Tramientos durante la pandemia

Una línea de atención para evitar agresiones durante la cuarentena

  • La psicóloga Luisa Pardo dice que el confinamiento ha sido un “disparador” de estos y otros casos, al no permitir que la gente “se expanda física y psicológicamente”

Una línea de atención para evitar agresiones durante la cuarentena

Una línea de atención para evitar agresiones durante la cuarentena / Carlos Barba/Efe (Almería)

on la cuarentena por la COVID-19, la tristeza o la ansiedad pueden verse incrementadas, pero también la ira y la agresividad, por lo que un grupo de cuatro psicólogas y una médica de Almería han puesto en marcha una línea telefónica gratuita para poder frenar las agresiones durante el estado de alarma.

“Llevo muchos años trabajando con la violencia y el enfado, con la agresión, el enfado y el cabreo. Siempre me ha preocupado que las víctimas están muy atendidas, algo que es genial, pero hace tiempo que siento que hace falta, que se necesita a alguien que se preocupe de los agresores”, dice en declaraciones a Efe la psicóloga Luisa Pardo.

Esta profesional considera que “si sólo tratamos a las víctimas, pero no a los agresores, la semilla de la violencia sigue en la sociedad, también es importante rehabilitar a esas personas”.

De hecho, desde hace una docena de años, Pardo realiza cursos de seis meses en el centro penitenciario El Acebuche de Almería. Allí se dio cuenta de que “sólo los condenados en el CIS (Centro de Inserción Social) o en la cárcel pasan por cursos contra la violencia de género”.

Con el confinamiento, en el Centro Médico y Psicológico Avenida de la Estación comenzaron a recibir llamadas de víctimas de la violencia de género, de padres y de hijos que sufrían agresiones, de personas que, en general, no sabían “controlar el enfado y la violencia”, que durante estas semanas se había hecho “más fuerte”.

Pardo habló con sus compañeras, con las que años atrás ya había formado un grupo dedicado a la atención de la violencia, y les propuso poner en marcha una línea telefónica para que los agresores -aunque también las víctimas- “tuvieran a un profesional que pudiera atenderlos y darles una pautas”.

Grabaron un vídeo que subieron a redes sociales y se pusieron en contacto con ellas desde colectivos como ‘Gafas Moradas’, que compartieron la grabación.

Atienden no sólo “a hombres, sino también a gente joven, a madres que no pueden con su hijo o su hija adolescente”.

Y desde que su vídeo comenzó a circular, reciben alrededor de 30-40 casos por teléfono o correo electrónico de todo el país. “Incluso nos ha llamado una señora de Chile”, comenta Pardo.

“No todas las llamadas son por violencia de género. La agresión es una emoción que tenemos todos y un porcentaje importante de la sociedad no sabe controlarla. Aunque también atendemos la violencia de género”, apunta.

Aunque la formación en igualdad no es ajena a estas profesionales. Por ejemplo, Pardo ofreció en diciembre técnicas de intervención sobre feminismo e igualdad de género en los centros de menores de la provincia almeriense. En su grupo trabajan personas que “viven la igualdad, que saben lo que es el feminismo, que no lo han escuchado o leído en una revista”.

Asimismo, subraya que además de su currículum, todas han tenido sus “traumas” de niñas o de adultas. Ya sea por haber sufrido violencia de género o una “infancia nefasta”.

Pardo señala que han establecido turnos para atender la línea telefónica pero que es siempre la misma profesional la que atiende a la persona que recibió su ayuda en un primer momento. Cuando alguien llama se le dan unas pautas, que pueden cambiar si llamar el agresor o el agredido.

Lo primero es trabajar con la respiración profunda, luego reconocer las emociones, pasando a técnicas “rápidas para poder controlar y gestionar” el conflicto. Si no funciona este protocolo inicial, se actúa con mecanismos y estrategias psicológicas “más profundas”.

Sea como sea, la psicóloga lamenta que no exista algún tipo de institución que atienda a estas personas, y señala que ya en jóvenes y adolescentes se observan comportamientos de ira y hostilidad que son las “semillas de un posible agresor”, y que hay que “cortar para que no se siembren”. “Ahí está la clave para poder terminar con la violencia de género y todas las agresiones”.

Apunta que muchos creen que agresor es el que pega o insulta, pero “hay millones de agresiones, más sutiles y que pueden hacer más daño que una bofetada: El desprecio, la humillación, no tenerte en cuenta, no mirarte, rechazarte y despreciarte con palabras o gestos… Una mirada con asco dice más que un palo”.

Sin embargo, cree firmemente en la rehabilitación y la reinserción. “Si no lo hiciera, no sería psicóloga. He visto muchos casos de rehabilitación, aunque haya otros en los que no hay manera”, dice, insistiendo por último en que el confinamiento ha sido un “disparador” de estos y otros casos, al no permitir que la gente “se expanda física y psicológicamente”.

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