Almería

Puerta de Purchena (VII)

  • Iluminación. Con un escaso número de farolas de aceite en fachadas y esquinas, en diciembre de 1815 la ciudad inauguró su primer alumbrado público atendido por cuatro serenos

Lleva Almería tu cruz

con santa resignación.

Yo me paso sin la luz

y me río de Lebón

HASTA la llegada de las lámparas LED -eficaces, de bajo consumo y respetuosas con el medio ambiente- los almerienses convivieron dos siglos con el alumbrado de aceite, petróleo, gas (con escasas farolas en fachadas y esquinas), arcos voltaicos y electricidad convencional. La Puerta de Purchena, el anchurón trapezoidal con vocación de plaza, tampoco debió esperar al derribo de las murallas en 1855. En diciembre de 1815 el gobernador -penetrado de la utilidad, necesidad y ornato que proporciona a este vecindario el establecimiento del Alumbrado (de aceite), indispensable a todo pueblo culto- dictó el primer bando, que sepamos, sobre tan necesario servicio y del personal a su cargo. Regulado en cinco puntos, transcribo dos de ellos dado lo curioso de su redacción:

Es obligación de todo vecino contribuir a la conservación del Alumbrado y auxiliar a los cuatro Serenos encargados de él, en el caso de que sea necesario impedir cualquiera quimera, ú otro exceso, y dar parte a la Justicia.

El que quebrare algún farol o contraviniere a lo prevenido, se le impone la obligación de construir a sus expensas dos faroles, sobre la multa de cuatro ducados… Sin que sirva de disculpa la inadvertencia o juego de muchachos, a cuyos padres o encargados se les hace responsables

Desembarazada del amurallamiento y con el alineamiento de fachadas aprobado parcialmente, en la Puerta lucían farolas de aceite y petróleo a cargo del Municipio (pleno 14-IV-1864):

Por lo cual ha tenido a bien aprobar el remate celebrado a favor de D. Miguel Bedmar Pradal, relativo al arriendo de la construcción de farolas y composición de las demás existentes para el servicio del año actual…

A continuación, el alumbrado público y privado se realiza con gas a través de la concesión al particular Eugenio Lebón, establecido en Las Almadrabillas; alternándolo con puntos de petróleo. La energía eléctrica inicia sus ensayos en una procesión agosteña de la Patrona -mediados los setenta del s.XIX- a expensas de La Constancia, propiedad de la sociedad Sánchez y Morales. La pionera "fabriquilla" de calle Regocijos fue adquirida en 1892 por el ingeniero Bernabé Gómez y Guillermo López Rull, concesionario a su vez de la red municipal de agua potable y hermano del reconocido arquitecto provincial. Ese mismo año ya lució la luz eléctrica, definitivamente, en el Real de la Feria: de Puerta Purchena y Paseo del Príncipe al inicio del Bulevard, intersección con las calles Lachambre y Rueda López. Le sucedieron en el suministro las compañías Lebón y Cía, Mengemor, Fuerzas Motrices del Valle de Lecrín, Hidroeléctrica del Chorro, Sevillana de Electricidad y Endesa.

En 1900 dos artilugios metálicos afean la Puerta de Purchena. El diario La Crónica Meridional reclama la supresión del "soporte que sostiene la bomba de luz eléctrica y el enorme palo o sostén de los cables que transmite el mismo fluido (…) Los cables pueden ir por los terrados o como mejor puedan llevarlos los dueños de la fábrica (…) En cuanto al otro, si bien no está reñido con la estética, estorba el tránsito (…) La plaza tiene con esa bomba eléctrica muy poca luz y necesita por lo menos dos más que pueden y deben colocarse no en el centro si no en los extremos de la misma y así resultará perfectamente iluminada toda ella".

La importancia que para el urbanismo local supuso desde un primer momento el edificio de Las Mariposas hizo que (pleno 30-I-1911) se viese un oficio del inspector de Alumbrado "proponiendo (y aceptándose) la instalación de tres farolas en la fachadas de la casa construida en el solar de la antigua posada de Los Álamos, utilizando al efecto el que se ha quitado de la casa de D. Juan Espinosa recientemente derruida, y otros dos nuevos". Antes de que demolieran el decrépito hospedaje, una licencia municipal de abril de 1900 permitió exhibir "paños anunciadores para proyecciones luminosas en su terrado", toda una novedad publicitaria. Licencia por el contrario denegada más adelante a Cristóbal Castillo y Rafael Molina para la colocación de letreros similares en las fachadas del Restaurante Imperial y Sastrería Molina. La secuencia fotográfica y postales del fondo documental a comienzos de la centuria pasada permiten visualizar la ubicación y características de tales puntos de luz.

URINARIOS

En una capital carente de mobiliario callejero, el cañillo es de los pocos elementos que ha perdurado en el tiempo. Sin embargo, los urinarios públicos en superficie (columnas mingitorias) diseñados por el arquitecto José Marín Baldó en 1860 tuvieron una vida efímera o no entraron formalmente en funcionamiento, salvo el experimentado en el Paseo de San Luis con un coste de 750 reales. Ello llevó al Municipio a convocar en noviembre de 1888 un concurso público "para la adquisición de diez urinarios, de una y dos plazas, con destino a los paseos y calles de esta ciudad". El pliego establecía que "serán de hierro, con efecto de agua bien de sistema automático que produzca su salida al colocarse sobre el emparrillado de la solera o pedal; o bien de lámina o fanal de agua permanente, fijándose en este caso el mínimo de consumo de agua por hora".

Uno similar llevaba ya un tiempo instalado en nuestra biografiada plaza (LCM, junio 1886):

Urinarios.- El que había instalado en la Puerta de Purchena, junto al Cenotafio, se está trasladando por el Ayuntamiento, junto a la farola grande que hay en la misma Puerta. Lo necesario es que ahora se instale de manera que tenga el agua corriente constantemente, para evitar los malos olores que antes despedía aquel.

El tema siguió sobre la mesa de sesiones. Ahora (septiembre, 1901) con un afán proteccionista local añadido:

Se ocupa seguidamente el Sr. Alcalde de los urinarios, y dice que se encargaron para proteger a la industria del país, a los Sres. Oliveros y Compañía; y que ya hay uno terminado para cuya instalación, que será dentro de breves días, se están haciendo las obras necesarias y convenientes en la explanada de la Puerta de Purchena.

Concluyo el tema rescatando de la memoria reciente un espacio singular y recogido igualmente en ilustraciones de la época: los urinarios subterráneos, de uso gratuito (señoras y caballeros) y ornada su entrada por balaustrada de piedra que durante lustros perduraron en su lonja central, junto a la farola orientada a Rambla de Alfareros. Un editorial periodístico lo destacaba entre los avances experimentados en la ciudad que contempló un emigrante retornado en 1929:

La pavimentación de las calles, en su mayoría asfaltadas, es para él algo que le hace elogiar este paso dado. Hasta por alabar, alaba los urinarios modernos de la Puerta de Purchena y del Paseo del Príncipe…

Fue el antecedente de los habilitados en Plaza Circular (al pie de la estatua de La Caridad), Plaza Vieja, bajos del Kiosco de la Música en el Paseo (frente a Correos) y el construido en el andén de Costa (caseta externa) por la Junta de Obras del Puerto.

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