Carta del Director/Luz de cobre

Nueva ola, nueva cepa, nuevos miedos

  • El miedo regresa con fuerza al corazón de cada ser humano para arrancarlo de cuajo, en una vuelta de tuerca compleja de digerir

SIEMPRE es peligroso sacar deducciones a partir de datos insuficientes”. La frase de Arthur Conan Doyle en “La banda de lunares” (1982) me permite servirles en bandeja la primera conclusión de este artículo, sin desarrollar una sola premisa. Y es que, como todos ustedes, -imagino-, la nueva cepa del coronavirus, bautizada como ómicron, acaba de partir en dos la esperanza con la que la humanidad trata de salir del bucle de la enfermedad.Estoy con el escritor y médico británico en la temeridad, en el riesgo de sacar cualquier tipo de conclusión sin tener todos los datos. Aunque llueva sobre mojado, y el barro ya casi no nos deje respirar, el miedo regresa con fuerza al corazón de cada ser humano para arrancarlo de cuajo, en una vuelta de tuerca compleja de digerir, cuando hemos hecho ya demasiadas digestiones pesadas.La importunidad de la alarma llega en el peor de los momentos. Cuando la inmunidad de rebaño se convierte en una quimera y la sexta ola de la COVID-19 se aferra a nosotros, aquellos que son capaces de mover a las masas a su antojo, entiendo que se exceden elevando un riesgo, que está ahí, que ya existe, a una potencia en la que se corre el peligro de que muchos de quienes soportan con pinzas esta pandemia, exploten. Sin más.Ómicron, con sus mutaciones, lo ocupa todo sin remedio. Una vez más la humanidad va por detrás de un virus que juega con nosotros a una ruleta en la que el ‘premio’ es la enfermedad.Los países ricos, una vez más, han buscado sólo su beneficio, fabricando vacunas para ellos, mientras que el resto de la humanidad quedaba al albur de un virus imposible de confinar. Creímos, ilusos de nosotros, que la burbuja de bienestar y tratamientos que nos propusimos sería suficiente para alejar el peligro.Falso. Una apuesta mentirosa en un mundo global que nosotros hemos creado y que ahora nos molesta sobre manera, según para determinadas cuestiones. La sanitaria es la primera que concebimos como exclusiva para los “tío gilitos” del dólar y del euro y ahora percibimos como queda rota como una vajilla de cristal de bohemia aplastada por una apisonadora.Sólo un elemento de todos es real, verdadero y hasta cruel: la enfermedad. En esto estamos todos juntos, sin distingos. Y aquellos que han pretendido diferenciar han metido la pata. Las consecuencias las padecemos todos. No hay otra.Mientras tanto, mantengamos la calma, seamos prudentes en los días que vienen y, si no se han vacunado, acudan a su centro de salud y busquen su dosis. Si ya lo están, aceleren la tercera si la necesitan. Es la mejor de las decisiones que ustedes pueden tomar de cara a celebrar la Navidad con un mínimo de exposición. Otra determinación es escoger el camino de Hades, el dios griego del inframundo.

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