Almería

La oposición que se hace oposición

  • El equipo de Fernández-Pacheco ha vivido la tranquilidad política de grupos políticos dinamitados por divisiones y más centrados en los movimientos de Cazorla que en el PP

La bancada de la oposición

La bancada de la oposición / D.A.

Asistir a un debate plenario requiere la voluntad de la misa del domingo, si bien es una experiencia del todo enriquecedora pues da buena idea del estado de la política en la capital almeriense, voluble que no voluptuosa. Ese estado permanente de inconstancia ha sido característico de la oposición casi desde el inicio de la legislatura, creando un cómodo nido a los populares que, a efectos prácticos, puede decirse que han podido permanecer en el más absoluto relajo en estos tres años. Mirando desde la barrera, los enfrentamientos entre Ciudadanos y el resto de la oposición, y frotándose las manos con las divisiones internas que han dinamitado al Grupo Socialista y a la formación naranja, sin que Izquierda Unida, pese a ser un grupo de dos, se escape de las cuitas propias.

Los primeros dos años han sido plácidos para los concejales de Ramón Fernández-Pacheco. Han tenido a Miguel Cazorla como altavoz de los logros del PP, haciéndolos también suyos y, por ende, atrayendo el portavoz de Cs hacia su partido las críticas de la oposición, olvidando PSOE e IU en muchas ocasiones, y de forma equivocada, que el equipo de gobierno es quién es. Así es que los populares no tenían más que permanecer, cómodamente, callados.

Si Cazorla ha hecho, en lo que puede definirse una primera etapa, de defensor de las actuaciones del PP, en las que no le ha faltado alabanzas, también lo ha sido, a partes iguales, la figura del castigador. Aunque, sorpresivamente, luego la postura en la votación, pudiera ser la abstención, y hasta en ocasiones, a favor. Pero en los últimos meses, el panorama, más próximo a las elecciones municipales, es diferente. Las rencillas en el seno del PSOE dinamitaron al Grupo Socialista, que aguantaba hasta entonces la imagen de unidad como pudo. Tras la salida de la portavocía de Juan Carlos Pérez Navas y la entrada de Adriana Valverde, el batiburrillo no ha mejorado. La bancada socialista es un poema. Con cuatro concejales castigados en los asientos traseros a los que se les sigue viendo en los Plenos, pero a los que ya no se les escucha. Y no es lo mismo el trabajo conjunto que puede ofrecer un grupo de nueve representantes, que la candidata a la Alcaldía se apoye en el esfuerzo de cuatro.

Con el PSOE en estos paños menores, Ciudadanos dio, justo antes del verano, un giro de actitud. Mucho menos complaciente con el PP, mucho más crítico. Pero el objetivo de ganar distancia e ir desvinculándose del equipo de gobierno se le ha escapado de entre los dedos a Miguel Cazorla. No ha sabido apaciguar los ánimos de Mabel Hernández y su fuga de la formación naranja ha minado a Ciudadanos. No tanto, eso sí, si la ahora concejal no adscrita hubiera tomado este camino a mitad de la legislatura. El dolo para Cs hubiera sido en un órgano vital en ese nuevo equilibrio de fuerzas políticas.

Divisiones internas las hay en todos los partidos. El equipo de gobierno las tiene, pero las sabe sufrir, y aguantar, en silencio. Izquierda Unida aparenta unión, si bien los enfrentamientos están siendo en estos últimos años también el pan de cada día. La retirada de la vida política municipal, por jubilación, de Rafael Esteban ha suavizado el patio revuelto de IU para alcanzar el final de la legislatura sin magulladuras.El alcalde y sus concejales del Partido Popular no han tenido pues esa oposición dura de un Plenario de tiempos pasados.

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