Coronavirus Almería

Los grandes confinados vuelven a comunicarse con sus familias

  • El centro penitenciario El Acebuche abrió ayer sus puertas para que los presos puedan volver a ver a sus seres queridos

Los grandes confinados vuelven a comunicarse con sus familias

Los grandes confinados vuelven a comunicarse con sus familias / Efe - Carlos Barba (Almería)

Ya de por sí aislados del resto de la sociedad, los internos del centro penitenciario El Acebuche de Almería han visto limitados sus contactos con el exterior por la pandemia de la COVID-19, aunque tras semanas sin posibilidad de ver en persona a sus seres queridos, este lunes han vuelto a poder hacerlo.

Nada más acceder a la prisión de la capital almeriense se perciben los primeros cambios provocados por la “nueva normalidad”. La mitad de las taquillas de la entrada permanecen precintadas para facilitar la desinfección de las que están en uso, y a lo largo del suelo se suceden adhesivos de color negro y amarillo para marcar las distancias de seguridad.

Medidas elementales que se mantienen en todas las zonas que anteceden al anillo interior en el que se encuentran los módulos donde residen los presos, así como otras instalaciones. Entre ellas las cabinas en las que se llevan a cabo las comunicaciones orales.

“A partir de este lunes, 25 de mayo, retomamos la nueva normalidad. La legislación penitenciaria establece que la administración penitenciaria debe potenciar los vínculos de los internos con el mundo exterior, algo que se ha visto seriamente dificultado en el estado de alarma”, manifiesta, en declaraciones a Efe, el director de El Acebuche, Miguel Ángel de la Cruz.

Tras alabar el trabajo desarrollado en estos duros meses por los hombres y mujeres bajo sus órdenes en la cárcel, asegura rotundo que es el “momento de comenzar el proceso de normalización”. “Hemos comenzado reanudando las comunicaciones de los internos con sus familias y profesionales”, incide.

De la Cruz sostiene que las circunstancias han obligado a acondicionar los “espacios y procedimientos” para poder celebrar estos encuentros que, ya de por sí, se desarrollaban con una “barrera física de cristal, que protege plenamente la salud”.

Antes se celebraban los fines de semana, ahora se van a potenciar y se desarrollarán toda la semana, excepto los miércoles, que será para desinfectar en profundidad las dependencias. Se va a ofrecer a los familiares de los internos y a los propios internos dos turnos de comunicaciones por la mañana y otros dos por la tarde”, precisa el director.

De esta forma, los beneficiarios de estos servicios dispondrán de 40 minutos y será posible que hasta dos personas a la vez hablen a través de los interfonos con los presos. “Las comunicaciones íntimas, familiares y de convivencia, que suponen un contacto físico, quedan postergadas hasta una ocasión mejor”, apunta.

Mientras De la Cruz realiza estas declaraciones entre cabinas de comunicación, en espacios aledaños con el mismo uso, familiares y amigos del primer turno abandonan el interior de El Acebuche, mientras acceden aquellos de la segunda ronda de la mañana.

“Se limpian los cristales, el teléfono, con agua y lejía (…) se desinfecta y se fumiga con un agua mezclada con lejía antes y después de cada comunicación. Las familias deben venir provistos de mascarillas y guantes, y los trabajadores llevan una careta protectora, mascarillas y guantes”, señala el director.

Este martes se reanudan también otras actividades. “Otro de los signos de la evidencia de la vuelta a la normalidad es la salida de permiso de los internos. Tenemos 20 que tienen permisos pendientes suspendidos en su día. A partir de este y el próximo martes, los retomamos. El único inconveniente es que a su regreso tienen que pasar una cuarentena de 14 días”, indica.

Una precaución que no es baladí porque, “afortunadamente, no ha habido incidencias regimentales significativas, muy al contrario”, durante el estado de alarma. De la Cruz subraya el “nivel de aceptación (de las medidas de protección) por parte de los internos y profesionales, que han sido la pieza clave en este proceso” que se ha vivido en El Acebuche.

Todo ello ha conllevado que durante los momentos de mayor restricción por la COVID-19, el centro haya tenido una “cierta normalidad”, llegando al momento actual “sin contagios de funcionarios o internos”. “Espero que esto siga así”, concluye.

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