Sociedad

La cola del hambre

  • ·Cada día más de 150 personas acuden al comedor de La Milagrosa

  • ·Las Hijas de la Caridad reparten cerca de 4.000 menús al mes

La cola del hambre

La cola del hambre / Rafael González

Elaboran en su cocina de la calle Alcalde Muñoz de la capital almeriense cerca de 4.000 menús mensuales. Cada día hacen posible que más de 150 personas puedan tener un plato de comida caliente. El Comedor Social La Milagrosa de las Hijas de la Caridad es fiel testigo de la realidad que la pandemia ocasionada por la COVID-19 está dejando en muchos hogares almerienses. Y es que el número de personas que recurre a la solidaridad de este centro se ha incrementado en más de un 50% con respecto al año 2019.  

Ubicado en el centro de la ciudad este centro tiene como finalidad la atención de personas vulnerables o en exclusión social: Personas sin hogar, inmigrantes en situación administrativa irregular, personas con adicciones…. Un perfil que ha venido cambiando a lo largo de los últimos años y al que la pandemia ha vuelto a dar un giro. “Cada vez vienen personas más jóvenes”. “No puedo olvidar el caso de un chico que invirtió todos sus ahorros en un negocio que pudo abrir un día porque llegó el confinamiento y lo tuvo que cerrar”, “se quedó sin nada, y por supuesto que no le podíamos negar un plato de comida”, cuenta Sor Mª Ángeles Cárdenas.

“Y así muchos hombres que han perdido su trabajo y especialmente mujeres que trabajaban como cuidadoras, o limpiando por horas sin contrato laboral y se han quedado sin ni si quiera una prestación por desempleo”. “Cada día nos llegan dos o tres personas nuevas”, una situación que “aunque no queramos ser negativas se va a complicar a lo largo del próximo año 2021”. “Tenemos que dar respuesta a todas estas personas que nos necesitan, no podemos dejar a nadie sin comer, es lo más básico, y para ello necesitamos ayuda porque no nos llega el presupuesto”.

"El año pasado fueron 285.000 euros en comida, luz, agua y trabajadores. No llegamos con las donaciones que recibimos"

El año pasado fueron 285.000 euros en comida, luz, agua y trabajadores “porque aquí estamos tres hermanas, algunos voluntarios pero a las cocineras y a las limpiadoras hay que pagarles por su trabajo”. “Contamos con la colaboración de la Junta de Andalucía a través de la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales; la Diputación, y el Ayuntamiento que este año ha donado la recaudación de los abanicos de feria, si bien hay que decir que es una de las pocas ciudades en las que el Consistorio no tiene concierto con el comedor social. Tenemos donaciones de alimentos de particulares que se vuelcan con nosotros. Mercadona es una empresa que no nos suelta de la mano, pero aun así no llegamos”.

Y es que además del aumento de ciudadanos que recurren a este comedor, “con el COVID se nos planteó un problema, porque no pueden entrar y tenemos que dar las comidas de la forma más higiénica posible. Barqueta, cubiertos, servilleta, bebidas individuales, bolsa, mascarilla… Todo esto incrementa el gasto y desde Hijas de la Caridad hacemos un llamamiento a la solidaridad para poder hacer frente a esta situación.

Cocineras envasan la comida en las barquetas. Cocineras envasan la comida en las barquetas.

Cocineras envasan la comida en las barquetas. / D.A.

Cocido, lentejas, estofados, arroz, en la cocina cada día preparan un primer plato caliente, un segundo plato y un postre. El comedor social de La Milagrosa cubre las necesidades básicas de alimentación con menús que responden a una dieta equilibrada y variada y que se revisan periódicamente. En la elaboración se respeta, en la medida de lo posible, las distintas creencias religiosas y problemas de salud.

Distintos proveedores distribuyen los productos frescos a diario. Otros se encargan de los más perecederos. Todos ello lo emplean las profesionales de la cocina que comienzan cada mañana bien temprano la elaboración de los menús diarios. Mientras las hermanas revisan que todo esté bien. En administración continúan con todos los trámites que requiere la gestión de un centro con estas características. Algún que otro día reciben la visita de particulares, representantes de empresas, o colegios oficiales que quieren colaborar con su aportación económica o con productos para elaborar las comidas.

Sor Mª Ángeles prepara uno de los menús en su bolsa. Sor Mª Ángeles prepara uno de los menús en su bolsa.

Sor Mª Ángeles prepara uno de los menús en su bolsa. / Rafael González

Los fogones encendidos, ya huele a arroz, que se entremezcla con huevo frito. Las ensaladas ya están preparadas para repartir en los envases. La fila de gente esperando llega a la esquina. “Esta es la verdadera cola del hambre”, murmura Sor Mª Ángeles. Envasan las comidas, caliente y fría, cada una por su lado. Todo en una bolsa junto al pan, los cubiertos y la bebida, y la mascarilla. Todo se revisa para que no falte nada en ningún menú. Se prepara el carrito con los menús junto a la puerta que se abre a las 12:30. Comienza el reparto. Cada uno llega con su ticket, otra hermana anota. Las caras de muchos de los que llegan resultan más que familiares.

Además del servicio de comedor, Hijas de la Caridad cuenta con un servicio de Atención Social

 Además del servicio de comedor, Hijas de la Caridad cuenta con un servicio de Atención Social trasversal realizado por profesionales de trabajo social basado en la acogida, información, orientación, derivación, y promoción personal.

 La trabajadora social prepara cada día la mampara en la ventana del comedor que abre mientras más de un centenar de personas recogen sus menús. Hasta ella llegan nuevos usuarios y otros muchos que ya forman parte de esta gran familia.

Trabajadora social atiende en la ventana con mampara. Trabajadora social atiende en la ventana con mampara.

Trabajadora social atiende en la ventana con mampara. / Rafael González

“A aquellas personas que llegan por primera vez les hacemos una primera entrevista y a partir de ahí un diagnóstico y valoración a través del estudio de su situación socioeconómica, sanitaria, jurídica, laboral…Le solicitamos la documentación correspondiente y les informamos y orientamos sobre las alternativas posibles y el itinerario de intervención. Les hacemos seguimiento y acompañamiento. “Hemos conseguido sacar a muchas mujeres de la calle, de la prostitución a la que muchas veces recurren por no tener un techo bajo el que dormir. Vemos casos de muchos Ex MENA que no pueden trabajar y se ven abocados a muchas cosas. Salen con 18 años sin nada”, asegura Sor MªÁngeles.

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