Coronavirus Almería

Post-COVID: La ciudad que viene

  • ¿Cómo serán las casas, las oficinas de trabajo, las nuevas tiendas, y los centros públicos y espacios libres? Los arquitectos esbozan la 'Almería sana' a prueba de pandemias

La Rambla, en la desescalada

La Rambla, en la desescalada / Rafa González

Restricciones de acceso, mamparas en establecimientos y oficinas, la vida en casa desde los balcones o el repintado que ya están haciendo algunas ciudades españolas para ganar anchura en los pasos de peatones y regular el flujo en función del sentido de la marcha son las primeras evidencias de que la ciudad cambia a ritmo de desescalada. Son solo la avanzadilla, por urgente y rápida, del proceso de transformación al que se van a someter las urbes hacia ese modelo de ‘ciudad sana’ donde el miedo al contagio deje de respirarse –las búsquedas de vivienda en la periferia se han disparado– y sea sencillo respetar las normas sociales que la COVID-19 impone. Sin dejar de convivir. 

Los cimientos de esa ciudad sana se encuentran en la arquitectura y el urbanismo. “Son muchos los retos a los que nos enfrentamos como sociedad para adaptar nuestra forma de vida a los nuevos requerimientos. Toda situación excepcional como la que estamos viviendo trae consigo lamentables tragedias personales, pero también conlleva la necesidad de superarlas y, en este sentido, el ser humano ha dado signos de resiliencia y adaptación a los continuos desafíos a los que se ha enfrentado a lo largo de su historia”, comenta José Díaz, decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Almería (COAAL).

 Dicen que las primeras leyes urbanísticas surgieron durante la Revolución Industrial para controlar las enfermedades infecciosas: viviendas de mayor superficie, mejor ventiladas y con más luz. “La ciudad –prosigue Díaz– es el soporte físico donde desarrollamos nuestras vidas y donde nos relacionamos. Afecta directamente a nuestra salud, confort, seguridad y calidad de vida. Por ello, es necesario plantearse los nuevos escenarios para rehabilitar los entornos urbanos y mejorar su sostenibilidad y la vida de sus habitantes.”

José Díaz, decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Almería José Díaz, decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Almería

José Díaz, decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Almería / Javier Alonso

Ya existen unas pautas mundiales a las que el decano hace referencia. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 de la ONU, cuyos esfuerzos se dirigen principalmente a la reducción de la huella de carbono, la movilidad más eficiente y la rehabilitación de la ciudad existente en lugar de su expansión. “Estos objetivos y sus acciones siguen vigentes, pero es necesario analizar la nueva realidad para adaptarse a las prioridades”.

La pauta, por ejemplo, del transporte urbano colectivo decae, por lo que un buen diseño urbanístico será esencial frente al temido aumento del abuso del vehículo privado en una ciudad, además, como Almería, donde se utiliza el coche para ir a la vuelta a la esquina. “La actualidad sanitaria obliga a considerar muy seriamente la movilidad privada e individual por lo que el peatón, la bicicleta u otros vehículos de movilidad individual van a tomar peso y ésto va a obligar a redefinir más áreas urbanas peatonalizadas, ampliar nuestras aceras y mejorar el arbolado”. 

La ampliación de aceras para permitir un tráfico peatonal que respete las distancias de la prudencia sanitaria poco margen dejará al tráfico rodado. Los cascos urbanos e históricos se enfrentan a una nueva realidad. “Su compacidad y mezcla de usos son el paradigma de la ciudad sostenible que se debe potenciar, pero están sufriendo el vacío dejado por el turismo o la falta de políticas eficaces de rehabilitación y revitalización”.

En opinión de Díaz, se torna “imprescindible” establecer un modelo de gestión de rehabilitación integral que haga “más atractivos los cascos urbanos, no sólo para actividades turísticas y comercio, sino para familias y jóvenes, generando mayor riqueza de usos, mejorando las cantidad y calidad de los espacios públicos, dotando las calles y plazas de arbolado que mitigue el ruido y mejore el clima y la calidad del aire además de rehabilitar edificios para hacerlos más eficientes, seguros, confortables y accesibles”.

Es un hecho que durante el confinamiento ha aumentado el interés de las familias en vivir en zonas urbanas más abiertas y periféricas, huyendo de espacios más compactos y densos como los centros urbanos, “algo que va contra la idea de ciudad eficiente y más equilibrada en consumo de recursos que se pretende alcanzar. Es por ello –incide el decano– que la rehabilitación de calidad se ha de convertir en una prioridad ineludible, si no queremos distanciarnos de los objetivos de desarrollo sostenible propuestos que garantizan un futuro mejor a todos”.

Esta nueva realidad también va a afectar a la concepción de las viviendas, lugares de trabajo, comercios o equipamientos públicos. “Aspectos más arquitectónicos como la calidad espacial, versatilidad de los espacios, orientación, iluminación y ventilación natural o espacios exteriores de transición van a cobrar protagonismo sobre los metros cuadrados, número de dormitorios o la propia materialidad. Los arquitectos estamos preparados y nos ponemos al servicio de la sociedad para mejorar su calidad de vida y ayudar a crear un mundo más amable”, remacha por último el decano del COAAL . Antonio Góngora, Lorena Marruecos, Modesto Sánchez y Pedro Francisco Martínez Moreno lo esbozan. 

La vivienda: “Casas funcionales y comunidades bien diseñadas”

Lorena Marruecos Lorena Marruecos

Lorena Marruecos

LORENA MARRUECOS. Arquitecta miembro de la Junta de Gobierno del COAAL y cofundadora del estudio de arquitectura Marruecos & Cuadrado Arquitectos, Le Mic.

El concepto de vivienda mínima forma parte de la cultura social del siglo XXI como consecuencia de la evolución social hacia un dinamismo y movilidad cada vez mayores, el crecimiento de las ciudades y el elevado coste del metro cuadrado han llevado a que las grandes superficies en la vivienda se conviertan en un requisito prescindible. La altura, los metros cuadrados o el número de habitaciones se habían convertido en un lujo hasta hoy.El aislamiento que estamos viviendo durante la pandemia nos está haciendo enfrentarnos a un nuevo desafío colectivo sin precedentes, donde la constante en la ecuación está siendo la arquitectura.

Las viviendas han pasado de ser un sitio donde dormir a un espacio donde pasar las 24 horas del día, se han convertido en nuestro lugar de trabajo, zona de ocio o incluso parque infantil. Hemos hecho uso más que nunca de nuestras terrazas, patios o balcones y echados en falta en aquellas viviendas donde son inexistentes o en el pasado se tomó la decisión, quizás equívoca, de cerrarlos para ganar esos metros cuadrados exteriores al interior de la vivienda.

Todo esto nos ha llevado a una profunda reflexión sobre el espacio que habitamos. La necesidad del espacio exterior conexo a nuestra vivienda; la distribución, la funcionalidad y versatilidad de los espacios para según qué actividad y momento del día, ahora no prima un mayor número de habitaciones sino un espacio funcional que se adapte a nuestras necesidades; esto sumado a una buena orientación, iluminación natural y ventilación del espacio se han convertido estos días de cuarentena en los nuevos lujos.

¿Cuál será el camino que tomará la arquitectura tras la pandemia?, ¿plantearán los Ayuntamientos nuevas normativas urbanísticas dónde el espacio exterior en la vivienda sea elemento indispensable?Estoy segura de que esto marcará un antes y un después a la hora de elegir nuestra vivienda, la densidad de las ciudades no tiene que ser el enemigo, una comunidad bien diseñada puede ser la solución. Mejorar la organización de nuestros hogares en nuestras ciudades cada vez más densas donde podemos disfrutar de nuestra privacidad al tiempo que reconocemos a nuestros vecinos donde todos podemos acceder a espacios al aire libre y sentir el sol en nuestra cara.

Lugares de trabajo: “La conciliación laboral”

Pedro Francisco Martinez Moreno Pedro Francisco Martinez Moreno

Pedro Francisco Martinez Moreno

PEDRO FRANCISCO MARTÍNEZ MORENO.  Premio ARCO 2012-2016 en la modalidad de ARQUITECTO NOVEL por Estudio CUATDRO TALLER DE CREACIÓN en ALBOX

Uno de los grandes retos a los que se enfrenta la sociedad actual tras esta crisis sanitaria, será la adaptación de sus lugares de trabajo y las relaciones que en ellos se dan. Las actuales medidas de higiene, como la colocación de pantallas protectoras para los dependientes, así como la búsqueda de un mayor distanciamiento entre clientes y empleados dentro de los lugares de trabajo, deben de ser entendidas como medidas provisionales, que servirán para contener el miedo social, mientras no haya una solución farmacéutica a esta crisis.

Desde el sector de la arquitectura y el diseño, debemos de entender este momento, como una transición hacia nuevas formas de consumo, que distarán mucho de las actuales. Donde se pasará de un consumismo masivo de grandes centros comerciales, a una regresión hacía lo artesanal, lo primario, donde se volverán a ocupar los centros de las ciudades, pero que a su vez, se compaginará con un auge de las ventas online.

Estos dos factores unidos, darán lugar a la creación de nuevos locales comerciales, donde el consumidor ya no se trasladará de forma compulsiva, a la búsqueda de novedades, sino que se acercará a recoger el producto, cambiarlo o conocer sus características previas a la compra online.

Por otro lado, gracias a esta crisis, se ha podido comprobar que el teletrabajo es una opción fiable dentro de nuestra cultura, y que otros países europeos ya están adaptados. Esta forma de trabajo sirve para conciliar la vida familiar y laboral sin ver afectada la productividad, lo que supondrá una evolución de los centros de trabajo, entendiéndose éstos como lugares más centrados en la dirección y el trabajo colectivo, sirviendo como punto de encuentro, más que como puesto de trabajo.

Otro de los grandes sectores que se han visto comprometidos con la crisis actual, es el sector de la hostelería. Gracias a su versatilidad y adaptabilidad, así como a los factores climáticos que favorecen la ocupación de la calle y nuestro carácter mediterráneo, su adaptación pasará por la gestión responsable de los ayuntamientos, que deben de buscar una conciliación entre ciudadanos y empresarios.

No olvidarnos de los espacios de trabajo industrializados, éstos serán los que mejor se adapten a las nuevas formas de relacionarse, ya que, por su naturaleza, las medidas de higiene están más que implementadas. Esta evolución en las relaciones con el consumidor final, también se verá reflejada en la propia industria. Se pasará de una industria global descentralizada, a una industria global centralizada.

Todos estos cambios supondrán una nueva forma de entender tanto nuestros espacios privados de hogar, como los espacios de expansión de las ciudades. Esto supondrá desde nuestro sector, poder dar respuesta a las nuevas necesidades de la sociedad, comprendiendo y adaptándonos a las necesidades que demanda.

Equipamientos públicos: “Los laboratorios”

Modesto Sánchez Modesto Sánchez

Modesto Sánchez / Javier Alonso

MODESTO SÁNCHEZ MORALES. Premio ARCO 2012-2016 en la modalidad de Equipamiento por la rehabilitación y adaptación del Mercado Central y profesor en Granada

La actual crisis pandémica, entre otras cosas, ha puesto de manifiesto la incapacidad de algunos de nuestros modelos de equipamiento, incapaces de adaptarse, adecuadamente, a la contundencia de las nuevas exigencias sanitarias.

Las imágenes de ciudadanos haciendo cola, en las calles, mientras se autorizaba su acceso, al interior de equipamientos tan básicos como centros de salud o cadenas de alimentación son la prueba.

Solo contemplando las exigencias espaciales del distanciamiento social, vemos, en la práctica, que los aforos de los locales ha quedado drásticamente reducidos. En consecuencia podemos decir que los equipamientos actuales, cumpliendo con los estándares vigentes se han quedado chicos.

La protección que la arquitectura debería proporcionar a sus usuarios ahora se garantiza con la expulsión al exterior de los mismos.

La capacidad de adaptación de equipamientos históricos a nuevas exigencias, a lo largo de su vida, son abundantes en la historia de la arquitectura. La flexibilidad como virtud (cualidad), necesaria, de la arquitectura bien proyectada (pensada), se mantiene vigente también en nuestros días.

En una situación como la actual, donde las nuevas condiciones de utilización de nuestros equipamientos, han aparecido de pronto, sin previo aviso y con reglas de juego para su utilización diferentes. El conjunto de los equipamientos públicos deberían convertirse en un necesario laboratorio para el análisis y estudio de nuevos estándares, ya que los contemplados, hasta la fecha, como adecuados, se han demostrado insuficientes en la situación actual, que, por muy excepcional que sea, tendremos que tenerla en cuenta a partir de ahora.

Es un buen momento para analizar, en directo, ante las nuevas y excepcionales circunstancias, qué edificios están dando una respuesta adecuada a este reto de flexibilidad y sobre todo que condiciones deberían haber cumplido aquellos que se han visto desbordados.

El establecimiento de un nuevo margen de maniobra, en cuanto a los estándares, de habitabilidad y ocupación, de los equipamientos, debería propiciar la investigación de nuevos modelos edificatorios, polivalentes, suficientemente flexibles, para hacer compatibles su uso adecuado y su funcionamiento, tanto en situaciones excepcionales, como la actual, como en situaciones de normalidad.

Espacios públicos: “Un mundo mejor”

Antonio Góngora Antonio Góngora

Antonio Góngora

ANTONIO GÓNGORA. De su estudio Góngora Arquitectos han salido algunas de las obras más relevantes de Almería, como el transformador plan especial de la Rambla

La Ciudad es un mundo complejo, motor del progreso de la humanidad, sensible a cualquier cambio que afecte a sus habitantes. La normalidad en la Ciudad es su constante evolución, bien en el medio construido o bien en la forma de vivir sus habitantes en ese medio.El lugar construido ha sido a veces radicalmente alterado como en las guerras, los seísmos o en otras situaciones de catástrofe, pero la situación actual afecta básicamente a la forma de vivir hoy, el día a día en ese medio.

En el proceso de normalidad evolutiva de las ciudades, tanto el medio construido como la forma de vivir en él interactúan para dar respuesta a las nuevas demandas que de forma gradual se van produciendo. Es un hecho constatado, la existencia de un nuevo segmento de población que incide tanto en el medio construido como en la forma de vivir. Este segmento es el de las personas que viven solas, tendencia creciente que supone aproximadamente un 25% de los habitantes de la Ciudad y que demandan un entorno cálido y solidario.

Hoy, mayo de 2020, nuestras ciudades sólo nos muestran inalterado el lugar construido pero no existen ni calles vivas ni plazas con uso comunitario. Los parques y paseos están vacíos al igual que los comercios y bancos, cines y teatros, estadios y lugares de ocio, así como los centros de culto... En definitiva son lugares que se perciben como hostiles y con riesgo. La Ciudad es hoy menos Ciudad en los espacios en que más claramente se manifiesta y significa, donde ofrece una imagen desoladora y donde sus habitantes se movilizan con temor.

Esta situación que ha surgido tan radicalmente, pensamos que como siempre ha ocurrido desaparecerá de forma gradual y las ciudades volverán a ser lo que siempre han sido, un lugar en evolución con cambios a veces traumáticos pero normalmente lentos y graduales. Sin embargo, es un buen momento para exigirnos una reflexión, porque está claro que la pandemia nos ha sacado de una situación con problemas más o menos abordables sobre la regeneración, rehabilitación y el desarrollo urbano, para mostrarnos la interdependencia de un mundo globalizado donde lo que pasa en un lugar distinto y distante puede afectar a toda la Humanidad. Además está globalización ha generado un tipo humano al que Kant definió como “un cosmopolita no comprometido, indiferente a la diferencia”. Frente a él, la Ciudad como comunidad viva es un valor contrapuesto a la indiferencia.

En la Ciudad la vida fluye en libertad, se rehace constantemente y sus espacios tienen vida propia con independencia muchas veces de las intenciones del planificador. No debe existir una solución única como no existe una única verdad en las sociedades abiertas que deben ser nuestras ciudades. Entre ciudadanos y planificadores debe darse una relación colaboradora, no de imposición, buscando cauces cada vez más ágiles en el control administrativo y así, tras este periodo de confinamiento las Ciudades volverán a ser lo que siempre fueron, han sido y deben seguir siendo, lugares de convivencia, trabajo y estudio, donde tal vez se acentúen las tendencias actuales de transformación y regeneración de los espacios construidos y de calidad en los espacios públicos, donde las formas nuevas acordes con nuevas funciones no deben responder tan solo a un mundo en constante evolución sino a la búsqueda de un mundo mejor.

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