Federación Almeriense de Asociaciones de Personas con Discapacidad

“Entré en silla de ruedas y salí andando tras recibir el tratamiento con la FAAM”

  • El Centro de Convalecencia y Recuperación, ofrece un programa individualizado a los usuarios que tras un periodo de hospitalización precisan de un recurso de atención intensiva

José Ramón con los fisioterapeutas que lo han tratado en este tiempo de recuperación

José Ramón con los fisioterapeutas que lo han tratado en este tiempo de recuperación / Rafael González (Almería)

La Covid-19 lo alcanzó en septiembre de 2020 y, aunque pasó la enfermedad sin apenas síntomas, le quedó una tos persistente durante más de un año. En este tiempo, ni su médico del centro de salud ni los especialistas del hospital sabían qué medicación prescribirle para acabar con ese calvario que le impedía dormir o mantener una conversación. La toma de corticoides se convirtió en su rutina durante más de 18 meses en los que incluso tuvo que permanecer de baja laboral porque se asfixiaba (era adjunto al jefe de almacén agrícola). Esta potente medicación pudo ser la causa (según reza en el informe del neurólogo) del ictus que sufrió en noviembre de 2021 y que lo ha dejado con graves secuelas de las que a día de hoy intenta recuperarse.

El brazo robótico le ha hecho volver a tener movilidad en el brazo que le quedó afectado tras el ictus El brazo robótico le ha hecho volver a tener movilidad en el brazo que le quedó afectado tras el ictus

El brazo robótico le ha hecho volver a tener movilidad en el brazo que le quedó afectado tras el ictus / Rafael González (Almería)

José Ramón Sánchez Paredes tiene reconocida una gran discapacidad a raíz del infarto cerebral que sufrió. Su brazo y su pierna se quedaron sin movilidad cuando una vena se rompió en su cabeza y lo mantuvo tirado en el suelo de su casa durante tres días. Fue una vecina la que dio la voz de alarma al escuchar sus gritos de auxilio. Tuvo suerte, y lo reconoce, porque con menos de lo que a él le ocurrió hay personas que no logran sobrevivir. Sin embargo, mira hacia atrás y los recuerdos de aquel fatídico día, y los que vinieron después, le hacen emocionarse inevitablemente. “Para mí aquellos tres días pasaron en diez minutos.

Después vinieron momentos muy duros porque no paraban de hacerme pruebas y estuve algo más de dos semanas ingresado en el Hospital Universitario Torrecárdenas. Cuando la neuróloga me dijo que estaba para darme el alta e irme a mi casa el mundo se me vino encima. Yo no podía hacer nada por mí mismo..., ni ir al baño, ni levantarme o acostarme, ni hacerme de comer... Vivo solo y mis padres son muy mayores. Mis hermanos cada uno tiene su vida en otra ciudad y yo no quería ser una carga para nadie. De la noche a la mañana me vi que no podía valerme por mí mismo y eso es duro”, relata nervioso José Ramón, que tiene que beber agua y hacer una parada para continuar contando su historia a Diario de Almería.

“Recuerdo ese momento en que me visitó la trabajadora social estando aún en el hospital. Me habló de la existencia de un recurso en la residencia de la Federación Almeriense de Asociaciones de Personas con Discapacidad (FAAM). Se trata de un programa de convalecencia en el que a personas como yo, durante un mes, se le prestan todos los servicios necesarios para recuperar la movilidad, la autonomía, el habla o la estabilidad mental, lo que sea necesario. Mi suerte fue la de poder acceder a estos servicios de forma gratuita, porque yo no tenía recursos, y haber encontrado a grandes profesionales que a día de hoy son como mi familia, porque estuvieron conmigo día y noche implicados al máximo en mi recuperación”, explica José Ramón mientras cruza miradas cómplices con la trabajadora social y con el coordinador del equipo técnico de la residencia que le ayudaron a volver a su nueva normalidad.

El usuario durante las clases con el logopeda El usuario durante las clases con el logopeda

El usuario durante las clases con el logopeda / Rafael González (Almería)

“Entré por la puerta de este centro en una camilla y me movía en silla de ruedas; cuando acabé el programa salí andando. Me fui solo a mi casa y poco a poco, con mis dificultades, he podido hacer una vida autónoma”, señala el usuario de FAAM, mientras recalca una y otra vez que la estancia en el Centro de Convalecencia y Recuperación y todos los servicios de los que se ha podido beneficiar durante el tiempo que duró el programa es lo mejor que le pudo pasar. Fisioterapeutas, logopedas, psicólogos, enfermeras, nutricionistas... son solo algunos de los especialistas que le han hecho el seguimiento individualizado. Y con ellos decidió continuar un mes más, ya fuera del programa subvencionado. Y es que existe la posibilidad, siempre y cuando haya plazas disponibles, de que los usuarios puedan quedarse de forma privada recibiendo los mismos tratamientos, tanto en régimen de residencia como en el centro de día.

El Programa de Convalecencia se puso en marcha tras detectar la necesidad (a través de la demanda de los servicios hospitalarios y de salud de la provincia), de un recurso temporal para aquellas personas que, tras la finalización de su hospitalización, no pueden volver a casa por no contar con los recursos que requieren durante su total recuperación o están en situaciones de gran vulnerabilidad social. FAAM, como entidad pionera en la prestación de servicios para el cuidado intermedio, inició este proyecto incluso un año antes de que la Junta de Andalucía modificara el Mapa de Servicios Sociales de Andalucía (orden de 15 de febrero de 2022), para incluir este tipo de centros y el cual determina la necesidad de generar centros y recursos para el cuidado intermedio destinados a la prevención de las situaciones de dependencia y promoción de la autonomía personal.

La trabajadora social de FAAM, Mercedes González, explica que para desarrollar esta iniciativa existe una colaboración con el Hospital Universitario Torrecárdenas y las diferentes zonas de salud de la provincia, incluido el Hospital de Poniente y el Hospital La Inmaculada, para coordinar las derivaciones de las posibles personas que carecen de apoyos que permitan su proceso de recuperación de la enfermedad.

El proyecto se desarrolla en las instalaciones de la Residencia para Personas con Discapacidad Gravemente Afectadas de FAAM, la cual cuenta con “amplias instalaciones para garantizar la atención integral de las personas, con habitaciones domotizadas y atendidas por personal cualificado y profesional para el tratamiento y asistencia de los usuarios, y sobre todo con el equipamiento necesario e innovador como es el caso de la camilla robótica Erigo Pro (sólo hay 3 en España), el brazo robótico (solo hay dos en España), piscina terapéutica, sala de Estimulación Multisensorial... etc, destinado a la rehabilitación física, psicológica y cognitiva”, tal y como explica Juan Francisco Gázquez, coordinador del equipo técnico del centro.

Con esta iniciativa, FAAM además de ofrecer a los beneficiarios una atención rehabilitadora tanto física como psicológica, promueve también situaciones de respiro familiar para el entorno más cercano de los usuarios así como a sus cuidadores habituales. Por otra parte esta iniciativa permite a FAAM cumplir con uno de sus fines, que no es otro que la creación de empleo entre profesionales con discapacidad. Según la entidad, más del 70% de la plantilla son personas con algún tipo de discapacidad. Se trata, en definitiva, de un proyecto que va en la línea de trabajo y nuevas políticas promovidas por la Junta de Andalucía encaminado a la desinstitucionalización de los pacientes/usuarios dentro del sistema sanitario y para lo que FAAM es ya un referente en Andalucía.

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