Siete premios Max. Todas las representaciones y compañías quieren contar con uno de estos galardones que premian los mejores montajes. La función por hacer se llevó siete en la última edición y uno de sus máximos responsables, su director Miguel del Arco explica el periplo que ha tenido con Kamikaze Producciones para conseguir que se uno de los espectáculos más aplaudidos por crítica y público.

-¿Cómo levanta esta obra?

-Éramos un grupo de profesionales de televisión y de teatro que no teníamos un chavo, pero entre todos hemos conseguido ponerla en pie. Organizamos una serie de ensayos abiertos donde venían unas cuarenta personas para vernos y desde abajo hemos conseguido que vaya de gira con aproximadamente 200 representaciones, y los siete Premios Max que han sido la guinda.

-Empieza con la interrupción del público en una obra de teatro.

-Es la metáfora de que el mundo es un gran escenario. No es una obra que se centre en el teatro. Va entre la realidad y la ficción. Se centra en la naturaleza del ser humano.

-¿Qué quiere decir con este hecho?

-Viene a reclamar su derecho a existir. Interrumpe la obra y cae la cuarta pared que es la del público, que se convierte en parte protagonista. Lo que hay que decir que no se saca a los asistente, así que no vayan asustados.

-Alguna vez ha pasado que han interrumpida la obra un asistente real.

-Sí, una vez uno de los asistentes y quería sus cuatro minutos de gloria. Estamos preparados para cualquier cosa que pueda surgir. En un momento dado los actores piden la opinión de lo que están viendo y se forma una especie de referéndum. Algunos eligen en contra de lo que quiere la mayoría.

-¿Qué destacaría de la historia?

-Es una obra muy intensa, se apagan las luces, se escucha hasta respirar. La obra pasa de un gran sentido del humor a que el público se sobrecoja con lo que está pasando.

-¿Qué conexión tienen los actores sobre el escenario?

-Cada uno tiene su propia historia, reivindica su propia historia. Muchos planos filosóficos muy intensos. El elenco tiene un talento muy bestia y me he juntado con actores estupendos. He tenido una gran suerte, hay mucha magia. Llevamos dos años y tenemos muchas cosas en común.

-¿Dónde cree que radica el éxito?

-Hemos crecido gracias al boca a oreja del público. Ha pasado de ser un teatro pobre a un gran montaje. Hay una experiencia emocional. Va de la carcajada al llanto, pasando por el sobreseimiento.

-Han ganado siete Max de los nueve a los que estaban nominados, ¿cuál es la clave?

-Ha sido gracias a la labor colectiva, yo soy el mandón que conforma el grupo. Sin el texto, el actor, la iluminación... todo es importante para que una obra triunfe. Las individuales tienen que existir y son necesarias, pero me quedo con el conjunto.