Coronavirus Almería

Harina, horno, rodillo... e internet: el confinamiento fabrica nuevos ‘reposteros’

  • La pasión por bollos y dulces caseros florece durante el Estado de Alarma

  • La ‘fiebre’ por hacer pan motiva que escasee la levadura fresca

Los pequeños gemelos Moreno muestran su masa de galletas, casi lista para hornear.

Los pequeños gemelos Moreno muestran su masa de galletas, casi lista para hornear. / D. A.

Hubo un tiempo, hace apenas unas semanas, en el que escaseaba el papel higiénico en los lineales de los supermercados, en previsión de una suerte de desabastecimiento o imposibilidad para salir a buscarlo que lo que generó justamente fue su escasez en determinados momentos. Pasó también con la carne. A media mañana las bandejas con chuletas o filetes, o las pechugas de pollo y salchichas se habían agotado. Aquella situación también quedó corregida y aplastada por la normalidad. Ahora, sin embargo, más de un mes después de que se decretara el Estado de Alarma y el confinamiento forzoso en casa, lo que cuesta trabajo encontrar en las tiendas es, sobre todo, harina y levadura.

Hojaldres de manzana hechos en casa. Hojaldres de manzana hechos en casa.

Hojaldres de manzana hechos en casa. / D. A.

Se diría que, una vez convencidos de que tendremos nuestra higiene y nuestra alimentación garantizadas gracias al buen funcionamiento de las cadenas de distribución de tiendas y supermercados, y a nuestro sentido común recuperado, nos hemos echado en brazos de la panadería, repostería y bollería caseras, buscando sin duda esa mezcla de sensaciones placenteras que tanto engancha: fabricar con tus propias manos algo rico... y zamparlo después.

Este confinamiento, sin duda, habría sido muy distinto en otra época, cuando al alcance de la mano de un novato sin libros de cocina ni experiencia estaba sobre todo el fracaso

Este redactor pudo comprobar de primera mano, en su última visita al súper, que si quería comprar harina habría de ser de sémola (para hacer migas), o integral, o en las variedades de maíz (muy útil también para la repostería y postres como las natillas). La ‘normal’ estaba agotada. La harina es, sin duda, el producto estrella en las cocinas estos días, pues aparece en la mayoría de las recetas reposteras caseras y masas de bollería y panadería que podemos hacer en casa. Junto a ella, otros productos básicos que no pueden faltar a principiantes y expertos son los huevos, la leche, la mantequilla o el chocolate, entre otros.

Los hermanos Moreno, en plena elaboración de galletas. Los hermanos Moreno, en plena elaboración de galletas.

Los hermanos Moreno, en plena elaboración de galletas. / D. A.

Las elaboraciones estrellas dependen de los conocimientos y el arrojo de los ‘nuevos reposteros’. Desde lo más básico, como un bizcocho de yogur o unas pastas, hasta empresas más ‘historiadas’ como tartas, brownies, hojaldres... tienen estos días al gran aliado de los tiempos modernos: los tutoriales de internet. Este confinamiento, sin duda, habría sido muy distinto en otra época, cuando al alcance de la mano de un novato sin libros de cocina ni experiencia estaba sobre todo el fracaso.

“A mí me está empezando a gustar esto y a mis niños también”, responde Fátima, trabajadora ‘freelance’ y madre de gemelos en esa edad en la que lo absorben todo como esponjas. Esta ejidense que nunca prestó demasiada atención al horno ha encontrado en él, ahora, un amigo inesperado. “Desde que hicimos nuestras primeras palmeritas y el resultado fue más o menos decente, los niños quieren que todos los días nos metamos en la cocina”, reconoce, algo abrumada, aunque también encantada.

Y es que los niños son un filón para los asuntos culinarios, ya que por lo general se suelen sentir atraídos por un mundillo que ha abierto sus brazos a la infancia gracias a plataformas como YouTube, con numerosos canales pensados para que los niños metan las manos en la masa, así como blogs o páginas especializadas con secciones específicas para hacer la cocina atractiva a los críos. “Cómo será la cosa que uno ya está diciendo que quiere ser panadero de mayor, porque el otro día hicimos una especie de pan indio que salió buenísimo”, argumenta la madre. “No hay cosa que les guste más que amasar”.

“Uno de mis hijos ya está diciendo que de mayor quiere ser panadero”

El pan, uno de los grandes protagonistas del confinamiento. Numerosos chistes y memes corren por la red ante la súbita fiebre panificadora. Y eso que, para hacerlo en casa, no es precisamente el mejor tiempo, ya que los resultados suelen ser mucho mejores y rápidos en épocas calurosas, cuando la necesaria fermentación de las masas se realiza de forma natural, al darse las temperaturas perfectas. Pero eso no importa en la casa de los Moreno, o en otras tantas. Porque si ahora hay algo que sobre... es el tiempo. Así que el gran quebradero de cabeza estos días para muchos que aprovechan el confinamiento para iniciarse, o perfeccionar su técnica, en el mundo de la panadería casera es, sin duda, la levadura. Y no la conocida como ‘levadura química’, la que viene en sobrecitos y en polvo, que esa se encuentra sin problemas, y además se puede almacenar durante bastante tiempo. Esa sirve para numerosas elaboraciones reposteras, pero la levadura que lleva el pan es otra: la fresca: esos ‘terrones’ refrigerados de microorganismos vivos que muchos ni sabían que se vendían en los supermercados y que, por lo general, cuesta mucho encontrar actualmente. Sin esa levadura, no hay pan, y lo malo es que tampoco es almacenable mucho tiempo, pues hay que usarla en el plazo de unos días.

Apetitosos donuts hechos de forma casera. Apetitosos donuts hechos de forma casera.

Apetitosos donuts hechos de forma casera. / La Cocina de Ness

“Lo que más nos atrae de hacer pan en casa es ese componente de reto, de desafío, que tiene la actividad”, indica la madre ejidense, muy puesta ya sobre los tipos de pan y las técnicas que se utilizan para que lo que salga del horno se parezca algo a lo que entendemos por pan. “Si consigues que ‘suba’ tras una buena fermentación y tu horno no te la juega, vas a comer pan y sobre todo los niños lo van a flipar’, aduce. “Engancha, lo reconozco”.

Quién sabe si este confinamiento está haciendo aflorar talentos ocultos y dormidos, y puede servir para que alguien cambie su profesión y se entregue en cuerpo y alma a las delicias panaderas. No es probable. Cuando todo vuelva a la normalidad la fiebre habrá pasado. ¿O no?

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