Crónica desde la Ciudad

Cruces y Mayas

  • Ubicación. Una devastadora riada en 1769 obligó al Cabildo municipal el traslado de la primitiva cruz (de madera): del humilladero alzado en la huerta de San Sebastián al actual paraje de Caravaca

Cruces y Mayas

Cruces y Mayas / D.A. (Almería)

No sé si para bien o para mal, determinadas tradiciones, usos y costumbres que formaban parte del acervo cultural, desaparecen casi sin hacer ruido del día a día de los españoles. Desconozco las razones. Quizá sea la mal entendida “modernidad”, concepto difuso dentro de su complejidad. Como si de un dogma se tratase, el binomio antiguo/moderno se decanta –con todos los matices que quieran- a favor del segundo. Admito lo simplista del planteamiento, pero a mi me vale como introducción a mi página dominguera.

Creencias religiosas o laicas al margen, en qué valores lúdicos o culturales supera la importada e impuesta Noche de Halloween a nuestras antiguas cruces y mayas, por ejemplo. Siendo una fiesta de raíz pagana –exaltación de la primavera y las cosechas- ,la Iglesia católica la asumió con el título de Invención de la Santa Cruz. Acendrada costumbre que en Andalucía mantienen especial protagonismo en Córdoba o Granada.

Humilladero de Caravaca

De su primer emplazamiento,-próximo a la iglesia de San Sebastián- y de su deterioro sabemos por el Cabildo municipal celebrado el 4 de septiembre de 1773. Los regidores discutieron su colocación en diferente lugar tras los daños sufridos un lustro atrás por una violenta riada:

A fin de tratar se coloque la Sta. Cruz de Caravaca en sitio cómodo donde se venere de igual manera:

(…) Tratándose en ese lugar (el actual) donde debe volverse a colocar… Que se hallaba situada a la entrada de la ciudad en feliz memoria de ser el sitio donde se hizo entrega de las llaves por el rey moro llamado Zagal, que entonces la dominaba, al Sr. Rey Católico D. Fernando, por cuyo respeto se llamaba del Humilladero; y arrancada por el ímpetu de las aguas en la ruina del pasado año de 1769, acaecida el día 28 de octubre a las nueve de la mañana, y que fue preciso recogerla y conservarla en la ermita de Nuestra Señora de Belén

Repuesta definitivamente en el 2º tramo de calle Granada, dispusieron la siguiente inscripción:

Este sagrado Humilladero se erigió en gloriosa memoria del feliz sitio y día del (sic) 28 de diciembre de 1490 en el que por el Rey Zagal entregaron las llaves de la Ciudad a los Señores Reyes Católicos, y que fue reedificado en 1777.

Reinando en España el Señor Don Carlos III, siendo Gobernador Militar y Político de esta Plaza el Señor Don Florencio Moreno, Coronel de los Ejércitos. A expensas de los propietarios de esta Ciudad y por dirección de su Comisario y Regidor el Capitán de Caballos Don Felipe González Corbalán.

Pero no fue esta de Caravaca la única festiva y animada que sirvió anualmente de marco al divertimento del común de los almerienses:

Con motivo de la festividad de la Cruz, hubo en todos los barrios abigarrados altares, fandangos de lo lindo, alcohol en abundancia y muchos que hicieron el Cristo (?)… Donde se solazaban los novios y novias con el repiqueteo de los palillos o postizas a los sones de un fandango

Veamos otras muestras tiempo atrás desaparecidas. A caballo de las dos centurias anteriores:

(Barrio de la Caridad): Habrá música, arbolitos de fuego y bailes populares (...) Y a admirar una vez más los lindos cuerpos de nuestras mozas al agitarse en los bailes andaluces.

Los vecinos del barrio de la Caridad celebrarán el día de la Cruz de Mayo una función en el Cerro de las Cruces, en el sitio llamado de "las Tres Marías"; realizándose un velatorio, y en las vísperas el clásico baile de postizas".

Tras su anacrónica remodelación, una lápida en la Cruz de Caravaca recuerda su origen

Sirvan tales párrafos como resumen: Se veneraba las Cruces y delante de ellas se formaban bailes populares (...) Allí se está hasta altas horas de la noche, repiqueteando las alegres castañuelas; haciendo variadas mudanzas sin cesar y alegrando su ánimo con canciones andaluzas (mayo, 1891)

Maya Maya

Maya / D.A. (Almería)

Una perrillica pa la Maya…

Con galanura y simpatía, las mayas que proliferaban en los barrios aumentaban el colorido y belleza de las clásicas cruces alzadas en el florido mes. No obstante, después de ser admiradas y piropeadas, algunos diarios de la época pasaron a criticarlas. Incluso hubo gacetilleros que más adelante (1928) exigieron al alcalde Rovira Torres que pusiese en práctica el bando contra la mendicidad, dictado por su antecesor en el cargo años atrás. Vean dos valoraciones bien distintas del mismo ritual de primavera. La primera corresponde a Federico de Castro Fernández, catedrático de Metafísica y Rector Magnífico de la Universidad de Sevilla. Publicado en la Revista de Almería (1883), su artículo “La Maya” es todo un lírico alegato:

“Cualquiera que en la tarde del primer día de mayo, transite por las calles de la ciudad de Almería, donde tuvimos la dicha de nacer, muy pronto tropezará en esquinas o portales con improvisados templos. Allí, sobre un altar cubierto de damasco o detrás de vistosas telas, una hermosa niña, elegantemente vestida y circundada de aromosas flores, escucha los cantos que coros de doncellas, asimismo de elegantes guirnaldas coronadas, con las manos entrelazadas formando un gracioso círculo, entonan en su derredor con paradas que asemejan a la estrofa de las odas griegas… Más lejos otras, con pintadas bandejas o platos cubiertos con hojas de rosas, persiguen a los transeúntes con esta perpetua y sacramental cantinela:

Un cuartito para la Maya,

que no tiene manto ni saya

Rara vez, sin embargo, se encuentra doncella crecidita que quiera hacer el papel de la diosa; es axioma constante que la que cae en tamaña tentación tendrá que renunciar a los goces del matrimonio y de la familia… “. ¿Por qué tales renuncias? Ni don Federico las aclara ni yo sé responder sobre el particular.

Del segundo supuesto trata un editorial publicado en 1899 por el bisemanal El Ferrocarril. Lo traigo a colación por ser más descriptiva de la práctica hoy decreciente, salvo las pocas que se presentan al concurso organizado por el Ayuntamiento y algunas particulares. Es menos ofensiva que en otros periódicos en que lo más suave era llamarlas mamarrachos, molestas, pedigüeñas, burlonas e insolentes con quien no colaboraba rascándose mínimamente el bolsillo:

“De las de antaño a las de hogaño, hay diferencia grandísima. No necesitamos decirles lo que son las Mayas de hoy: al volver de cada esquina las tropezamos todas estas tardes, importunando a los transeúntes con su demanda de una perrilla y molestándolos con sus ridículos adornos.

Antes era la Maya la soltera más hermosa del barrio, elegida de común acuerdo por los mozos y mozas. En la puerta de su casa se plantaban grandes ramas y durante la noche que precedía a la fiesta, las rondas tocaban y bailaban, mientras las muchachas cosían las galas que la favorecida había de lucir. Al día siguiente, la Maya, seguida de lucido cortejo, se dirigía al trono, llamado la sillita de la Reina. Y una vez sentada en él, daba comienzo la danza y el trasiego, pues es fama que aquella buena gente no hizo ascos al dulce pardillo ni al rico peleón que corría a cántaras alegrando la fiesta… “.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios