Almería

3XXIX Domingo del Tiempo Ordinario¿Ante quién queremos ser importantes?

No parece haber conseguido mucho Jesús con su anuncio reiterado de la pasión, ni con sus instrucciones sobre el servicio. Los discípulos no han comprendido aún qué significa «seguir» a Jesús. Tienen la secreta convicción de que, cuando Jesús llegue a Jerusalén, se presentará de una vez por todas como Mesías triunfante. Por eso, cercanos ya a la ciudad santa, Santiago y Juan, dos de sus discípulos más íntimos, caen en el pecado de reclamar recompensa por su seguimiento: «concédenos sentarnos uno a tu derecha y otro a tu izquierda». Los demás apóstoles tampoco es que queden bien parados, se dejan llevar por la indignación contra los dos hermanos.

Es esta una página largamente repetida en nuestras relaciones personales y fraternas. A poco que seamos sinceremos, nos reconocemos retratados en aquellos discípulos. Primero en Santiago y Juan persiguiendo nuestros planes y proyectos humanos. También en los otros diez apóstoles, con nuestras discordias y disputas. Y Jesús pone al descubierto nuestras ansias de figurar y de tener poder, tan poco acordes con su evangelio. Lo hace refiriéndose a su propio destino con dos expresiones, como son «beber el cáliz» y «ser bautizados». ¿Qué nos quiere decir con estas imágenes? Jesús nos precede por el camino; va delante abriendo brecha, nos invita, no conduce, nos primerea (como gusta decir al papa Francisco), ..., pero no siempre este camino conduce al reconocimiento. En el horizonte aparece la soledad, la entrega… Para los discípulos es más cómodo acompañarlo por el camino de la fama. Pero, beber el cáliz y ser bautizado, indica otra cosa: seguirle supone aceptar también el rechazo, el desprecio y el sufrimiento. Se trata de dejar atrás nuestras expectativas de comodidad y triunfo, y compartir su destino.

Y esto da lugar a la segunda enseñanza de Jesús en el evangelio de hoy: el que quiera ser grande que se haga servidor de todos, a ejemplo del mismo Jesús que ha venido a servir. La motivación de la ambición para el propio provecho, o del poder, tan frecuente en nuestra sociedad, no debe ser el modelo de los discípulos, sino que deben mirar a Jesús, sus enseñanzas, sus gestos de misericordia, sus actos de salvación, en definitiva, toda su vida debe ser el modelo a reproducir cuando hablamos de servicio.

Así, a la pregunta de cómo «ser importantes», se puede responder de dos maneras. Para nuestro mundo, los importantes son aquellos que tienen poder, aquellos que hacen del tener uno de los cimientos principales, aquellos que buscan reconocimiento para sus acciones. Existe otro camino, que es el de «pasar haciendo el bien» (Hch 10,38). Es el camino del servicio, que es dar sin exigir nada a cambio. Es un camino que pasa por la humildad, la confianza en Dios, la misericordia, la cercanía, el amor a todos, …; seguramente a los "ojos de nuestro mundo", pasaremos inadvertidos, pero ante la mirada de Dios seremos grandes y primeros. A nosotros nos toca escoger ante quien queremos ser importantes.

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