Almería

La 'batalla' de los guardias civiles que participaron en los trabajos sigue en la nada

Decenas de guardias civiles participaron en las labores de vigilancia de Palomares. El almeriense José Ortiz Hernández fue uno de ellos. Llegó al lugar en 1972 tras haber entrado en el cuerpo directamente por sus capacidades intelectuales y dominio del inglés durante su etapa en el ejército. "Mi ubicación en la zona fue el Llano Blanquizares", explica Ortiz. "No tiene que tocar nada", le dijeron antes de comenzar. "Su información es vigilar la zona. Sabe inglés y en ocasiones hay conversaciones con los mandos americanos", le comentaron. Pasaron seis años desde el accidente y aún no había ni un metro de valla puesto. "Nada estaba acotado. Eso era tan sólo un proyecto. Había gente trabajando en el campo y plantando hortalizas, que en su mayoría eran vendidas en el mercado por la franja de costa a base de furgonetas y burros. Bebíamos agua de un pozo que estaba a 100 metros de donde cayó y se quemó una bomba. Para comer, íbamos a una tienda de ultramarinos". A José le tiemblan los brazos, ha estado a punto de perder una pierna por un quiste y un trombo en la rodilla y tiene quistes en el cerebelo, hígado, pulmón y problemas serios en la próstata. Pasó de ser un guardia civil preparado para actuar en Palomares a estar jubilado por inutilidad total apenas tres lustros después. Ahí es donde la historia se complica. Ortiz cree que lo que sucedió después fue un plan orquestado para que nadie se enterara del verdadero motivo de su enfermedad. "Fui al hospital militar de Madrid. No cesé en preguntar sobre por qué tenía tantos síntomas y enfermedades. Fue entonces cuando se me recomendó que fingiera un accidente de tráfico en acto de servicio. Y así lo hicieron. Se me da de baja por inutilidad física. Primero me retiraron y después se me pasó a reserva activa con el objetivo de no hablar del tema de Palomares".

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