Sentados alrededor del olmo centenario de Terque, en una noche calurosa se proyectaron más de 80 fotografías donde se pudo contemplar la vida de los vecinos bajo su olmo. También se vio un documental sobre los olmos y su enfermedad la grafiosis y para cerrar un emotivo recital poético, con textos inspirados por los propios vecinos y por autores clásicos como Machado, Aleixandre o Eduardo Galeano.

En el acto se informó de cómo el Ayuntamiento de Terque va a participar en el Proyecto Olmo, que desarrolla el Ministerio de Agricultura, de recuperación de esta especie vegetal. Para ello ha solicitado 10 ejemplares de olmos resistentes a la grafiosis para su plantación este próximo otoño en sus plazas y calles.

En 1781 ya se tiene testimonio escrito de la existencia de un olmo en la plaza de Terque

En el acto Alejandro Buendía realizó un llamamiento a trabajar con ilusión y esfuerzo por el futuro del olmo y del pueblo. " El pueblo se va quedando sin gente, las casas vacías como nuestro olmo que va perdiendo sus hojas enfermas."

El colofón fue una gran fotografía de todos los vecinos bajo su querido olmo, en un gran abrazo en una noche inolvidable. Como en muchas plazas de España, los Olmos se plantaron con el objetivo de ofrecer sombra a todas las actividades que allí se daban. Bajo su sombra se reunían los vecinos, los adultos para descansar y conversar, para vender y hacer sus tratos, los niños para jugar. Muchas plazas han tenido grandes olmos hasta que la grafiosis y la moda de plantar árboles exóticos, fueron acabando con esta antigua tradición.

Muchas veces no se le da valor, ni mérito a lo que tenemos cerca, a lo que vemos o disfrutamos todos los días. Ese es el caso del Olmo de Terque.

El gran olmo, es e un gran tesoro, para Terque, que debe mimar y cuidar y que tenía bien merecido un homenaje.

Es el ser vivo más longevo, aunque su edad exacta se desconoce, lo cierto es que se tienen referencias documentales, que permiten hablar de cerca de 250 años.

En 1781, ya se tiene testimonio escrito de la existencia de un olmo en la plaza, bajo el que se sentaban para realizar los arrendamientos anuales de productos como el aceite, el vino o el horno comunal o de poya.