José Torres tiene 80 años y lleva toda la vida diciendo que no le gustan los animales. "Yo respeto que exista gente con una amplia variedad de gustos y opiniones pero a mí jamás me ha gustado tener animales en casa. Es mucha responsabilidad y dinero", apunta. Durante la entrevista nos recalca que para él era impensable la idea de tener un animal dentro de casa, dejarlo dormir en la cama e incluso sentado en el sofá.
"Mi nieta estudia en Sevilla y viene poco por Almería. Un día me llamó para decirme que había adoptado a un perro de la calle y que se lo traería a casa durante el periodo de vacaciones. Yo me cabreé y discutí con ella. Al final, como abuelo que soy, cedí y se lo trajo", cuenta. José señala que "si hubiese sabido que tener un animal me haría una mejor persona y más feliz, desde hace mucho tiempo, habría tenido alguna mascota".
Hay rutinas monótonas, rutinas que cansan y rutinas mágicas que encantan. Para él, una de las sensaciones más bonitas que ha experimentado, a lo largo de su vida, es el volver a casa cada día, abrir la cerradura de la puerta y sentir como siempre hay alguien detrás esperando a verle. "Para mí Otto es como una persona. Al final es un nieto, o un hijo, al que malcrío. Al principio decía que le llevaría recto como una vela pero empiezas dándole un trocito de pan por debajo de la mesa y acabas llamándole tú para que duerma contigo en la cama".
"Mi mentalidad era antigua, son otros tiempos y tenía una percepción diferente al resto respecto al tema de los animales. Mis hijos y nietos intentaban, sin éxito, hacerme ver las cosas de otra manera y al final lo ha conseguido mi perro", concluye.
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