La cruzada contra los símbolos y vestigios franquistas en el callejero de los municipios de todo el país, en cumplimiento del artículo 15 de la Ley de Memoria Histórica que obliga a todas las administraciones locales a adoptar medidas para que se proceda a su retirada inmediata, se ha topado con una realidad inesperada en la provincia de Almería. Dos de los ayuntamientos señalados han dejado claro por activa y por pasiva que sus calles no tienen connotaciones franquistas ni referencias a la Guerra Civil o protagonistas de la dictadura y, por tanto, no atentan contra la ley impulsada por el Gobierno de Zapatero en 2007.

Así se lo hicieron saber al senador de Compromís, Carles Mulet García, que lleva más de dos mil requerimientos a los ayuntamientos de todo el país que habían sido señalados en legislaturas anteriores en base a trabajos de investigación como “El gran tour del franquismo” e incluso a recomendaciones recientes de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática. Dos de las denominaciones de espacios públicos que esta formación pidió suprimir en Almería nada tienen que ver ni con la Guerra Civil ni con la dictadura posterior, no hay resonancias preconstitucionales a las que agarrarse.

La avenida tijoleña tiene el nombre del propietario de la primera gasolinera y en Huércal el del promotor del barrio

Y así consta en las respuestas que ha recibido este senador, al igual que a otras peticiones previas de colectivos memorialistas, de los ayuntamientos de Huércal de Almería y Tíjola. No se puede reclamar a las instituciones locales el cambio de nombre sencillamente porque en el Instituto Nacional de Estadística aparezcan con el nombre de José Antonio. Y tiene una explicación bien sencilla. El anterior alcalde de Tíjola, Mario Padilla, ya tuvo que enmendar la plana en 2017 al senador de la coalición valenciana, explicándole que la denominación de una vía pública como Avenida José Antonio no supone ninguna ofensa para los que sufrieron la violencia o persecución falangista porque fue un reconocimiento al titular de la única gasolinera existente en el pueblo que falleció meses antes del cambio del anterior nombre que era Carretera de Baza. Por recordar en su callejero al empresario José Antonio Rodríguez Soler fallecido el 27 de mayo de 1989, el consistorio ha tenido que responder a más de un requerimiento en los últimos años y remitir la documentación pertinente, incluida el acta de aquel pleno del 13 de febrero de 1990.

Y en Huércal de Almería ocurre una situación similar. El Ayuntamiento no mantiene el nombre intacto como en Tíjola, pero tuvo que matizar la denominación del vial José Antonio de La Fuensanta al aprobarse en el pleno del 3 de mayo de 2018 una moción presentada por el Grupo Municipal de Izquierda Unida. Aún así, siguen figurando entre los callejeros con referencias al franquismo, la última alusión en una carta de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática de 2019, pese a la clara referencia que hacían con la nueva denominación al promotor de este barrio de Huércal, de origen murciano, siendo además la Virgen de La Fuensanta la patrona de la región vecina.

El senador de Compromís Carles Mulet

Con anterioridad se realizaron cambios, notificados y recogidos por el INE, en los municipios de Líjar y Olula del Río (Plaza Alejandro Salazar), si bien sigue existiendo una clara referencia en el callejero ejidense que ha sido nuevamente destacada por Compromís al entender que hay una dejación voluntaria de la administración local porque no aplica la ley. El 10 de febrero de este año solicitó al Ayuntamiento de El Ejido una respuesta sobre la calle Capitán Cortés y el alcalde, Francisco Góngora, respondió el 25 de marzo a través de un oficio del secretario de la corporación que “consultadas las actas de pleno y junta de gobierno local a mi cargo no consta que se haya aprobado la retirada indicada”. Esta calle recuerda a Santiago Cortés, militar nacido en Valdepeñas en 1897 que luego fue también oficial de la Guardia Civil, colaborador de los falangistas y cuyo nombre se hizo popular al protagonizar la sublevación del santuario de la Virgen de la Cabeza en los primeros días tras el golpe de estado de 1936, donde se hizo fuerte con un grupo de guardias civiles, hasta que el ejército republicano conquistó el lugar. Allí fue herido y murió en 1937.

Una asignatura pendiente del consistorio ejidense en una provincia en la que apenas quedan referencias a Franco y la dictadura (Calvo Sotelo calle en Laujar y plaza en Sorbas, calle Generalísimo y Queipo de Llano en Las Tres Villas, General Mola en Alcóntar y José Antonio en Benizalón), un incumplimiento más generalizado en otras regiones siendo más de un millar todavía las calles y plazas en nuestro país que desoyen la legislación vigente de Memoria Histórica. Eso sí, también son ya en torno a los dos mil los viales y espacios públicos que se han rebautizado siendo el ejemplo más paradigmático del baile de placas la Gran Vía de Madrid que antes de 1980 tuvo nombres tan dispares ideológicamente como Pi y Margall, Conde de Peñalver, Rusia, URSS o José Antonio Primo de Rivera.