Almería

Sueños de una buena tarde en Las Ventas y puerta grande en Sevilla

  • Todos los lunes, jueves y viernes 16 alumnos de la Escuela Municipal Taurina acuden a la Plaza de Toros para recibir sus clases. Antonio Márquez y José Plaza se encargan personalmente de su formación

Cargados de muletas, espadas y capotes, recién salidos del colegio, los 16 alumnos de la Escuela Municipal Taurina esperaban el pasado jueves en la puerta de conserjería de la Plaza de Toros de Almería.

Durante tres días a la semana de hora y media a dos  diarias, se citan con Antonio Márquez y José Plaza, encargados de proporcionarles todas las facilidades y conocimientos para que desarrollen un estilo propio, una forma de torear única y capaz de hacerles triunfar algún día en Las Ventas o salir por la puerta grande de la Maestranza de Sevilla. “Nuestro trabajo consiste en enseñarles la técnica, pero nuestra obligación es darles cuerda, respetar su estilo y forma de torear. Por eso, al menos aquí, no verá a un niño que toree igual que otro”, admite Antonio, el director de la escuela.

La formación de un canterano parte desde el instante en que  coge la muleta y echa a andar. Cada persona es un mundo y se torea igual que como se es. Por eso, lo primero que aprenden es a  mover los hombros, las piernas y las caderas de una forma específica. A caminar como exige la cultura; a adoptar un comportamiento físico puramente taurino. Un arte que exige una conducta especial hacia todos sus componentes, desde el picador hasta el maestro; el toro, como bromea Antonio: “Él mismo se encargará de ganarse el respeto”.

El torero, señala José, “tiene que saber en todo momento cuando y cómo debe actuar. Aquí les enseñamos la forma de  actuar y a estar concentrados en lo que hacen. Esta profesión requiere de una preparación psíquica y física muy exigentes.  No pueden cometer errores, porque un pequeño fallo delante de un toro te puede costar muy caro”.

El entrenamiento siempre comienza con un precalentamiento. Corren hacia atrás, estiran y después se turnan: uno hace de toro y otro de torero. En ese instante es cuando Antonio y José estudian las cualidades y las carencias para empezar a trabajar con ellos. A partir de entonces, todos se someten a un programa  de trabajo específico.

A medida que avanza el curso aprenden a poner banderillas y a practican la suerte natural. “El momento más delicado para un torero es cuando tiene que entrar a matar. Es el único momento en que se pierde la cara al astado. Les aconsejamos que bajen la muleta con la mano izquierda para desviar la cara del toro y que se concentren en un sólo punto, en el lugar donde van a clavar la espada. Es como una escopeta. Apuntar y disparar. Con la experiencia cada uno coge su técnica, eso depende de la altura del torero y de cómo sea o se comporte el animal”, explica Antonio.

Aunque la escuela ha estado inmersa durante los últimos años en una fase de sequía, aseguran los maestros, en la actualidad en Almería existen grandes promesas taurinas. “Ahora mismo hay tres chavales que van a tener muchas posibilidades. Les hemos visto en los tentaderos y poseen muy buenas actitudes. Aunque sabemos lo difícil que es triunfar en esta profesión, los niños de hoy tienen más facilidades que los de antes. Prueba de ello es la brillante carrera que han comenzado algunos antiguos alumnos de la escuela como Ruiz Manuel,  Jesús de Almería, Torres Jerez o El César”, figuras y referentes para todos ellos”, manifiesta Antonio y señala a siete de los diez niños que han observado en los tentaderos.

Saben que  la Plaza es el único escaparate donde podrán lucirse hasta que cumplan los 22, día en que debuten con picadores y dejen de pertenecer a la escuela. “Cuando llega ese momento tienen que volar por sí mismos. Sólo esperamos que todo lo que les hemos enseñado les sirva cuando se encuentren  delante de un toro”, concluye José.

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