, pero no transcendieron. El gobernador, Joaquín Vílches, ordenó su captura e incomunicación. En enero del año siguiente ya ocupaba una celda en la "trena" de la calle Real, al tiempo que el juez instructor solicitaba al Consistorio ayuda económica para su socorro alimentario.

Ante la ausencia de entidades piadosas encargadas de tan lúgubre menester, el 5-X-1845 se constituyó una Hermandad de Caridad en el seno de la Junta de Beneficencia (Archivo Diputación Provincial) al objeto de atenderlo física y anímicamente en las obligadas 48 horas previas en capilla, Finalmente, al alborear el día 8 del mismo mes y año al Cuartelero le aplicaron el "garrote" en el patio de la prisión y a la vista del resto de reclusos. Su cadáver recibió sepultura en el cementerio de Belén. La inmisericorde justicia de los hombres se cumplió una vez más.

Aquella hermandad o cofradía se ocupó igualmente de una póstula para sufragar los gastos de la parafernalia ejecutoria. El BOPA del 3-XII-1845 dio cuenta pormenorizada de los ingresos recabados (1423 reales) y la data de salida consolidada (623). Según testamento previo ante el escribano José García Espinar (AHPAL), el remanente pasó en herencia a su hija Ana, "y si esta falleciese a mi madre, Josefina García". Los miembros de la Junta de Beneficencia que salieron a pedir casa a casa -ninguno clérigo- lo hicieron a título particular. En el desglose de gastos ocasionados los días 6 y 7 encontramos partidas curiosas, llevándose el clero la mayor tajada. Se omite el salario y dietas del verdugo:

-70 reales por lo consumido en ambas jornadas: gallina para el puchero, dulces, cigarrillos, uvas, té y vino

-200 por los gastos de capilla y féretro

-35 reales al presbítero Francisco Mª Bautista por el sepelio

-180 por 36 misas rezadas, a razón de 5 reales por cada una

-150 por el regasto de la cera de ánimas para administrar el Stmo., alquiler de 12 hachones (de cera), conducción a la Iglesia y regreso, hábito de la hermandad, etc.

-11 reales por 6 libras de aceite para las luces extraordinarias de la cárcel en las dos noches.

En meses sucesivos nada sobre el proceso se refleja en actas del Cabildo municipal. Ni este caso ni en ningún otro consumado en la cárcel de Almería. Salvo el crimen de Gádor.

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