Almería

SUFLÍ. La longeva lucidez de una centenaria

SUFLÍ. La longeva lucidez de una centenaria

SUFLÍ. La longeva lucidez de una centenaria

Los agentes comerciales de la industria farmacéutica fuimos fieles testigos de la radical transformación del ejercicio de la Medicina en el medio rural a partir de los pasados años setenta, cuando los hospitales en la provincia eran una quimera y los centros de salud solo un proyecto destinado a no todas las cabeceras de comarca. Lo habitual era que el médico realizara la consulta en su propio domicilio o en locales deficientemente acondicionados, con una mesa y cuatro sillas como salita de espera para el enfermo. En esas circunstancias la figura del visitador médico -del viajante de traje, corbata, maletín y coche a la puerta- se hizo habitual entre los pacientes. 

De lunes a viernes recorríamos por infestas carreteras la costa de Levante, el Almanzora y los Vélez. En una de aquellas sacrificadas mañanas de carretera y manta, solíamos tomar café en Suflí con su titular -el Dr. Antonio Carrión (hijo)- antes de que subiese a atender las “cartillas del seguro” en la cercana Sierro. Por él supe de la emergente industria elaboradora de fritadas de pimientos y tomate (la exquisita “fritá” dulce o picante), en un improvisado almacén donde expertas mujeres los asaban en la lumbre siguiendo, presumiblemente, las tradicionales formas moriscas; artesanalmente envasadas en recipientes de cristal tipo Nescafé y sucedáneos. La actual fábrica se domicilia en calle Las Eras, s/n. 

Sin embargo, no llegué a coincidir en Suflí con nuestra protagonista, Emilia Moreno Martínez, la más longeva abuela de Almería. De su existencia supe por los espléndidos reportajes que la periodista Mª Victoria Revilla nos ha regalado a los lectores de Diario de Almería. El último de ellos al cumplir la friolera de ¡109 años!: y tres más si aceptamos el error del abuelo (maestro de escuela del pueblo) al inscribirla en el Registro Civil. Hija de Antonio Moreno y Carmen Martínez -modesto matrimonio inquilino de un hermoso caserón de cuatro plantas y balconada de rejería en la calle Las Fuentes-, nació el 30 de noviembre de 1911, reinando Alfonso XIII. 

Residencia capitalina

Dedicada en cuerpo y alma a su numerosa y unida familia y huérfana desde niña, Emilia se casó a los 32 años con su paisano Antonio Sánchez (“guapa, pero de negro luto por el fallecimiento de su hermano, profesor en el colegio Ave María, de Granada, asesinado por milicianos republicanos cuando lo trasladaban hasta Almería”); con este trajo al mundo a Juan José, primogénito y único varón. Al enviudar contrajo matrimonio con José Antonio Pérez, guardia urbano que simultaneaba su tarea con un empleo en Talleres Oliveros. Ya vivían en la capital, en calle Silóe, convergente con la calle Real, donde en la posguerra el Estado le concedió a su madre un estanco. Con el segundo esposo nacieron Carmen Mari, Rosi, Montserrat y Pepa, aumentando la prole en cinco nietos y siete biznietos.

Emilia con la familia Emilia con la familia

Emilia con la familia

A excepción de una ligera sordera y otros lógicos achaques, goza de un satisfactorio bienestar físico y mental en su domicilio de la calle Dr. Carracido. Independiente, aunque atendida por una interna y la “vigilancia” constante de su querida descendencia. Últimamente mediante visitas escalonadas y las precauciones sanitarias debidas frente a la temida pandemia covídica que nos aflige y que ella, pese a la edad senecta, ha ido capeando satisfactoriamente. Espontánea, sonriente y lúcida. Enjuta de carnes y liviana de peso, la generosidad, amor y carácter de luchadora son virtudes que la han distinguido durante toda la centuria vivida. Me recuerda a mi madre, valga la licencia: Mariquita la de la calle Real, bacareña también recriada en la capital, salvo un breve periodo de emigración en Barcelona.

Necrológica.- Respeto la redacción que antecede, aunque Dña. Emilia falleció, lamentablemente, el 13 de abril de 2021, a los 1909 años de edad. DEP.

Suflí Suflí

Suflí / Pérez Siquier

Pueblo serrano

En la vertiente septentrional de Filabres, Suflí se asienta en el margen derecho del Almanzora, en el que desagua el río Boloyunta tras nacer en los Collados de Senés y María Antonia -a los pies de la Tetica de Bacares- y regar sus cuidadas huertas de hortalizas y árboles frutales. De pequeño censo y crecida edad, sus jóvenes acuden al mercado laboral de la industria del mármol o a la cercana Purchena, de donde dependieron al amparo de su taha y castillo. A Suflí (Sofly o “el pueblo de abajo” musulmán) se accede desde la A-334 que vertebra la extensa comarca almanzoreña. En él puede visitarse el ayuntamiento, iglesia parroquial de san Roque, ermita de la Cruz o las ruinas de una torre de la antigua Alquería, declaradas BIC en 1985. Junto con las villas de Armuña, Lúcar y Sierro, perteneció, por donación de los RR.CC., a Alonso Fernández de Córdoba, titular de la Casa de Aguilar y al posterior marquesado de Armuña. 

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